El cine francófono ha sido el primero en hacerse eco del movimiento ‘males madres’, mientras que la debutante Julia de Paz Solvas dice estar influenciada por la lectura del libro de Orna Donath ‘Madres arrepentidas’, que revisa los mitos culturales en torno a la maternidad, y al que se podría sumar también ‘Ser o no ser madre. Maneras de estar en el mundo’. La cuestión es que existe en la actualidad una tendencia que trata de quitar presión a la mujer en relación a su capacidad para gestar, como si de ella, y sólo de ella, dependiera el futuro de la humanidad. Es a todas luces una carga demasiado pesada que ha de ir liberando, aceptando que el ser madre no implica la perfección en las tareas de la crianza y la educación, y que se pueden cometer errores.

Julia de Paz Solvas y su coguionista Nuria Dunjó López, formadas como tantas otras cineastas de última generación en la ESCAC de Barcelona, han sido muy valientes a la hora de presentar con realismo y sensibilidad los problemas que lleva consigo la maternidad en solitario, y más aún cuando se da en entornos marginales y de encomonía en precario. La Pepa que a la que da vida la actriz Tamara Casellas es una madre que vive con su hija pequeña en casa de una amiga, hasta que su anfitriona le da un ultimátum porque no cuida adecuadamente de la niña, de la que no se ocupa y a la que alimenta de, cuando en cuando, con bocadillos. Su difícil situación personal no la exime en última instancia de la responsabilidad sobre la desorganización que la va consumiendo. Pero será el verse en la calle y sin un trabajo fijo, teniendo que dormir en la calle o en pensiones, ya sin la ayuda de familiares o amistades, lo que la haga reaccionar y tomar consciencia de que tiene una persona a su cargo. De esta manera se irá creando un vínculo maternofilial muy realista, como no lo había habido hasta entonces.