La producción del estudio mexicano Ánima me genera sentimientos encontrados, porque tiene una innegable impronta de la cultura azteca, pero su apariencia y resultados técnicos no se corresponden con su nivel de distribución internacional. Varias generaciones nos hemos divertido de lo lindo con sus programas infantiles de televisión, y en la memoria colectiva ocupan un lugar destacado “El chavo del ocho” o “Chapulín Colorado”, recuperados ahora por las plataformas digitales. Y en cuanto a la animación la franquicia de Las Leyendas nos ha descubierto muchos y variados mitos precolombinos, pero sus largometrajes más recientes y sus versiones anglosajonas no terminan de convencer. Me refiero a títulos como “La liga de los cinco” (2020), realizada por Marvick Núñez. Es la misma línea en que se mueve Leopoldo Aguilar, responsable de “El secreto del medallón de Jade” (2012), “Monster Island (Isla Calaca)” (2016) y “Escuela de miedo” (2020), que es el título objeto de crítica.

El diseño puramente fantástico es correcto, tanto en cuanto se limita a seguir modelos importados de Hollywood. Corresponde a un tipo de GGI que está más que testado, con efectos visuales reconocibles para representar la quinta dimensión y los monstruos que la habitan. La imaginación comienza a fallar en lo tocante a los localismos, como si la tipología mexicana que se quiere vender al mundo es la de las taquerías y los espectáculos de luchadores enmascarados. Todo ello aparece resumido en el Hombre Polilla, que completa el trío principal junto al superdotado Danny y su amiga Liz, hija de científico.

El mensaje de fondo también es un plato que se sirve recalentado, y hace una vez más referencia a la necesidad de trabajar en equipo, a causa de que el estudiante protagonista pone en peligro la seguridad planetaria con sus experimentos por libre al comportarse como un niño que juega con fuego y se quema.