Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Centenario de un gran clásico mudo

EL CHICO
EEUU. 1921. 68’. Tít. Orig.: ‘The Kid’. Dir., guion, Prod., Mús. y Mont.: Charles Chaplin. Int: Charles Chaplin, Jackie Coogan, Edna Purviance, Carl Miller, Tom Wilson, Henry Bergman, Charles Reisner, Raymond Lee, Lita Grey, Frank Campeau, Granville Redmond.

Chaplin protagonizó, dirigió, produjo, montó y musicó la película. ( NAIZ)
Chaplin protagonizó, dirigió, produjo, montó y musicó la película. ( NAIZ)

El 6 de febrero se cumplen cien años del estreno mundial de ‘El chico’ (1921), por lo que, coincidiendo con tan señalada fecha, se repone este fin de semana en una edición remasterizada que recupera la banda sonora original compuesta por el propio Charles Chaplin, y que entonces se interpretaba en directo durante la proyección de los rollos mudos.

Aunque todavía no llegaba a la hora y media de duración que con el paso del tiempo se impondría en las sesiones comerciales, supuso el salto de los cortometrajes de Charlot al largometraje autoral, puesto que Chaplin fue todo un ejemplo de artista renacentista y multifacético dentro del cinematógrafo. A partir de ese hito, el resto de su filmografía lo compondrían otras tantas obras maestras, por más que le costase adaptarse a la llegada del sonoro con las películas dialogadas, prueba de fuego que terminó superando gracias a su descomunal talento.

‘El chico’ (1921) es un título clave en su carrera, no solo por las circunstancias históricas que la convertieron en una realización pionera, sino también porque tenía mucho de autobiográfico. Se inspiró en su dura y desvalida infancia en Inglaterra digna de una novela de Dickens, a la vez que en la muerte de su hijo Norman, fallecido a los tres días de nacer.

Le sirvió para madurar la figura del vagabundo con la que el público de la época le identificaba, haciendo que ese tipo marginal y transgresor tomase responsabilidades y mostrase sus verdaderos sentimientos, por lo que a la calidad de los momentos de comedia se unía una desbordante inspiración melodramática. Detrás de esa fachada latía un sincero retrato de las diferencias de clase, recordando a los nuevos ricos sus orígenes humildes.

Delante de la cámara Chaplin encontró a su alter ego infantil en el niño prodigio Jackie Coogan, destinado a hacer de Oliver Twist.