La vida pasa tan rápido que una cineasta joven como la argentina Clarisa Navas acumula ya experiencias vitales suficientes para hacer sus películas en un tono inspirador claramente autobiográfico. No es lo mismo que chicas universitarias hablen de la marginalidad que no conocen, que alguien como ella, criada en un barrio periférico, disponga de material humano de primera mano. De ahí la autenticidad que desprende su cine, y que le está abriendo las puertas de los festivales internacionales.

Con su ópera prima, ‘Hay partido a las tres’ (2017), trató sobre el fútbol femenino canchero, algo que también sigue presente en cierta manera en su segundo largometraje ‘Las mil y una’ (2020), ya que la protagonista practica a todas horas el basket en una destartalada cancha suburbial. Por su primer largometraje obtuvo el premio al Mejor Reparto en el BAFICI, y con el siguiente triunfó en Mar del Plata, obteniendo los premios de Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guion y Mejor Dirección Artística.

En la sección Horizontes del SSIFF recibió una Mención Especial del Jurado, que repitió en Toulouse, después de inaugurar la sección Panorama de la Berlinale con excelentes críticas, que situaban a Clarisa Navas ya como la nueva Lucrecia Martel. Esa comparación puede que se deba a que la autora de Corrientes utiliza una narrativa sustentada en el plano- secuencia a cámara fija que permite contemplar con detenimiento a los personajes dentro del cuadro.

La película dura dos horas, que sirven para describir el ritmo del crecimiento personal, ya que estamos ante una historia de iniciación adolescente, con chica de 17 años que conoce a otra mayor que ella en la barriada de las Mil Viviendas, en Corrientes. Papeles principales incorporados por Sofía Cabrera (Iris) y Ana Carolina García (Renata), dentro de un reparto no profesional aportado por la verdadera juventud vecinal.