Maite Ubiria

Iparralde secunda a Macron por defecto y da nuevas alas al ecologismo

Ocurrió en 2014 y, con cambios dignos de reseñar, el domingo volvió a repetirse el «modelo Iparralde» en unas solitarias elecciones europeas.

La marca azul marino se coronó triunfante en el Hexágono, a costa de un Emmanuel Macron que ha dilapidado en dos años la vitola de renovador del proyecto continental. Pero los electores de Zuberoa, Nafarroa Beherea y Lapurdi construyeron su particular círculo, en esta ocasión verde, para taponar a la extrema derecha, pero también advertir al neoliberal presidente.

Marine Le Pen llegó segunda en el escrutinio de 2014 en tierras vascas. En esta ocasión, y sin querer despreciar su progresiva implantación, máxime cuando se trata de elecciones a una vuelta y con fuerte referencia estatal, no repitió puesto, y cayó a tercera fuerza.

Los electores vascos votaron, otra vez, de forma diferente. Si hace cuatro años fue la derecha capitaneada por Michèle Alliot-Marie la que impuso su ley, en esta ocasión, La République en Marche se ha convertido en voto refugio. Ha sido la casa de acogida de una derecha en apuros evidentes, pero también el albergue de esa querencia centrista que sigue gozando de clara prédica en el territorio.

LREM, una enseña que no ha contado hasta la fecha con referentes claros en el país, ni con una implantación propia –de hecho los electos que se han equiparado a la mayoría presidencial se han preocupado y mucho de remarcar más la procedencia que la estación de llegada, como en el caso de Modem– ha ganado las elecciones europeas.

La suya puede entenderse como una victoria por defecto. Pero no es desdeñable que se haya impuesto, lo mismo en Hendaia, gobernada por un socialista, que en Donibane Lohizune, bastión de la derecha hexagonal.

Pese a la «revuelta amarilla», pese al malestar por las reformas anti sociales, Iparralde ha discernido: ha dado preferencia a negar las mieles a Le Pen, aunque para ello haya aupado a Macron. Ello no obvia para que RN se haya asentado como segunda fuerza en localidades importantes –Kanbo, Hazparne…– o incluso haya ganado en otras como Heleta, Bidaxune, Lakarra, Suhuskune o Urketa.

En cualquier caso, que no se confíe el del Elíseo, porque el electorado vasco ha bloqueado a la ultraderecha, sí, pero también ha colocado un cinturón verde para recordarle sus carencias en clave de construcción de alternativa social y ecológica. El empuje decidido que han dado las urnas a Europe Ecologie-Les Verts, aliado de la federación de naciones sin estado RPS, atesora ese mensaje. Escrutinio dulce para el ecologismo político, que recoge un voto coherente con la movilización en favor de la justicia social y ecológica que ha tomado las calles de Ipar Euskal Herria en los últimos meses.

Respaldo que en el caso de Baigorri supera el 25% de los votos, pero que también le lleva a primera posición en otra veintena de municipios, lo que parece indicar que una parte del electorado abertzale, que no ha presentado plancha en estas elecciones, ha premiado el trabajo sobre el terreno, ya en el ámbito del desarrollo social, de la agricultura local, pero también del proceso de resolución o de la demanda en favor del euskara.

Otras diferencias: los electores vascos no han golpeado con tanta saña a Les Républicains ni al Partido Socialista, grandes perjudicados del escrutinio a escala hexagonal. Eso sí, la izquierda netamente jacobina, encarnada por La France Insoumise, impermeable a la dinámica territorial, que precede pero se asienta tras la creación de la Mancomunidad Vasca, sale mal parada. Una última curiosidad: los comunistas han sellado una victoria épica en Maule.