
En mi columna semanal me refiero a la polémica que suscitó en México el sexto largometraje del enfant terrible del cine azteca Michel Franco, y es que el debate racial a cuenta de ‘Nuevo orden’ (2020) da para mucho.
Al respecto, solo quiero añadir que, una vez estrenada la película en su país de origen, la controversia, lejos de remitir, no ha hecho sino extenderse aún más, dividiendo a la crítica especializada. No fue así durante su presentación en la Mostra de Venecia, donde el pase oficial fue seguido de una larga y cerrada ovación. A la hora del palmarés, se hizo con el Gran Premio del Jurado y el Leoncino de Oro otorgado por el jurado joven. En el Festival de Estocolmo ganó el premio Impacto y en los Forqué, el de Mejor Película Latinoamericana.
La mayoría de comentarios recogidos en torno a dichos eventos cinematográficos anuales señalan coincidencias con la aclamada obra del coreano Bong Joon-ho ‘Parásitos’ (2019), vista antes y, por lo tanto, susceptible de ser revisada. Yendo más lejos, se podría considerar a Franco y a su creación como una variante efectista y radicalizada del clásico de Buñuel ‘El ángel exterminador’ (1962).
El punto de partida es la celebración de una boda de la alta sociedad, que se verá violentamente interrumpida por la invasión de un grupo de alborotadores, dentro de lo que parece una insurrección callejera de las clases populares en contra de las dirigentes. La familia de la novia ya tiene sus propios conflictos sociales con su personal de servicio, ya que un empleado solicita a la matriarca del clan un adelanto para costear la operación médica de su esposa a vida o muerte. Sin embargo, no recibe la cantidad solicitada, sino una humillante limosna.
Cuando la prometida tiene la oportunidad de intervenir en favor del asalariado ya es tarde, debido al estallido de la sublevación, que se encuentra fuera de control. Más aún, por culpa de la actuación del Ejército que, lejos de intermediar en el conflicto, se dedica al saqueo, las violaciones de los derechos y a aumentar el caos.
Se da el tipo de coyuntura, tantas veces repetida a lo largo de la historia, de que siempre sobreviven a las revoluciones quienes ostentan el poder o sus sucesores.
Pero lo que impacta en la audiencia, y de ahí las reacciones encontradas, es el odio criminal con el que la gente pobre ataca a la rica, en una sinrazón que va más allá de la lucha de clases, dado que no hay móvil ideológico de por medio.

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