Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

90 aniversario de James Dean: La leyenda de una mirada cargada de melancolía

Cumplidos noventa años de su nacimiento, James Dean figura como uno de los grandes mitos de Hollywood. ‘Al este del edén’ (1954), ‘Rebelde sin causa’ (1955) y ‘Gigante’ (1956), cimentaron la leyenda de un actor que a lo largo de su fugaz vida buscó su lugar en el mundo.

James Dean en una icónica imagen de ‘Gigante’ (1956). (WARNER BROS.)
James Dean en una icónica imagen de ‘Gigante’ (1956). (WARNER BROS.)

James Dean fue aquel gigante de barro que quisó renegar del edén hollywoodense para prolongar su sombra de rebelde sin causa. No obstante, ni la sociedad, ni Hollywood se lo permitieron y ello le llevó a no levantar el pie del acelerador de su flamante ‘Little Bastard’, un potentísimo Porsche Spyder 550 que, tras arrancarlo el 30 de setiembre de 1955, lo estrelló contra otro vehículo que transitaba por un solitario tramo de una carretera del norte de California.

Su cuerpo sin vida quedó atrapado entre metales retorcidos que nunca lo liberarían de lo que aconteció de manera inmediata, el nacimiento de una leyenda.

Veinticuatro años antes de aquel fatidico día, el 8 de febrero de 1931, James Byron Dean vino al mundo en la ciudad de Marion, un lugar enclavado en Indiana e inmerso en la convulsión tras el linchamiento meses antes de dos afroamericanos por una jauría compuesta por blancos encolerizados.

La familia decidió trasladarse a la soleada californa, Santa Mónica, escenario en el que el pequeño sufriría la pérdida de su madre cuando apenas tenía 9 años.

Un trágico episodio que le marcaría para siempre, al ser únicamente su madre la que compartía con él su amor por la interpretación, y que le separaría casi definitivamente de su padre, tras mandarle este a vivir con sus tíos a una granja de Indiana.

El joven Dean renegó de los cantos de gallo matutinos y retornó a la costa oeste para estudiar Derecho en la Universidad de California, al tiempo que probaba suerte en diversos castings para pequeños papeles televisivos.

Las constante negativas no le amilanaron y un buen día, fruto del azar y de su amistad con el actor James Whitmore, encontraría su primer papel en el drama televisivo ‘Hill Number One’.

Por entonces, tomó la decisión de hacer las maletas y trasladarse a Nueva York para perfeccionar sus registros interpretativon en el mítico Actors Studio dirigido por Lee Strasberg, resolución fundamental para su carrera que le propiciaría un papel en el montaje teatral de ‘See the jaguar’ y una participación clave en la adaptación teatral del libro de André Gide ‘El inmoralista’ (1954).

En esta pieza se metió en la piel de un extorsionador homosexual, una interpretación que no pasó desapercibida para uno de los fundadores de del Actors Studio, el director Elia Kazan.

Tres películas que cimentaron su leyenda

El cineasta tenia en mente trasladar a la gran pantalla una versión libre de la novela de John Steinbeck ‘Al este del edén’. Según narra la leyenda, Kazan fue testigo del enésimo encontronazo paternofilial que mantuvieron el joven actor y su padre.

Kazan detectó de manera inmediata que entre ambos predominaba la ausencia total de relación alguna y ello le convenció de que James Dean era el actor ideal para dar vida al atormentado personaje de Cal Trask.

‘Al este del edén’ aportó una nueva visión en torno al mito de Caín y Abel, en la que James Dean recibió grandes alabanzas gracias a una interpretación al bordeaba el histrionismo, repleta de un sinfín de gestos y cambios tonales que, junto a su complicidad con Raymond Massey, su padre en la cinta, le encumbrarían para siempre en el firmamento cinematográfico.

‘Al este del edén’ le proporcionó a Dean unos incipientes ingresos con los que pudo comenzar a dar rienda suelta a su pasión por la velocidad, con la compra de un Porsche Super Speedster blanco con el que se inició en las carreras en ruta.

Al poco tiempo se embarcó en un nuevo proyecto titulado ‘Rebelde sin causa’(1955), a las órdenes de Nicholas Ray, una cinta que reunía a tres talentos jóvenes: el mencionado Dean, Natalie Wood y Sal Mineo.

En este explosivo retrato generacional, Dean encarnó, de nuevo, a un personaje al margen de la norma que busca su sitio en un entorno problemático, con unos padres que han dejado de quererse y unos compañeros de instituto deseosos de castigar a todo aquel que se salga de lo establecido.

Un año después, participaría en la que sería su tercera y última película, la monumental ‘Gigante’. Dirigida por George Stevens, aborda la historia de una familia de terratenientes, con Rock Hudson en el papel de Jordan Benedict y Elizabeth Taylor encarnando a su esposa y amor platónico de Jett, un empleado de la familia interpretado por James Dean.

Corre Jimmy, corre

Nada más terminar el rodaje, Dean, al que le habían prohibido por contrato acelerar su bólido, cogió su nuevo Porsche 550 Spyder, al que apodó ‘pequeño bastardo’, y junto a su mecánico Rolf Wuetherich, participaron en una carrera en la localidad californiana de Salinas.

Alertado por el aparente exceso de velocidad, un policía paró al deportivo plateado, multándolo por ir a 65 millas por hora en una zona de 55 millas por hora.

Desgraciadamente solo dos horas después Dean y su mecánico fueron embestidos en el cruce de Highway 46 y Highway 41, a unas 80 millas de Bakersfield, por un sedán Ford Tudor.

Como consecuencia del accidente, Dean se rompió el cuello y sufrió graves lesiones internas que le hicieron llegar muerto al hospital. El mecánico, en cambio, salió con vida.

El 8 de octubre de 1955, James Dean fue enterrado en Fairmount (Indiana), ante más de tres mil personas y dos días después se produjo el estreno en Nueva York de ‘Gigante’.

Jimmy Dean nunca pronunció la frase «vive deprisa, muere joven y serás un hermoso cadáver», su carácter era huraño, no le gustaba ni su baja estatura, ni su miopía.

Al igual que los personajes que encarnó en la pantalla y de forma inesperada, solía saltar en estallidos de furia que se tornaban en secuencias empañadas de tristeza.

Según Eliabeth Taylor, Jimmy le confesó que en su infancia había sido objeto de abusos sexuales por parte del pastor de su iglesia. Decían de él que vivía atormentado, que era un niñato consentido pero nadie reveló como él y a través de su mirada rotunda, el desamparo y la melancolía.