Pequeña intrahistoria de la suspensión de los sanfermines
El anuncio de Enrique Maya de suspender los sanfermines supone el final de un pulso larvado que el alcalde de Iruñea perdió el jueves pasado. Aun así, el alcalde ha adelantado que habrá misa y el aviso de que acudirá a la ceremonia envenena el mensaje que le tocaba lanzar.

Los consejeros siempre hacen esperar en un saloncito. El saloncito junto al despacho de la consejera navarra de Salud, Santos Indurain, tiene sofás de escay negro que me aventuraré a fechar en los 80, década arriba, década abajo. Paredes blancas, sin cuadros ni ventanas. Puede que con gotelé fino o puede que del todo lisas. No me fijé. No pensé que tendría que describir el saloncito.
Esos saloncitos que siempre están junto al despacho de los consejeros tienen una aire a palacios nazaríes, pues desde ellos se suelen entrever muchas cosas. Esa función que en los palacios nazaríes hacen las celosías –dejando apreciar al visitante ciertas partes ocultas que al sultán le interesa mostrar y, a su vez, permitiendo que otros vigilen al visitante– la cumplen aquellas personas que pasan a saludar. Puede afirmarse que las personas que saludan son las celosías nazaríes de los despachos con sillones de escay.
Lo que aprecié en el despacho mientras esperaba audiencia de Santos Indurain es un enfado con un punto agrio hacia el alcalde de Iruñea, Enrique Maya, por jugar al gato y al ratón con los sanfermines al apurar la decisión de anular las fiestas para rascar así todos los titulares posibles.
Existe una opinión en la cúpula de Salud, apoyada en la tipología de los últimos brotes, de que el aumento de los casos no tiene que ver solo con la mayor transmisibilidad de la cepa inglesa, sino también con la celebración de pequeñas festividades y patrones locales, esos cuyo día en el santoral solo conocen los vecinos del pueblo donde se celebra. Además de cenas de quintos, fiestas de juventud, etc.
A Salud se le está haciendo más difícil que los meses de atrás hacer que la gente cumpla las medidas y por eso los brotes ligados a este tipo de eventos proliferan y hay pequeñas localidades confinadas. Y todos sabemos que el verano pasado la epidemia avanzó a zancadas entre una ‘nofiesta’ y otra.
La postura que había mantenido Maya de no hago sanfermines, pero sí habrá corridas toros o cualquier otro bombillazo que se me ocurra quemaba a quienes dirigen la respuesta contra la epidemia. Entreví sentado en ese sillón de escay un descontento mayúsculo, que denotaba cierta sensación de impotencia. Sentí que Salud llevaba tiempo reclamándole al alcalde un mensaje rotundo, cívico y responsable. Y me pareció que Maya llevaba ese mismo tiempo pensando qué haría Isabel Díaz Ayuso en su lugar.
Para incidir en esta relación entre el avance del coronavirus y las –llamémosles– «subfiestas» locales hubo una reunión el pasado jueves, a la que se invitó a Maya y otros alcaldes de Nafarroa, así como y a miembros de la Federación de Municipios. En dicho encuentro, quienes dirigen la lucha contra la epidemia les rogaron que dejaran una pauta clara, que recordaran que esto no ha acabado, les contaron que la gente cada vez es menos cumplidora con las medidas, que los que se ahogan en el hospital son cada vez más jóvenes y que lo último que faltaba son ayuditas al virus por su parte.
No dije nada, pero me pareció buena estrategia la de transmitir la idea no al alcalde de Iruñea, capital de todas las fiestas, en solitario, sino a alcaldes de varias localidades a la vez. Así, con testigos delante y por vergüenza torera, era más fácil que Maya reaccionara y diera un mensaje que habría sido todavía más bienvenido unas semanas atrás
Por todo esto que he contado, la salida de este lunes del alcalde de Iruñea anunciando el segundo año sin sanfermines no me ha sorprendido. Del mismo modo que tampoco me ha sorprendido que anunciara que seguirá habiendo misas y que él acudirá porque le da la gana, pudriendo con beata tapadera el mensaje de firmeza que le habían encomendado dar. ¿Si los sanfermines no se suspenden del todo, por qué el alcalde de un pueblo pequeño adonde acude muchísima menos gente habría de ser más riguroso?
Que Maya adelantara su presencia en misa es lo que habría hecho Isabel Díaz Ayuso en su lugar.

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