Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Las auténticas chicas de barrio

‘CHAVALAS’
Catalunya. 2021. 91’. Dtora.: Carol Rodríguez Colás. Guion: Marina Rodríguez Colás. Prod.: Miguel Torrente. Int.: Carolina Yuste, Vicky Luengo, Elisabet Casanovas, Ángela Cervantes, Ana Fernández, José Mota, Cristian Plazas. Fot.: Juan Carlos Lausín. Mús.: Frances Gener y Claudia Torrente.

Carolina Yuste, Ángela Cervantes y Elisabet Casanovas. (NAIZ)
Carolina Yuste, Ángela Cervantes y Elisabet Casanovas. (NAIZ)

La debutante Carol Rodríguez Colás ya había hecho un llamativo cortometraje titulado ‘Superchavalas’ (2017) como una primera aproximación al tema que ahora aborda en su primer largometraje, pero rebajando la edad de las protagonistas a la preadolescencia, y con el universo imaginario de las superheroínas de cómic como telón de fondo.

Esas chicas ya son veinteañeras y se enfrentan a los problemas reales en una etapa de aprendizaje si cabe aún más dura, porque se están jugando su futuro en un momento poco o nada propicio.

En dicho contexto sociotemporal lo que la película plantea mediante un guion de Marina Rodríguez Colás, hermana de la realizadora, basado en experiencias autobiográficas, es un canto muy sentido y sincero a la sororidad femenina dentro de la pertenencia a unos orígenes comunes muy enraizados vital y humanamente.

Desi (Carolina Yuste), Soraya (Ángela Cervantes) y Bea (Eisabet Casanovas) siguen viviendo como siempre en el barrio de Poblenou, en Cornellá, mientras que su amiga Marta (Vicky Luengo) marchó a Barcelona capital para triunfar en la fotografía artística.

Una serie de reveses hacen que Marta pierda su trabajo y su piso compartido en el centro, por lo que no le queda otro remedio que regresar al hogar familiar, con el problema añadido de que el único trabajo relacionado con lo suyo que encuentra en el lugar natal que decidió dejar atrás para nunca más volver es en una tienda de fotos, regentada por un profesional de la BBC (bodas, bautizos y comuniones), caricaturizado por José Mota.

Marta se tendrá que tragar su orgullo herido, tras recibir la merecida lección de humildad de sus viejas colegas, para intentar integrarse de nuevo. Un dilema millenial muy reconocible, perfectamente ambientado en plazas, bares y los bancos del parque frecuentados por el cuarteto.