Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La disforia de género a una edad temprana

UNA NIÑA                                          
Estado francés. 2020. 90’. Tít. Orig.: ‘Petite fille’. Dtor. y guion: Sébastien Lifshitz. Prod.: Muryel Meynard. Int.: Sasha y su madre. Fot.: Paul Guilhaume. Mús.: Armand Amar. Mont.: Pauline Gaillard. Son.: Yolande Decarsin.

Sasha se siente niña desde que tenía apenas 3 años. (NAIZ)
Sasha se siente niña desde que tenía apenas 3 años. (NAIZ)

L a trayectoria fílmica de Sébastien Lifshitz, tanto dentro de la ficción como del documental, le convierten en una de las personalidades más destacadas del cine hecho por la comunidad gay. Lleva haciendo películas de temática LGBT desde finales de los 90, con reconocimientos en festivales internacionales especializados o abiertos.

Con ‘Wild Side’ (2004) ganó el premio Teddy en la Berlinale, el Especial del Jurado en Gijón y el LGBT en Milán. ‘Les invisibles’ (2012) le valió el César al Mejor Documental. Y con el mediometraje ‘Les vies de Thérèse’ (2016) se llevó la Queer Palm en el Festival de Cannes.

Pero el trabajo que más reconocimientos le ha valido, aparte de las buenas críticas cosechadas con ‘Primer verano’ (2000), ‘La traversée’ (2001) o ‘Plein Sud’ (2009) es, sin duda, ‘Petit fille’ (2020). Ha ganado los festivales de Sevilla (Sección Nuevas Olas), Chicago, Montreal y Gante. Además de inaugurar la sección Panorama de la Berlinale y obtener en los premios del cine europeo el de Mejor Sonido para Yolande Decarsin.

La clave del éxito está en que, habiendo ya tratado la transexualidad en su mediometraje ‘Bambi’ (2013), que se movía en el mundo del espectáculo adulto, en esta ocasión se atreve a abordar dicha realidad en su más tierna infancia. De ahí lo instructivo que resulta como documental en torno a la disforia de género, que se entiende por la angustia de la persona transgénero frente al sentimiento de inadecuación entre el sexo asignado y su identidad de género.

Atención a esto último, porque el caso de la pequeña Sasha se manifiesta a partir de los 3 años, no como un conflicto de sexualidad evidentemente, sino identitario. En esa fase preescolar ella dijo textualmente: «Cuando sea mayor seré una chica».

La frase se muestra como una declaración para la detección precoz en el entorno pedagógico y familiar de una manifestación natural y espontánea, que nunca debe ser tomada como un capricho infantil o pasajero, para así evitar que acabe convirtiéndose en un problema. Que es lo que ocurre en el caso de Sasha y su madre por la oposición del colegio.