Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Interpretación esotérica de lo felliniano

FELLINI DE LOS ESPÍRITUS
Italia. 2020. 100’. Tít. Orig.: ‘Fellini degli spiriti’. Dtora, guion y Dir. Art: Selma Dell’Olio. Prod.: Simona Banchi. Int.: Damien Chazelle, William Friedkin, Terry Gilliam, Nicola Pionvani, Gigi Proietti, Aldo Tassone, Maurizio Porro, Andrea De Carlo, Gianluca Farinelli.

Se habla de la conexión espiritual entre Fellini y Giulietta Masina. (NAIZ)
Se habla de la conexión espiritual entre Fellini y Giulietta Masina. (NAIZ)

Cada cual siente el cine de una manera diferente, y eso está bien, aunque a veces nuestra interpretación de la obra de un autor consagrado no coincida para nada con la hecha por sus cronistas. Mi visión del cine de Fellini no ha cambiado con el paso del tiempo, y es la que era, porque me sigue pareciendo un maestro del simbolismo y del surrealismo mediterráneos. Pero los tiempos evolucionan, y hoy en día sus películas se ven de otra manera, sin que no falten quienes quieran integrarlas a las nuevas modas o tendencias estilísticas y conceptuales.

Así, Selma Dell’Olio hace una lectura esotérica de lo felliniano considero que maniquea, pues se basa en una película concreta dentro de toda una filmografía, y su análisis gira alrededor del retrato que hizo de Giulietta Masina en ‘Giulietta de los espíritus’ (1965), partiendo de la base de que, en lo físico, la menuda actriz no coincidía con el prototipo de belleza femenina que tenía el cineasta, y que se identificaba más con la voluptuosa Anita Ekberg, a la que homenajeó en ‘La dolce vita’ (1960).

Por lo tanto, la conexión entre el director y su musa había de ser más espiritual que otra cosa. Creo que Dell’Olio se deja llevar por lo anecdótico y superficial cuando centra las influencias de Fellini en círculos sociales interesados por la astrología y la videncia, citando como sus gurús al pintor Gustavo Rol y al peculiar discípulo de Jung, el psicoanalista y astrólogo Ernst Bernhard.

Si de psicoanalizar al genio se trata, convendremos en que su representación de los sueños y de los recuerdos es ante todo de calidad onírica, tal como muestra su transformación del Rimini natal en el Borgo imaginario de ‘Amarcord’ (1973).

La película, en cualquier caso, forma parte de las celebraciones del centenario del nacimiento de Fellini en 1920, y lo mejor es volver a disfrutar de sus creaciones sin modismos.