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Sarrionandia, en Iurreta: «Es un poco extraña esta sensación de superviviente»

Las primeras palabras de Sarrionandia a su retorno a Euskal Herria han sido para el medio local anboto.org, donde ha subrayado su descubrimiento de la Ertzaintza o las rotondas en un mundo que cambia muy rápido. Y también su sentimiento de «superviviente»

Sarrionandia, en Iurreta. (Ainhoa IRAOLA | ANBOTO.ORG)
Sarrionandia, en Iurreta. (Ainhoa IRAOLA | ANBOTO.ORG)

Tras retornar el martes a Euskal Herria, Sarrionandia se ha revelado en anboto.org, el medio de Durangaldea al que ha concedido una breve entrevista. Es apenas una presentación –y un modo de hacer pública la noticia– porque asume que «no puedo dar explicaciones especiales de lo que veo, las cosas son desconocidas para mí».

Son más de 40 años sin pisar su pueblo, por lo que «ando buscando un plano», bromea el escritor. Ha estado con familia y amigos «a gusto». Y se expresa con su humildad característica, sobre todo cuando se le apunta que su figura se ha convertido en un mito: «Soy la persona más normal que conozco. Los demás son un poco extraños, ¿no?».

«¿Ha echado algo o alguien en falta?», pregunta anboto.org, a lo que Sarrionandia responde que «no he encontrado a aita, hace unos años que falleció, tras 30 y pico sin vernos. Falta mucha gente, familiares, algunos de mis amigos desaparecieron en la época de la heroína, otros en accidente o por enfermedad... Nos pasa a todos. El tiempo se traga muchas personas. Es un poco extraña esta sensación de superviviente».

«Soy de la época en que Iurreta era Durango –recuerda el ya no exiliado–. No conocía a la Ertzaintza, no he visto nunca ETB en directo, estoy sorprendido con tanta rotonda... Todo es muy diferente. Antes las cosas cambiaban cada cien años, en nuestra generación en diez años, y a ver si vemos lo siguiente, porque el modo de vida mundial cambia a gran velocidad».

Introspectiva es también su reflexión sobre el río Ibaizabal: «El agua se ve limpia. También hay patos. Hace 40 años estaba muy turbia, con el óxido y la espuma de muchas fábricas. Pero lo cierto es que llevamos en las venas el agua del río de nuestro origen, sea sucia o limpia».