Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Stanislaw Lem, un viaje filosófico a las estrellas

Stanislaw Lem figura como uno de los grandes autores de la ciencia ficción de todos los tiempos. En la bibliografía de este escritor polaco figuran obras dotadas de una fuerte carga filosófica como, entre otras, ‘La voz de su amo’ y su referencial ‘Solaris’.

George Clooney, en la versión de ‘Solaris’ rodada por Soderbergh. (NAIZ)
George Clooney, en la versión de ‘Solaris’ rodada por Soderbergh. (NAIZ)

El polaco Stanislaw Lem figura junto a Ray Bradbury, Aldous Huxley, H. G. Wells Isaac Asimov, J. G. Ballard, Ursula K. LeGuin y Philip K. Dick entre los mejores autores de ciencia ficción de todos los tiempos. En su bibliografía topamos con una declaración de intenciones literaria sobre la disyuntiva entre la necesidad insaciable de devorar conocimiento y lo imposible que ello resulta. La ética, la filosofía y el pesimismo que evoca el presente y futuro del ser humano, tiñen una obra en la que Lem también coqueteó con el género detectivesco y el ensayo.

Nacido en 1921 en la ciudad polaca de Lwów, ahora Ucrania, su vida fue un misterio porque el autor se encargó de ‘borrar’ u obviar muchos de sus pasajes vividos. Su familia era católica pero de ascendencia judía y se salvó del Holocausto gracias a documentación falsa y por huir del gueto de su ciudad.

Siguiendo los pasos de su padre, se matriculó en la Facultad de Medicina de Lvov hasta que, en 1939, los alemanes ocuparon la ciudad. Durante los siguientes cinco años, fue miembro de la Resistencia, vivió con papeles falsos y se dedicó a trabajar como mecánico y soldador, y a sabotear vehículos alemanes.

Fue en 1942 cuando su familia se libró con mucha suerte de las cámaras de gas de Belzec y al término de la contienda el autor regresó a la Facultad de Medicina, aunque la abandonó al poco tiempo debido a diversas discrepancias ideológicas y a que no quería que lo alistaran como médico militar. En la medicina encontró una vía que reforzó su idea de que saber al detalle la mecánica del cuerpo humano es obligatorio para especular sobre el futuro. También se dedicó a las matemáticas, la cibernética y la filosofía.

Pero mientras sus ojos fijaban su interés en los libros, su mente volaba hacia el universo, al cosmos. Más allá de los viajes espaciales o la semblanza de los planetas y los artefactos asociados a ellos, lo que prima en sus historias es la falta de comunicación, que no es otra cosa que la incapacidad de asimilar la noción de otredad.

Lem, ante el espejo, se dijo: «No estamos solos y no queda otra que asumir la complejidad de nuestra finitud». Y cuando vio que no obtuvo respuesta del reflejo de su espejo, afirmó en torno a esta falta de comunicación: «Conforme va avanzando la ciencia tenemos más cerca el posible contacto con un alienígena. Desde la llegada a la Luna esto ha sido un pensamiento continuo en la sociedad. Si llegamos a ellos, ¿qué opciones hay de entendernos? ¿Podremos hablar con ellos? De ser así, ¿cómo sería?».

Además escribió ensayos sobre crímenes cibernéticos, así como sobre los problemas éticos y tecnológicos planteados por la expansión de Internet. Todo ello le llevó a decir: «El ser humano ha emprendido el viaje en busca de otros mundos, otras civilizaciones, sin haber conocido a fondo sus propios escondrijos, sus callejones sin salida, sus pozos, o sus oscuras puertas atrancadas».

​Viaje a Solaris

Estas cuestiones son las que se planteó en ‘Solaris’, publicada en Polonia en 1961. Esta novela es la más famosa del autor debido a las tres adaptaciones cinematográficas realizadas por Lidiya Ishimbayeva y Boris Nirenburg, en 1968; Andréi Tarkovski, en 1972; y Steven Soderbergh, en el 2002.

La trama nos ubica en una estación espacial aislada. Kris Kelvin acaba de llegar al planeta Solaris. Su misión es esclarecer los problemas de conducta que presentan los tres tripulantes de la única estación de observación situada en el planeta. Solaris es un lugar peculiar: no existe la tierra firme, únicamente un extenso océano dotado de vida y presumiblemente, de inteligencia. Mientras tanto, se encuentra con la aparición de personas que no deberían estar allí. Tal es el caso de su compañera sentimental –quien se había suicidado años antes–, y que parece no recordar nada de lo sucedido.

En su engranaje, ‘Solaris’ resulta una novela claustrofóbica que aporta un profundo estudio de la sicología humana y las relaciones afectivas a través de un planeta que enfrenta a los habitantes de la estación a sus miedos más íntimos.

​Comunicación-Incomunicación

En 1946, Stanislaw Lem fue repatriado a la fuerza a Cracovia, donde fijó su residencia e inició una titubeante carrera literaria que comenzó con la que ha sido considerada su primera novela: ‘El hospital de la transfiguración’, escrita en 1948. En 1951 llegaría ‘Astronautas’ y es en este año cuando despegó su carrera literaria, una trayectoria en la que predominaba el género en el que se le considera un maestro indiscutible, la ciencia ficción.

De su pluma salieron obras como ‘Edén’ (1959), ‘La investigación’ (1959), ‘Memorias encontradas en una bañera’ (1961), la ya mencionada ‘Solaris’ (1961), ‘Relatos del piloto Pirx’ (1968), ‘La Voz del Amo’ (1968) o ‘Congreso de futurología’ (1971). Una obra extensa y variada que ha vendido más de 27 millones de copias y se ha traducido a más de cuarenta idiomas.

Con motivo del centenario de su nacimiento, la editorial madrileña Impedimenta se ha erigido como la encargada de poner el nombre de Lem en la lista de ‘los grandes autores’ de la literatura universal. Y, aunque ya son doce las novelas que ya ha publicado en castellano del polaco, como ‘El profesor A. Donda’, ahora suman una más a su catálogo, ‘El invencible’ (1964).

A todas ellas se añadirá el próximo mes de noviembre, la publicación de la primera biografía de este autor: ‘Lem: una vida que no es de este mundo’, escrita por el periodista polaco Wojciech Orlinski. Según revela Enrique Redel, editor de Impedimenta, «Lem es un autor de mucha trayectoria pero nunca ha sido editado de un modo serio a nivel estatal. Lo publicó Bruguera y luego Alianza con más tino, pero siempre ediciones de bolsillo de literatura popular. Sin embargo, es un filósofo, científico y divulgador, una mente privilegiada que utilizó la ciencia ficción como vehículo para expresar sus ideas, que muchas veces eran muy radicales y adelantadas».

Tanto la ciencia ficción como el noir y el terror todavía son considerados desde diferentes ámbitos como géneros de segunda categoría pero, al enfrentarnos a las lecturas de Lem, Redel opina que se trata una literatura «comparable al nivel de John Atkins, Asimov o incluso a la del propio Kafka o Cartarescu, porque ellos también abordaron en su literatura la ciencia ficción».

«En este caso es también literatura de alto calado porque, por ejemplo, en ‘El Invencible’ habla de una nave que llega a un planeta medio desértico que está tomado por nanorobots. Y está escrito en 1964 –resalta el editor–, pero se habla de lograr anular los pensamientos de la gente. Esto es de una radicalidad filosófica tremenda».

Sobre una de las obsesiones de Lem, la imposibilidad de comunicación, el editor señala que «es un tema de plena actualidad. Es algo que en sus libros trasciende más allá porque no solo habla de la imposibilidad de comunicación entre los hombres, sino con otros entes extraterrestres».

Tras una vida llena de historias que bien podrían haber sido las protagonistas de otra novela, Lem falleció el 27 de marzo de 2006 en Cracovia, a los 84 años, tras una larga enfermedad coronaria.