
Una colaboración puntual entre la Quincena Musical y el Museo San Telmo de Donostia hace dos años, fue el germen de “Los jueves de música en San Telmo”, un ciclo que permite disfrutar de la música de cámara en el claustro del museo y que parece haberse asentado en la programación de la Quincena. De esta forma, tras el éxito de sus dos primeras ediciones, que vieron agotarse las entradas para todos los conciertos, este año se celebrarán de nuevo tres conciertos los jueves 8, 22 y 29 de agosto, todo ellos a las 20.30.
La música de cámara era una de las asignaturas pendientes de la Quincena Musical, que no disponía de un espacio adecuado para organizar conciertos de pequeño formato. Por eso, los organizadores del festival comenzaron a buscar un enclave que fuera adecuado para formaciones instrumentales pequeñas en el que se pudiera asentar un ciclo de música de cámara. Llegaron así hasta el claustro del Museo San Telmo, con una excelente acústica para tratarse de un espacio al aire libre, y se decidió que podría ser un marco inmejorable para disfrutar de los matices de estas músicas. Desde entonces, el ciclo ha traído hasta el museo a conjuntos de primer nivel y ha propiciado también el encuentro de destacados solistas para hacer juntos música de cámara, prestando especial atención al talento de músicos vascos y españoles.
Este verano, además, el Museo San Telmo alberga una exposición temporal dedicada a la historia de la Quincena Musical. En ella se repasan los grandes hitos del festival, los artistas destacados que han pasado por sus ochenta ediciones y algunos de los aspectos sociales que lo han ido configurando hasta lo que es en nuestros días, a través de objetos, audiovisuales y una instalación doble del artista sonoro Mikel Arce. Estructurado en cinco secciones, el recorrido de la exposición permite dar un repaso general a la historia del festival, uno de los más antiguos de Europa, y a los aspectos que le otorgan su singularidad.
Tres conciertos
La leyenda del tango Astor Piazzolla será el protagonista del concierto que el acordeonista Iñaki Alberdi ofrecerá esta misma tarde en el claustro de San Telmo. Alberdi, que es uno de los músicos vascos más internacionales y es considerado uno de los acordeonistas que ha influido de forma decisiva en la evolución del instrumento, presentará un programa titulado “Todo Piazzolla” que incluye obras tan populares como las “Cuatro Estaciones Porteñas”, “Le Grand Tango”, “Contrabajísimo”, “Ave María” y la “Milonga del Ángel”. Supondrá una completa muestra de la variedad de estilos musicales del compositor argentino, desde su faceta más clásica a la más porteña y “canalla”. Alberdi hará suyo en el acordeón este repertorio escrito originalmente para bandoneón, y lo hará en compañía de cuatro músicos bien conocidos: el pianista Luis Fernando Pérez, el violinista Aitzol Iturriagagoitia, el violonchelista David Apellániz y la contrabajista Uxia Martínez Botano.
La segunda cita del ciclo, el día 22, transcurrirá por cauces más clásicos de manos del Cuarteto Gerhard, que vertebrará su actuación en torno a dos cuartetos de cuerda de Mozart y Schubert. Lírico y elegante el primero, dramático e intenso el segundo, su interpretación conjunta permitirá descubrir muchos nexos en común entre la música de ambos creadores.
El contraste llegará con uno de los compositores norteamericanos más celebrados: Samuel Barber, que está considerado un gran maestro en el uso de los instrumentos de cuerda. El Cuarteto Gerhard interpretará su único “Cuarteto para cuerdas”, en cuyo seno se halla el famoso “Adagio”, una de las páginas más celebradas de toda la música del siglo XX.
El último concierto del ciclo tendrá lugar el día 29 y estará en manos del dúo formado por la clarinetista Ona Cardona y el pianista Josep Colom, que llevan ya muchos años cultivando juntos la música de cámara. Para su presentación en San Telmo, el dúo ha escogido páginas románticas que se entrelazan entre sí con lazos familiares: por un lado miniaturas escritas por Robert Schumann y su mujer Clara (Wieck) Schumann, breves piezas desbordantes de musicalidad y pasión romántica; y, junto a ellas, dos sonatas para clarinete y piano de un amigo íntimo de los Schumann, Johannes Brahms, que en sus últimos años se fascinó con el sonido del clarinete y escribió para el instrumento algunos de los pasajes más bellos de su catálogo y de la música de cámara del siglo XIX.

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