
Otra andanada política del cineasta de documentales y ficción Kevin Macdonald. El escocés adapta en ‘The Mauritanian’ (2021) las memorias carcelarias del preso de Guantánamo Mohamedou Ould Slahi, que contenían información no desclasificada hasta el año 2015, debido a las denuncias de torturas.
Con la llegada de Joe Biden a la presidencia, Mohamedou le escribió una carta al nuevo mandatario pidiendo el cierre definitivo del tristemente famoso penal instalado en territorio cubano. La suya es una lucha de muy largo recorrido, porque estuvo encerrado allí un total de catorce años, sin que mediara ninguna acusación probada contra él.
Se le mantuvo retenido de forma ilegal en aplicación de la AUMF, que era la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar impuesta por Donald Rmsfeld y firmada por el entonces presidente George Bush Jr.
La película muestra cómo fue detenido en Mauritania, secuestrado y aislado sin defensa alguna, hasta que pudo contactar con una abogada defensora de los derechos humanos. La letrada es interpretada por Jodie Foster, en su mejor interpretación en mucho tiempo y que le ha valido un Globo de Oro a la Mejor Actriz de Reparto.
Sus escenas con Tahar Rahim, quien encarna al convicto musulmán, son de una gran elocuencia y transmiten la gravedad de la injusticia a la que ambos se enfrentan, conscientes de ser como David frente al gigante Goliat.
Macdonald no necesita cargar las tintas, ni en lo judicial ni en lo ideológico, para documentar el tipo de prácticas inhumanas que se llevaban a cabo en Guantánamo, y que incluían la privación de sueño, palizas constantes, aislamiento físico y psicológico, aplicación de temperaturas extremas, humillación sexual y simulación de ejecuciones. Como bien dice su defensora, Mohamedou nunca fue un acusado, porque solo era un testigo.

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