Ni siquiera me había dado cuenta de que Emmanuel Mouret, que empezó en el cine con el nuevo milenio, ya va por su décimo largometraje, lo que equivale a una película cada dos años. En su filmografía destacan ‘El arte de amar’ (2011), que ganó el premio al Mejor Guion en el festival de Montreal, y la adaptación del clásico de Diderot ‘Lady J’ (2018), premiada en los César. De vuelta a estos premios, su nueva realización ‘Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait’ (2020) le ha valido la estatuilla a la Mejor Actriz de Reparto para Emilie Dequenne. Para buena parte de la crítica especializada se trata de su trabajo más logrado hasta la fecha, en el que muestra ya una madurez rayana con la maestría. Es una obra que, como tantas otras, juega con el amor y el azar, solo que lo hace a la manera de un Rohmer evolucionado y capaz de desarrollar una profunda disección entre lo intelectual y lo emocional, tal como lo sugiere el descriptivo título.

Daphné (Camélia Jordana) está embarazada de tres meses y pasa sus vacaciones en el campo en casa de Maxime (Niels Schneider), un primo de su pareja François (Vincent Macaigne), que ha tenido que volver a París para cubrir a un compañero en el trabajo. A la espera del regreso de François van transcurriendo unos cuatro días, en los que la huésped tiene oportunidad de ir conociendo a su anfitrión. Entre ambos surge una amistad que va generando una cierta confidencialidad, que les lleva a contarse sus respectivas experiencias amorosas e intimidades.

El doble relato se convierte así en un anecdotario de las contradicciones afectivas, que mediante flash-backs desarrolla un vodevil construido a base de diálogos. La palabra actúa como fiel testimonio de unas vidas en las que lo que se siente no siempre coincide con los derroteros por los que te llevan los encuentros y desencuentros amorosos.