Álex ROMAGUERA
Barcelona

Las urnas dirimirán el 30 de mayo el rumbo del conflicto con el Estado

Las elecciones autonómicas medirán el apoyo que tienen las distintas estrategias de ERC y JxCAT para alcanzar la autodeterminación y la capacidad del independentismo de superar, por primera vez en la etapa democrática, el 50% de los sufragios. Un hecho que daría un nuevo impulso al conflicto.

Reunión ayer de la mesa de partidos para decidir el aplazamiento electoral a mayo. (TWITTER GOVERN)
Reunión ayer de la mesa de partidos para decidir el aplazamiento electoral a mayo. (TWITTER GOVERN)

La mesa de partidos catalanes acordó ayer a propuesta del Govern y sin unanimidad por la posición contraria del PSC, aplazar las elecciones convocadas para el 14 de febrero al 30 de mayo. Aunque la legislatura no expiraba hasta diciembre de este año, la inhabilitación del president Quim Torra, condenado el pasado mes de septiembre por desobedecer a la Junta Electoral Central, y el clima de desconfianza que arrastran los dos socios de gobierno han precipitado una convocatoria que todos los sectores reclamaban a gritos. Más aún viendo la necesidad de abordar el plan de reconstrucción social y económica que la Generalitat tendrá que afrontar a causa de la pandemia.

La crisis sanitaria ha trastocado todas las agendas y eclipsado algunos de los temas que condicionaban la dinámica política hasta ahora, de tal manera que parte del debate girará en torno a los recursos disponibles para combatir la actual emergencia, la cual ha dejado a la restauración y a otros sectores productivos en una situación límite.

Hegemonía en disputa

Aunque las alusiones a la crisis económica y social serán inevitables durante la campaña electoral, esto no impedirá que reluzcan los aspectos que han marcado el conflicto con el Estado a raíz del referéndum de 2017, como es la represión contra el movimiento independentista y el derecho de los catalanes a decidir libremente su futuro. Es aquí donde se dibujan dos bloques claramente enfrentados, el soberanismo, por una parte, y el constitucionalismo, por otra. Dos bloques que en su mismo seno tampoco ofrecen una única receta a seguir.

Si nos centramos en el campo soberanista, ERC y JxCat se disputarán la hegemonía llevando a sus espaldas propuestas que, como se ha comprobado, han impedido articular una unidad de acción para avanzar en la resolución del conflicto. Mientras que los republicanos apuestan por tejer un gobierno de «vía ancha» que agrupe a independentistas y autodeterministas –en alusión a Catalunya en Comú–, la formación capitaneada por el expresident en el exilio, Carles Puigdemont, y la diputada en el Congreso Laura Borràs, quiere representar «la confrontación inteligente» que permita a Catalunya dar salida al mandato popular surgido del referéndum del 1 de octubre.

Para ello, los dos partidos se han armado de figuras de prestigio que combinan experiencia y renovación. La formación de Oriol Junqueras, que confía en el perfil moderado de Pere Aragonès, ha recuperado a Laura Vilagrà, referente de su arraigo municipal, al mismo tiempo que ha colocado de número 4 por la demarcación de Tarragona al exdiputado del PSC Carles Castillo, confirmando su voluntad de atraer a sectores del socialismo que, durante los últimos años, han abrazado el proyecto de la República.

En cuanto a JxCat, además del regreso de su carismática portavoz en Madrid, cabe destacar el fichaje de quien hasta ahora era presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, el empresario Joan Canadell. Un personaje de corte liberal que, gracias a su gestión al frente de este organismo, ha obtenido mucho empuje mediático.

A medio camino, la CUP ya ha anunciado su disposición a, en caso de ser decisiva, asumir responsabilidades de gobierno para hacer posible un referéndum de independencia antes de 2025. Una llamada a la unidad para la cual contará como cabeza visible con Dolors Sabater, la activista de Badalona que gracias al apoyo de toda la izquierda y los movimientos sociales, hace cuatro años arrebató al antiguo líder del PP en Catalunya, Xavier García Albiol, la Alcaldía de la segunda ciudad de Catalunya.

Al margen de estos tres partidos, y sin apenas posibilidades de obtener escaños, concurrirán en los próximos comicios el PDeCAT, del cual salió JxCat y que agrupa a diferentes cargos del espacio posconvergente; el Partit Nacionalista Català (PNC), encabezado por su exsenadora Marta Pascal, así como listas surgidas del descontentamiento entre las bases soberanistas por la parálisis del Procés. Es el caso de Primàries, impulsada por cuadros cercanos a la ANC; Coalició de Represaliades, promovida por activistas de los CDR, y el etnicista Front Nacional de Catalunya (FNC). Una sopa de siglas que, más allá de sus enormes distancias en materia social, coinciden en el hecho de que si suman más del 50% de los sufragios –y no solo en representación parlamentaria– supondrían un revulsivo para el conjunto del independentismo.

Atomización constitucionalista

Por su lado, y para evitar la mayoría soberanista, las fuerzas estatales perfilan candidaturas que insistirán en la idea de los perjuicios que supuestamente ha conllevado el ejecutivo de ERC y JxCat para el progreso y la estabilidad institucional. Con mayor o menor vehemencia, cada formación se presenta como el antídoto ante el desgobierno y la fractura social que, a su juicio, ha experimentado Catalunya a causa del Procés.

En esta tesitura, todas los partidos del arco constitucionalista han recurrido a un baile de fichajes para ampliar su perímetro electoral: el PSC ha puesto de cabeza de cartel al actual ministro de Sanidad, Salvador Illa, confiando en que hará el sorpasso a Ciudadanos; el partido de Inés Arrimadas ha fichado a la periodista Anna Grau como segunda de lista, justo detrás del actual líder de la oposición, Carlos Carrizosa; mientras que el Partido Popular ha incorporado a la exportavoz de C’s en el Parlament, Lorena Roldán, para ser la número 2 de Alejandro Fernández. En la lista de los populares para la provincia de Barcelona también figurarán la exconcejal de Barcelona pel Canvi (candidatura próxima a Ciudadanos) Eva Parera, y el expresidente de Foment del Treball y exvicepresidente de la CEOE, Joaquim Gay de Montellà .

A todo ello no hay que escapar por alto la posible irrupción de Vox, que dado su empuje a nivel estatal, podría absorber parte del votante más decantado por los mensajes xenófobos del españolismo. Según las encuestas, la formación de Abascal podría incluso tener grupo parlamentario propio.

Ante este panorama, todo indica que se divisa un escenario con muchos interrogantes, aunque la demoscopia ya augura que ERC y JxC estarán condenados a entenderse si quieren garantizar un gobierno netamente independentista en la plaza de Sant Jaume.

La otra posibilidad, tal y como aspira ERC, es articular un ejecutivo de amplio espectro que abarque las dos marcas del mundo posconvergente (JxCAT y PDeCAT), la CUP y Catalunya en Comú. Una propuesta que la formación liderada por Jessica Albiach ya ha descartado de antemano por sus enormes diferencias con el partido de Puigdemont.

Para los comunes, el escenario deseable es participar en un nuevo tripartito junto a ERC y el PSC, hecho que los republicanos han rechazado debido a sus disputas con la formación presidida por Miquel Iceta. Otra posibilidad, finalmente, es la conformación de un ejecutivo en minoría que necesitaría de la geometría variable para tirar adelante los presupuestos e ir avanzando en cualquier materia, cosa que nadie desea.

De esta manera, podríamos encontrarnos con un hemiciclo similar al de la última legislatura, aunque mucho más fragmentado y polarizado en la cuestión nacional. Solo si el independentismo obtiene más del 50% de los votos y ensancha su mayoría parlamentaria cambiaría el guión de forma importante, pues supondría el golpe de efecto que tanto las entidades soberanistas como los principales partidos se exigen para abrir un nuevo embate con el Estado.

«Ella o Illa»: el dilema que acapara las redes sociales

Cada partido político juega sus cartas en los diferentes campos de batalla. También en el de las redes sociales, donde con motivo de las elecciones catalanes algunos mensajes centran la atención más que otros. Entre el aluvión de ideas, destacan las referencias a la posibilidad de que la candidata de JxCat, Laura Borràs, sea la primera presidenta de la Generalitat o, en el polo opuesto, que el ministro de Sanidad y habitual en los medios por su destacado papel en la lucha contra el covid-19 Salvador Illa devuelva al PSC el liderazgo que en su momento encarnaron Pasqual Maragall y José Montilla.

Así, mientras ERC opta por exhibir moderación con el fin de aglutinar el máximo de apoyos, los independentistas de Puigdemont y los socialistas han optado por medirse  mediante la dicotomía «Ella o Illa», en referencia a Borràs o al ministro español de Sanidad.

Veremos si esta dialéctica influye en los resultados finales el próximo mayo o no pasa de ser un divertimento dentro del campo virtual.