Maitane ALDANONDO

Una solución artesanal convertida en innovación

La empresa vasco-valenciana FBR ha desarrollado un nuevo concepto de zapatilla deportiva que prescinde de la amortiguación en el talón. Llevan casi dos meses en el mercado y la demanda ha desbordado a sus responsables, que planeaban ir paso a paso, sin prisa.

Correr es una afición que suma cada vez más adeptos. Salta a la vista en las calles convertidas en pistas o en la larga lista de carreras populares que llenan el calendario; incluso hoy no serán pocos quienes despidan el año completando alguna sansilvestre.

La principal preocupación de casi todas las personas que corren son las lesiones. Bien lo sabe el valenciano Franc Beneyto, con muchos kilómetros en sus piernas además de dos operaciones de rodilla. Este entrenador de atletismo ha ideado las zapatillas FBR –Fast Better Runners, es decir, corredores más rápidos y mejores–, que ayudan a prevenir las lesiones y a mejorar la técnica, prescindiendo del talón. Con sede en Gasteiz y creada en 2016, la empresa «vasco-valenciana» lanzó las zapatillas al mercado a finales de octubre y ya son muchos los interesados en descubrirlas.

El primer par lo hizo él mismo cortando con un cuchillo sus zapatillas de entrenamiento. La idea se le ocurrió leyendo el libro “Correr con los keniatas” del periodista Adharanand Finn. «Los atletas kenianos corren técnicamente mejor porque no golpean con el talón en el suelo, sino que apoyan de medio pie. Por otra parte, el libro recoge la corriente minimalista que opta por correr descalzo, en chancletas o con zapatillas sin amortiguación, que es lo que provoca el taloneo». Debido a sus operaciones no se atrevía a correr así, por lo que pensó en hacer algo intermedio aprovechando los sistemas de amortiguación actuales. Quitó el talón y salió a correr. «Las sensaciones fueron brutales. He corrido toda mi vida y ni con las de clavos había tenido esa sensación de potencia y energía tan grandes», explica.

Después de ese par artesanal ha habido muchos más en los cinco años de investigación llevada a cabo en varias universidades, como la de Sheffield Hallam o la de València, por parte de especialistas en biomecánica del deporte, podología y fisioterapia.

Beneyto sabía que solo podría llevar a cabo su idea si lograba un gran equipo. Por eso, en este tiempo ha tejido una amplia red de colaboradores que han apoyado su proyecto de forma altruista. A todos ellos, Beneyto espera devolverles lo aportado participando de las ganancias cuando las haya.

Crear para vender

Intentaron vender su concepto a grandes marcas pero, al ir en contra de su filosofía a favor de la amortiguación, lo rechazaron. Así que decidieron crearlas ellos mismos. Para llevar a cabo el proyecto, Beneyto ha empleado capital propio, dinero aportado por una tía recientemente fallecida y una «importante» ayuda del Gobierno de Lakua. De la gestión se encarga el empresario gasteiztarra Juan Cangas –«Mi mano derecha a nivel empresarial», comenta Beneyto–, un atleta al que entrena desde hace años y que se sumó al proyecto en 2014.

Su creador sostiene que las zapatillas FBR tiene tres ventajas fundamentales para los corredores: previenen las lesiones derivadas de apoyar el talón como la fascitis plantar o los espolones; mejora la técnica, por lo que favorece el rendimiento; y aprovecha al máximo la energía elástica generada, es decir, «notas un impulso extra en cada zancada». A diferencia de la mayoría de los productores que fabrican sus zapatilla en Asia, Beneyto ha optado por la producción local, elaborándolas en Elche y Villena (Alacant).

El modelo inicial es FBR Noa, pensado «para iniciarse en el concepto y trotar». Su precio es de 139 euros y pueden comprarse online a través de la web de la empresa, así como en diez o doce establecimientos, entre otros, en Bilbao y en Gasteiz. Empezaron a comercializarlas a finales de octubre, con una tirada de 1.000 pares, que han tenido que ampliar en 500 más debido a la demanda, que les llega incluso del extranjero. Algo para lo que su creador admite que no estaban preparados. «Estamos un poco desbordados en el buen sentido. Esperábamos crecer más despacio y vamos adaptándonos día a día para llegar a todo». También les han llegado ofertas de países europeos y sudamericanos como Chile, Argentina, Suiza o Italia para distribuir sus productos allí. Pero la intención de los responsables del negocio es ir poco a poco, crecer e incorporar profesionales antes de dar ese salto.

En 2019 intentarán sacar el modelo Gámez para mediofondistas, en honor a Javier Gámez, responsable de la parte técnica; y a medio plazo otros como Montgó para trail, o Pilar para rodajes regenerativos. Un modelo en recuerdo de su tía y cuya recaudación, a nivel personal, Beneyto destinará a unas instituciones que ella le indicó.

Les gustaría poder licenciar el concepto a través de un acuerdo de colaboración para que otras marcas también puedan fabricarlas, «para que todos puedan tener al menos un modelo de cada marca, porque un corredor es de una marca y otro de otra...». No obstante, el reto principal ahora es que el negocio funcione. Su socio fundador desea que el equipo actual de 10-12 personas pueda llevar la empresa adelante y desarrollar los siguientes modelos; pero, a nivel personal, quiere estar en la pista con los atletas, «porque es donde me siento cómodo».

Reconoce que ha aprendido mucho con todo este proceso y se ha sorprendido al «ver que gente que no podría correr por alguna lesión, corre gracias a FBR», así como que su iniciativa es hoy en día una realidad gracias a todas aquellas personas que se han implicado y colaborado con él.