Aritz Intxusta
Redactor de actualidad
Entrevista
Josep Maria Tamarit
Catedrático de Derecho Penal de la UOC

«Se dan abusos en la Iglesia porque existen riesgos de tipo estructural»

Tamarit ha coordinado un trabajo conjunto de investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), la Universitat de Barcelona y la UPV/EHU a lo largo de cuatro años. En pocos meses, será publicado por la editorial Aranzadi.

El catedrático Josep María Tamarit. (Massimiliano MINOCRI/UOC)
El catedrático Josep María Tamarit. (Massimiliano MINOCRI/UOC)

¿En qué punto está su investigación sobre los abusos de la Iglesia en el Estado español?

Estamos terminando un trabajo de cuatro años. Han sido una serie de estudios, no uno. Hay estudios de tipo jurídico, comparativas con otros países... Aquí el tema no se había estudiado y tampoco se han dado iniciativas por parte de la Iglesia, como sí ha sucedido en otros países, para crear comisiones de investigación y reparación. En España ha habido pocos casos que han salido a la luz y, mediáticamente, el fenómeno no ha tenido el mismo impacto. 

Y sin embargo, era un secreto a voces. En Nafarroa, hace dos años, salió un primer testimonio en radio y, desde entonces, vivimos una suerte de #Me Too. Han aflorado decenas de casos que, a su vez, cuentan que el fenómeno afectó a cientos de niños.

Hicimos encuestas a niños que han sufrido abusos sexuales en los que el abusador era miembro de la Iglesia católica. Comparamos sus testimonios con víctimas de abusos sexuales en otros ámbitos. Comprobamos que los abusos a niños en ámbito religioso no solo generan un daño importante en las víctimas, sino que hay un daño adicional que está relacionado con la sensación de traición en el ámbito espiritual. El daño no es síquico, también espiritual o, si se quiere, un daño síquico incrementado por esa dimensión espiritual. Esto va en consonancia con lo que se ha detectado en otros países. Las víctimas han padecido de forma particularmente intensa los daños de los abusos. Y esto se refleja en lo que aparece en las sentencias.

Los abusos a niños en ámbito religioso no solo generan un daño importante en las víctimas, sino que hay un daño adicional 

¿A qué se refiere?

Hemos revisado todas las sentencias penales que existen, que no son muchas, apenas 40. Las hemos comparado con abusos similares en instituciones no religiosas, de tipo educativo o deportivo. Así comprobamos que los jueces tienden a imponer penas de prisión más largas e indemnizaciones más elevadas cuando el ofensor es un líder religioso. Incluimos en esta parte del trabajo a otras confesiones religiosas, no solo la católica.

¿Y en cuantas de esas ocasiones el proceso acabó gracias a un acuerdo con la víctima y la Fiscalía? Desde mi escasa experiencia, sé que esto pasa. 

Eso no lo hemos detectado, nosotros hemos revisado los 40 casos (en los últimos días ha salido alguno más) que afectan a más de cien víctimas. Esto lo que nos indica es que la gran mayoría de casos no llegan a ser judicializados, bien porque no hay denuncia o, porque, por alguna razón mueren antes de llegar a juicio. Y ahí entra lo que usted me cuenta, los acuerdos para quitar los cargos a cambio de... bueno, de lo que sea. Y luego hay un problema estrictamente jurídico, como es el problema de la prescripción. En muchas de las ocasiones, cuando la víctima decide revelar el caso –si es que lo llega a hacer– ya tiene cierta edad. Y, por lo tanto, han pasado muchos años y el delito está prescrito. Además de las barreras que tienen que superar siempre las víctimas de abuso sexual, están otras: el papel social que juega la Iglesia, los valores de la familia y la relación de la familia para con la Iglesia... Esto puede generar dificultades para que la víctima sea creída y tenga el apoyo necesario a su alrededor como para denunciar. 

En el caso de El Puy, en Lizarra, por el que ha pedido perdón del arzobispo de Nafarroa esta semana, tenemos un sacerdote fallecido contra el que se han interpuesto nueve denuncias. ¿Qué sentido tiene?

Si el abusador está muerto, no puede haber proceso penal. Otra cosa es plantear una demanda de responsabilidad civil contra la Iglesia, que puede hacerse por vía canónica o por el Derecho Civil, pero es extremadamente complicado. Por eso, nosotros en el estudio recomendamos que, por parte de la Iglesia, pero también por parte de las instituciones civiles, se adopten procedimientos que permitan reparar a las víctimas y darles una respuesta en la línea de la verdad, la justicia y la reparación. La verdad, la justicia y la reparación son independientes a que el delito haya prescrito. Y, lógicamente, la institución religiosa sí que sigue aunque el sacerdote haya muerto. Entonces, si no puede responder el fallecido, sí que puede responder la institución. Y, ¡ojo!, la sociedad también. Hablamos de caso de abuso histórico, donde la Iglesia gozaba de una protección por parte de la sociedad que, en parte aún mantiene. Muchos de los casos se han dado en escuelas concertadas, por ejemplo. 

¿Y qué tipo de reparación se les puede ofrecer?

Medidas de carácter simbólico, algún tipo de reconocimiento por parte de la institución y compensación económica. La compensación económica no tiene por qué ser lo principal, pero tampoco puede obviarse. 

Por resumir, tenemos la certeza de que ha habido cientos de niños abusados por miembros de la Iglesia y, por tanto, con un daño sicológico amplificado. Por tanto, lo que toca ahora es articular algo que corrija esa injusticia. ¿Algún país ha acertado en cómo hacerlo?

Países Bajos, Bélgica y Alemania han buscado soluciones. En particular, me parece muy interesante la belga y, de hecho, me fui allá para estudiarla. El Parlamento creó un Centro de Arbitraje. Le pusieron ese nombre, pero creo que no explica bien de qué se trataba. Era un órgano temporal en el que participaba la Iglesia. Las víctimas de abusos prescritos podían presentar allí su caso y, dentro de un proceso dialogado, se llegaba a un acuerdo. Un representante de la Iglesia reconocía los hechos si eran verosímiles y se indemnizaba económicamente con cargo a la propia Iglesia, en función de unos baremos establecidos. En casos donde no había acuerdo, la comisión determinaba cuál era la cantidad. Lo bueno de la experiencia es que, en la mayoría de los casos, se llegó a un acuerdo. El modelo tenía muchas ventajas. Los baremos estaban preestablecidos y el proceso era transparente. Se trataba, precisamente, de evitar el secretismo. He escuchado ahora sobre si se quería montar una Comisión de la Verdad o alguna otra propuesta. Para mí, el nombre es lo de menos, pero creo que habría que hacer algo que se pareciera a lo de Bélgica.

Si aceptamos las soluciones de los países que más han avanzado en este tema, siempre ha habido una implicación de las conferencias episcopales

Perdone que vuelva a lo que sucede en Nafarroa. El Arzobispo pidió perdón solo a los niños abusados por un sacerdote, diciendo que los que fueron abusados en centros de órdenes religiosas a él no le competen. ¿Allá en Bélgica la Iglesia distinguía entre monjes y sacerdotes cuando tocó indemnizar?

Este tipo de cuestiones es lo que me hace pensar que una solución así no puede hacerse en el marco de una sola diócesis. Las órdenes religiosas tienen una estructura paralela, hasta cierto punto, del obispado. La estructura de la Iglesia es muy compleja y las órdenes también dependen del director general de la congregación que está en Roma. Hacen falta soluciones más amplias. La Conferencia Episcopal Española dice que compete a cada obispo y, cuando vas al obispo, pasa lo que usted me cuenta. Es un círculo vicioso que no soluciona el problema. Si aceptamos las soluciones de los países que más han avanzado en este tema, siempre ha habido una implicación de las conferencias episcopales. Así ha sido en EEUU, en Alemania, en Holanda, en Bélgica... No es una cuestión de obispos concretos, tienen que entrar también las órdenes religiosas en el proceso. En estos otros países, las órdenes religiosas tienen menos casos que la diócesis. Sin embargo, en España, por el momento, es al contrario, y esto puede tener relación con que las órdenes religiosas tienen un papel fundamental en la educación. 

¿Que miembros de la Iglesia hayan abusado de niños es algo aleatorio, porque son muchos y se trata de un comportamiento individual, o tiene algo de estructural?

Esta es, sin duda, una de las claves. Los abusos se producen porque existen riesgos de carácter estructural que tienen que ver con la organización y la cultura de la institución. También hay riesgos de oportunidad, como el contacto con los menores. Y, en tercer lugar, hay unas causas individuales. Es la confluencia de los tres elementos los que hacen que el abuso pueda surgir. Por tanto, es importante no desconocer ninguno de ellos. Sería un error desplazarlo todo a lo individual, como si fueran manzanas podridas. Lo más inteligente es entender que hay factores individuales y que, obviamente, la mayoría de eclesiásticos no son abusadores, pero que también nos interesa ver si hay factores de carácter institucional para actuar sobre ellos. La Iglesia, en otros países, está en esa clave. 

¿Y aquí no?

Aún no se ha llegado a asumir que es bueno que se hable sobre los otros posibles factores de riesgo, para reconocerlos. Nosotros hemos encontrado algunos que vienen de atrás y que pueden ser revisables, como la cultura del secretismo, la soledad, el poder clerical, la vivencia del celibato... Hay mucha sensibilidad con esto. Se dice que el celibato no es la causa. Y, obviamente, el celibato no es la causa. Pero el celibato se puede vivir de formas distintas. Alguien puede tener problemas para vivir un celibato que se le impone como obligatorio y, quizás, luego esa persona no ha tenido un acompañamiento o apoyo suficiente.