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Varias personas intoxicadas en Aquitania tras automedicarse con hidroxicloroquina

La Agencia Regional de Sanidad (ARS) de Nueva Aquitania ha alertado en su último informe, difundido anoche, de que varias personas han resultado intoxicadas por automedicarse con un derivado de la cloroquina, producto que se emplea en el tratamiento del paludismo y otras enfermedades y con el que está tratando a decenas de pacientes con Covid-19 el iconoclasta infectólogo marsellés Didier Raoult.

Imagen del instituro científico de Marsella que impulsa el tratamiento con cloroquina. (IHU)
Imagen del instituro científico de Marsella que impulsa el tratamiento con cloroquina. (IHU)

La ARS informa en su comunicado, que no da demasiadas precisiones, de la intoxicación de varias personas que se automedicaron con un compuesto médico, la hidroxicloroquina (Plaquenil), derivado del producto con el que está tratando a decenas de pacientes el controvertido infectólogo marsellés Didier Raoult.

Según la nota, estas personas se automedicaron con ese medicamento, sin seguir ninguna recomendación médica, lo que les provocó problemas cardíacos, que en algunos casos obligaron a su ingreso hospitalario.

Convertido en un fenómeno mediático, el doctor Raoult logró, el jueves pasado, una importante victoria al conseguir que el Ministerio de Sanidad francés autorizara el tratamiento con cloroquina en los casos más graves de Covid-19, siempre en pacientes hospitalizados y bajo estricta observación médica.

Iconoclasta investigador ¿versus? élite científica

Mientras desde diferentes instituciones se reclama que se generalice la prescripción del medicamento, la comunidad científica francesa mantiene sus reservas, al entender que no hay estudios de campo que permitan avalar un tratamiento que, de forma voluntaria, están tomando decenas de personas, entre ellas algunos cargos públicos de la derecha marsellesa, que dibujan un pulso de fondo, entre el Instituto Mediterráneo de Infecciones (IHU) que dirige el conoclasta investigador, y la élite científica hexagonal.

Con todo, hay que remarcar que el prestigioso laboratorio que dirige el doctor Raoult se ha nutrido de una generosa aportación de fondos públicos, de hecho, el edificio que acoge a ese cluster científico empezó a cimentarse en 2011, con un presupuesto de 74,5 millones de los cuales 72,3 salieron de las arcas del Estado.

Convertido en un gran «almacén» que ha logrado aislar y conservar la colección de virus más importante del planeta, el IHU no solo investiga sino que trata. Así, dispone de 25 camas que están permanentemente completas, dado que acoge pacientes de todo el mundo.

En ese instituto ante el que diariamente hacen fila decenas de personas que creen padecer Covid-19 y quieren hacer de cobayas en el experimento con cloroquina, trabajan 800 personas, desde científicos a gestores de start-up.

En base a un modelo de gestión público-privada su cifra de negocio anual es de 125 millones de euros, de los cuales un 67% son aportados por la actividad científica y un 23% de los ingresos de pacientes.

El IHU de Marsella es solo uno de los escenarios de una competición por encontrar el remedio al azote epidémico que siembra la muerte a lo largo y ancho del planeta. Se trata de una carrera eminentemente científica pero que tiene derivadas económicas y políticas que pueden ser claves también mirando al escenario posterior a esta pandemia.