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La ría de Bilbo no se recupera de su contaminación histórica

Un estudio de la UPV/EHU ha detectado que sigue llegando contaminación procedente del río Galindo al estuario del Nervión «de manera constante», lo que impide que el estuario de la ría de Bilbo se recupere de su contaminación industrial histórica.

Ría de Bilbo. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU).
Ría de Bilbo. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU).

El Departamento de Química Analítica de la UPV/EHU ha realizado unas mediciones para estudiar la acidificación de los estuarios de Urdaibai, de Plentzia y del Nerbioi-Ibaizabal, utilizando métodos analíticos desarrollados en el propio departamento.

La investigación, que ha sido llevada a cabo a lo largo de tres años ha revelado que en el casp de Urdaibai y Plentzia los valores de acidez de las aguas son «razonablemente normales». Pero sin embargo, en el caso del estuario del Nerbioi-Ibaizabal, el estudio indica que «no está completamente recuperado de su contaminación histórica» y señala la existencia de «algún tipo de contaminación que afluye por el río Galindo de manera constante», aunque no se ha conseguido determinar su procedencia.

En este trabajo se ha estudiado la forma de tratar los datos para determinar de una manera exacta el nivel de acidificación de las muestras de aguas de estuarios, caracterizados por tener niveles de salinidad tan variables. También se ha desarrollado una ecuación matemática para calcular el pH de las aguas de estuarios y se han estudiado las variaciones estacionales de diversos parámetros, como los relacionados con la acidificación, las cantidades de nutrientes y el oxígeno disuelto en el agua.

Leire Kortazar Oliver (Bilbo, 1988), autora de la investigación, ha conseguido probar en el laboratorio y a pequeña escala, «que la disminución del pH de las aguas provoca la disolución de los metales contenidos en los sedimentos, lo que puede dar lugar a que estos lleguen a los seres vivos y se introduzcan en la cadena trófica».

En la siguiente fase de su investigación, Leire Kortazar va a estudiar también el impacto que produce la acidificación en los moluscos, ya que podría provocar la disolución de los minerales que componen sus caparazones.

«Un periodo de tres años es insuficiente para determinar la disminución del pH. Todavía queda mucho por hacer en torno al efecto de la acidificación de los estuarios, pero en esta investigación hemos dado un gran paso en ese sentido», ha explicado la investigadora.