Entrevistas periodísticas

Arnaldo Otegi
Arnaldo Otegi

Se ha formado cierto revuelo en las redes sociales por la entrevista realizada ayer, en Radio Euskadi, por el periodista Xabier García Ramsdem al líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi. Hay quien ha acusado al locutor de parcialidad manifiesta y, por el contrario, ha habido quien ha visto en esas críticas incluso amenazas.  

Llueve sobre mojado en esta siempre controvertida cuestión. En muchas ocasiones, las entrevistas –el simple hecho de hacerlas o la forma de hacerlas– han sido objeto de polémica.

Una de las más recurrentes es la de que deban existir o no ciertos vetos. Es decir, que en función de la línea del medio haya personajes ‘no entrevistables’. Aunque seguro que alguien ya me pondrá alguna excepción que me haría dudar, mi opinión general es bastante clara: si se tiene oportunidad, hay que entrevistar hasta al diablo o, mejor dicho, sobre todo se debe entrevistar al diablo.

Recuerdo, por ejemplo, que la entrevista más deseada por los periodistas de la sección de Euskadi Política de ‘Egin’ a mediados de los 90 era la del jefe del acuartelamiento de Intxaurrondo, el entonces coronel Enrique Rodríguez Galindo. Nunca se hizo.

Con la salida al quiosco de GARA, en el periodo de Lizarra-Garazi, se produjo una situación bastante curiosa. En aquella especial coyuntura, el nuevo medio consiguió entrevistas que el clausurado no publicaba, y algunos de sus lectores entendieron que se había cambiado de criterio, que este periódico era más blandito y que iba a dar cabida a voces que no lo merecían. En realidad, quienes habían cambiado de criterio fueron esas voces.

Desgraciadamente, en los últimos años, y pese que el factor de la actuación armada de ETA ha desaparecido del escenario –motivo por el que se ponía a algunos medios bajo sospecha y en cuarentena–, se está volviendo a políticas de denegar sistemáticamente entrevistas. Parecen decirnos otra vez que el principal problema no era  la violencia, sino el mantenimiento del statu quo. Puede que ese sea realmente el motivo también de que las preguntas a Otegi reproduzcan habitualmente patrones tan definidos.

Leí una vez al periodista de ‘El Diario Vasco’ Alberto Moyano que la cuestión no era a quién se entrevistara, sino cómo se hiciera. ¿Cuál es el problema, por ejemplo, de que EiTB entreviste al ex secretario de Estado Rafael Vera? A mi juicio, ninguno, por mucho que justificara el terrorismo de Estado. Otra cuestión es que la entrevista sea buena, mala o mediopensionista. Eso sí podría ser objeto de crítica o halago, en función de criterios profesionales.

Las entrevistas incisivas tienen, sin duda, un valor periodístico añadido, pues son más exigentes con el personaje y, mediante la repregunta, puede dar pie a poner de manifiesto sus contradicciones y su capacidad para resolverlas. Una entrevista incisiva, empero, no debe estar reñida ni con la buena educación ni con la imparcialidad periodística. No es un interrogatorio, ni un debate en el que el periodista quiera tener razón.

Y tampoco se debe retorcer las palabras del entrevistado para conseguir el titular que el periodista –o su medio– quiere aunque realmente no represente el pensamiento del personaje en cuestión. Un fenómeno bastante común en medios escritos de estos lares.

Medio de comunicación público

Cuando en un medio se plantea una línea continuada de entrevistas a personajes de la actualidad política, como es el caso, por mera obligación, de EiTB, debe existir también cierta coherencia. Porque realizar entrevistas punzantes e insistentes está bien, pero no si solo se las haces a Arnaldo Otegi.

No es esta una alusión a la referida última polémica, sino una consideración más general, sobre una circunstancia que, por desgracia, se ha repetido en el tiempo mucho más de lo que el prestigio de un ente público puede soportar. Nunca cabe pasar por alto que EiTB es precisamente eso, un medio de comunicación público, y que ello le genera ciertos condicionantes y obligaciones, o así debiera ser. No podrá impedir que los seguidores más acérrimos de Otegi se cabreen –si también los de Ortuzar se molestaran de forma similar podría ser un buen baremo de equilibrio–, no podrá impedir que alguna cabecera de prensa madrileña publique un titular tendencioso arrancado torticeramente de su entrevista, pero su posición informativa y editorial sería perfectamente defendible en términos generales. Y, al fin al cabo, de eso se trata.  

[Nota: yo también tengo alguna entrevista de la que no me siento muy orgulloso]