
El cuentista alemán Erhard Dietl creó a estas criaturas verdes y apestosas al inicio de la década de los 90, cuando el problema de la contaminación y de la acumulación de desechos en las escombreras era algo ya irreversible, y con lo que las nuevas generaciones tenían que convivir.
Así que en el imaginario popular, y dentro de la literatura infantil, iban a surgir estos otros duendes, por así llamarlos, de la basura. De ahí su color verduzco y el mal olor como característica principal y seña de identidad. Llegaron para quedarse, porque desde su nacimiento sus aventuras han sido traducidas a todos los idiomas, y en el mundo anglosajón se les conoce como The Ogglies, que suena a nombre de grupo punk o algo por el estilo.
En esta versión cinematográfica que ahora se estrena, los tales oltxiak son presentados como criaturas marginadas y discriminadas por la sociedad a causa del tufo que desprenden,, cuando es la propia sociedad la que ha creado o generado los residuos no deseados. La trama puede hasta resultar contradictoria, porque aquí los villanos son una empresa de construcción que quiere edificar en el vertedero habitado por nuestros hediondos amigos, que al fin y al cabo es su hogar en la ciudad de Smellville, según la traducción inglesa, o de Pestilandia en castellano.
¡Del basurero no nos moverán!

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