Iker BIZKARGUENAGA

Gipuzkoa ha pasado de la calma a la alerta máxima en solo dos semanas

La evolución de Gipuzkoa, que en dos semanas ha pasado de la estabilidad al descontrol, es un nuevo aviso de lo rápido que se puede propagar el virus y de la necesidad de atajarlo con rapidez. Con el herrialde en rojo, cabe preguntarse si no habría que haber actuado con mayor determinación cuando solo preocupaban un puñado de municipios.

Cribado realizado en Ordizia.
Cribado realizado en Ordizia.

Dos semanas. Ese es el tiempo que ha necesitado el covid para conducir a Gipuzkoa de una situación de relativa tranquilidad, con unos datos epidemiológicos estables, a un estado de emergencia total y riesgo extremo, con dos de cada tres municipios de más de cinco mil habitantes en zona roja y la capital, con una incidencia acumulada en 14 días de 476,74 casos por cien mil habitantes, a punto de entrar.

Dos semanas antes, el 9 de octubre, Donostia presentaba menos de la mitad de positivos, 232,31, y la única preocupación que se expresaba desde las instituciones hacía referencia a Azkoitia, donde esa misma semana se llevó a cabo un cribado masivo por la importante afección del virus. De hecho, en el informe de Osakidetza de aquel día, la incidencia acumulada en esa localidad ya era de 717,32, y entraba por tanto en los números que podrían hacer recomendable su confinamiento, según lo que se había fijado poco antes en el Consejo Interterritorial.

Sin medidas específicas

Sin embargo, ni se confinó ni se adoptó ninguna medida específica respecto a Azkoitia. Y tampoco en Azpeitia, localidad vecina que tenía entonces una incidencia de 524,74, ni en otros municipios que ya despuntaban por su importante afección. Como Zegama, con una tasa de nada menos que 1.305,48 casos.

El coordinador del programa de Vigilancia y Control del Covid, Ignacio Garitano, explicó en aquellas fechas que el objetivo del cribado de Azkoitia –se hizo otro en el barrio gasteiztarra de Sansomendi– era «doblar la curva de contagios de una forma más rápida y cortar la cadena de transmisión del coronavirus». Salta a la vista que no se ha conseguido. En el boletín de ayer, Azkoitia tenía una incidencia acumulada de 1.176,08 casos, en Azpeitia llega hasta 1.414,81, y en Zegama la tasa es de 2.480,42.

Junto a estos, otros 46 municipios guipuzcoanos –49 de un total de 88–, han rebasado la barrera de los 500 positivos. Y 22 de los 34 que cuentan con más de cinco mil habitantes ya están en rojo, tras la incorporación de Arrasate y Bergara a ese listado.

La pregunta, ineludible vista esa evolución, es si entonces no se deberían haber adoptado algunas de las restricciones aprobadas esta semana, cuando la situación ya se ha descontrolado y va a costar mucho revertirla.

Porque lo cierto es que el Plan Bizi Berri II, que marca las pautas de actuación de Lakua en respuesta a la evolución pandémica, se menciona la opción de decretar limitaciones a la movilidad y confinamientos de los lugares con una transmisión «muy alta» del virus –500 casos por 100.000 habitantes–. Pero el Ejecutivo no adoptó ninguna de estas medidas.

Solo Araba aguanta

Es posible que como ya ocurrió en primavera, el Gabinete de Iñigo Urkullu se haya visto superado por los acontecimientos, que una vez más se han desarrollado con una rapidez enorme.

Y es que la CAV había entrado en la segunda semana de octubre con una tendencia positiva y la menor afección desde el pasado verano, cuando el virus golpeó con fuerza con un pico entre agosto y setiembre. El 9 de octubre, con Nafarroa en plena marejada, Gipuzkoa mantenía una incidencia acumulada de 266,59, menor que en Araba, 272,89, y los datos de Bizkaia eran mejores incluso: 220,68.

Dos semanas después, Gipuzkoa, que ayer informó de 545 nuevos positivos –nuevo récord–, tiene una incidencia de 626,33 contagios y está en cifras muy similares a las que presentaba Nafarroa en aquellos días.

Y aunque va a otro ritmo, a Bizkaia tampoco le está yendo bien. Los 561 contagios reportados ayer constituyen también una nueva marca en ese herrialde, donde ya son seis los municipios que están en zona roja, tras sumarse Urtuella a Durango, Elorrio, Abadiño, Ermua y Lekeitio. Además, otras importantes localidades, como Zornotza (470,74 casos) y Galdakao (479,77) están a las puertas.

Y varios municipios que no llegan a cinco mil habitantes pero que no son pequeños también están por encima de los 500 positivos de referencia, como es el caso de Berriz (1.191,24) o Markina-Xemein (2.095,08), que lleva mucho tiempo en tasas muy altas de incidencia.

De esta forma, la CAV, que entró en la segunda semana de este mes con una incidencia inferior a los 250 casos por cien mil habitantes, superó ayer el listón de los 450, doscientos más que hace dos semanas y medio centenar más del pico de setiembre.

En este contexto, y con Nafarroa cada vez más cerca de los mil casos por cien mil habitantes a pesar de registrar el jueves 469 positivos, 124 menos que el día anterior, solamente Araba aguanta el tirón, con una incidencia de 319,54, una cifra muy similar a la que tenía hace un mes: 320,76 el 22 de setiembre.

En ese herrialde, la situación más comprometida es la de Agurain, que está en naranja con una incidencia de 434,29, mientras que Gasteiz, foco principal de la pandemia en primavera, tiene 333,54 casos y es la capital de Hego Euskal Herria menos afectada. Además, municipios con bastante población como Laudio (196,24) y Amurrio (76,78) están en color amarillo.