Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Massoud Bakhshi: «En los realities de Irán se especula con el perdón de los convictos»

‘Yalda, la noche del perdón’ se basa en una mujer que, condenada a muerte tras matar accidentalmente a su marido, acude a un show televisivo para solicitar perdón. El cineasta Massoud Bakhshi reflexiona sobre el patriarcado, la lucha de clases y los límites éticos de los realities en el Irán actual.

El cineasta iraní Massoud Bakhshi, autor de 'Yalda, la noche del perdón'. (Avalon Films)
El cineasta iraní Massoud Bakhshi, autor de 'Yalda, la noche del perdón'. (Avalon Films)

El punto de partida de la nueva realización del iraní Massoud Bakhshi podría ser tildado de distópico. No obstante, es una situación real que acontece en el Irán actual: una mujer de 22 años de edad es sentenciada a muerte tras matar por accidente a su marido, de 65 años. La única persona que puede salvarla es la hija del fallecido. Para ello, solo tiene que acudir a un conocido programa de televisión y perdonar en directo a la acusada.

Este el punto de arranque de ‘Yalda, la noche del perdón’. En relación a semejante sipnósis, Bakhshi recuerda que «este tipo de reality shows existen en mi país. Montan un teatrillo y ponen en juego el perdón de los convictos de diversas formas. El programa que más me inspiró lleva en antena unos diez años y es un gran éxito en Irán durante el mes del ramadán. Un amigo que sabía que, en mi próxima película, quería contar la historia de una mujer a la que sentencian a muerte por matar a su marido, me recomendó que lo viera. No di crédito: ¡un programa en directo en el que un ser humano se juega la vida! Me inspiró para el programa de la película, al que llamé de forma satírica ‘La alegría del perdón’».

En relación al título de su segundo largometraje, revela que «Yalda es una celebración zoroástrica que marca el comienzo del invierno, la noche más larga del año. Las familias se reúnen con sus familiares y amigos, y la gente recita poemas de Hafez, uno de los pilares de la cultura persa. Esta celebración siempre me ha impactado mucho, desde que era niño, y me pareció el contexto ideal para mi historia: una noche larga, en la que puede pasar cualquier cosa; una oportunidad para Maryam, la protagonista, que ha sido sentenciada a muerte, de dar su versión de estos hechos tan trágicos. También es la última oportunidad para Maryam de que Mona -la hija del fallecido- la perdone. De ahí que se esfuerce tanto por contar su verdad, después de una complicada espera en la cárcel».

La ley de Talión y el indulto catódico

La película asienta sus bases en dos elementos opuestos, la ley del Talión y el indulto. Para Massoud Bakhshi, «la ley del Talión, esta idea del ‘ojo por ojo, diente por diente’, es parte esencial de la ley islámica. Es un derecho que se le otorga a la sociedad civil: si la familia de la víctima está dispuesta a perdonar, no se ejecuta al convicto, sino que este debe cumplir una pena de cárcel, dependiendo del crimen, y pagar un ‘precio de sangre’ a la familia de la víctima. La cantidad se fija en base a criterios concretos; hay más de 80 supuestos distintos».

Otro elemento importante es que la protagonista de la película es una mujer que se casó mediante un ‘matrimonio temporal’. Un concepto que explica el director: «Un matrimonio temporal (‘sigheh’) es un contrato de matrimonio de duración determinada. Esta se acuerda de antemano, y puede ser de un día o de varios meses. La pareja debe respetar este plazo. Los matrimonios temporales se remontan a los comienzos del islam. En esta época de constantes guerras, abundaban las viudas. Por tanto, los hombres podían tener varias esposas que se encargasen de sus hijos. Las mujeres podían hacerlo a cambio de una suma económica, también acordada previamente, o de nada, pero no tenían derecho a la herencia de su marido bajo ningún concepto. Aunque cualquier hijo concebido en uno de estos matrimonios puede reclamar una parte de la herencia de su padre, los hombres suelen dejar a sus  esposas ‘temporales'’ De  este  modo, sus hijos acaban siendo ‘bastardos’, sin apellido y sin padre. Hay leyes recientes que intentan proteger más a las mujeres y a los hijos nacidos de estos matrimonios».

Para rubricar este acercamiento al Irán actual, el cineasta ha tenido presente el conflicto de la lucha de clase, el cual se escenifica en el plató de televisión. Según Bakhshi, «Maryam es de una clase social distinta a la de Mona, la hija de su difunto marido. Hace cuarenta años, durante la Revolución, la sociedad iraní era un 30% urbana y un 70%rural. Hoy, ocurre lo contrario. Desde el mal llamado período de ‘reconstrucción’ tras la guerra contra Irak, Irán ha hecho frente a los efectos, tanto buenos como perjudiciales, del mundo neoliberal y el mercado global, pese a no haberse integrado del todo en ellos. Se han producido cambios sociológicos y demográficos en el campo y las ciudades pequeñas; lacultura tradicional está evolucionando. En la actualidad, hay más mujeres estudiantes que hombres. Las universidades están llenas de chicas. Los conflictos de clase se desarrollanen este contexto, y que la familia de Maryam se mude a Teherán es una consecuencia directa de estos».

En su exposición en torno al Irán actual, el director también añade que «en mi opinión, todos los géneros, incluso el melodrama, reflejan la realidad. Pero, como empecé dirigiendo documentales, me parecía muy importante que cada detalle de la historia fuera verosímil y que esta estuviera arraigada en la sociedad iraní actual. Todo en el filme se basa en sucesos reales que ocurren hoy en Irán. También he querido aportar una reflexión sobre la televisión desde una perspectiva crítica. Muestra cómo se hace y cómo funciona, incluido lo que ocurre tras las cámaras. Los anuncios de vidas perfectas que se emiten durante el programa parecen absurdos comparados con la vida real... La televisión nos vende la receta de la felicidad, un ideal de éxito, una ilusión. Mucha gente desprecia estos programas sin verlos, sin discutir sus mensajes, aunque se hayan convertido en parte de nuestro día a día y millones de iranís los suscriban. Creo que es muy importante mostrar que existen. Sin duda, es un espectáculo con un toque kitsch, y aun así es real».