
Shahrbanoo Sadat (31 años) suena como una superviviente. Habla rápido en inglés, como una ametralladora, y todavía se le ve que no ha terminado de asimilar este regreso al exilio. Está con la cabeza a cien revoluciones, «todo es muy confuso» y reconoce que no sabe si quedarse en Europa o volver a luchar con las mujeres en la calle. «Me dan envidia», ha admitido ante el auditorio que se ha acercado a Tabakalera a escuchar su masterclass. Un auditorio formado por una audiencia joven y con mayoritaria presencia femenina, por cierto.
La propia vida de Shahrbanoo Sadat ilustra en cierta manera lo que ha vivido Afganistan desde los años 70. Nueve días después de que los talibanes tomaran el control de Kabul el 15 de agosto y anunciasen el restablecimiento del Emirato Árabe de Afganistán, Sadat y su familia fueron algunos de los miles de personas que, en aquel caos, intentaban huir.
Tras 72 horas de angustia, ayudados por las tropas francesas pasaron el check point. Y se encontró «que no conocía a los artistas afganos que estaban allí, mientras que yo recibía mensajes de personas del mundo cultural que, desde Kabul, pedían ayuda, pero yo no podía hacer nada». Bueno, se hacían listas de personas a evacuar de diferentes ámbitos de la vida afgana, también de la cultural, pero esas listas las confeccionaban los que ha definido como la «mafia cultural» surgida con los Gobiernos «libres».
Pura política y guerra civil
Premiada en el Festival de Cannes de 2016 por su ópera prima, ‘Wolf and Sheep’, Shahrbanoo Sadat es autora de 'Not at home' (2013) y de varios cortometrajes y trabajó durante cinco años en la televisión afgana, como productora de un programa de cocina. De la historia de la industria cinematográfica afgana durante los últimos veinte años que ha dibujado, se deduce también el retrato de este país pequeño, olvidado siempre y dejado a su suerte.
«Ahora hay prensa internacional en Kabul, pero no en el resto del país, donde los talibanes están siendo muy duros. Muchos de los agentes culturales han sido dejados a su suerte y son los más vulnerables. Y eso que se está diciendo sobre los talibanes es solamente política: se dice que son más moderados, pero no es verdad, siempre seguirán siendo terroristas. Son antihumanos. El mayor temor que tengo es que creo que a esto le seguirá una guerra civil, que es el peor escenario. Hoy en Afganistán hay más veinte grupos terroristas, es una especie de centro de terroristas creada con la connivencia de EEUU y Europa. Ahora los talibanes están haciendo películas de propaganda, usando el cine para hacer su relato. Las he visto y saben lo que hacen», ha añadido.
Entre 1972 y el 82, el cine que se hizo en su país era propagandístico o rodado en el exilio. Primero, durante la época soviética, solo se rodaba propaganda. Aquello acabó y en el 92 se produjo una situación muy parecida a la actual: la República Democrática colapsó y le siguieron cuatros años de guerra civil, cinco de Gobierno talibán. En 2001, con la invasión de la comunidad internacional, regresó el cine de propaganda, pero ahora de otro signo, propagandístico a fin de cuentas, y auspiciado por las ONG a raíz de la cantidad de dinero que entró en el país.
En 2014 se marcharon parte de las tropas norteamericanas, se produjo una nueva emigración de la cultura afgana y ya no había tanto dinero para hacer cine. Se han ido sucediendo los Gobiernos, todos ellos corruptos, y los últimos cuatro años, hasta la toma de poder de los talibanes, los ha definido como una «lucha puerta a puerta en Kabul, con muchas muertes».
¿Y desde entonces al 2021 qué ha sido del cine en Afganistán? La que ha pintado es una situación de total abandono y corrupción. «El número de largometrajes que se han filmado es cero. Para todos el arte de cine no era una carrera, sino un hobby. Me da vergüenza decir que no hicimos casi nada en los últimos 20 años. Las películas que se han hecho y que han pasado por festivales internacionales como Berlín, Cannes o Venecia eran obras de cineastas que viven en el extranjero y que viajaban a Afganistán solo para rodar». Ahora son los talibanes quienes están haciendo su propias películas de propaganda: «Están usando el cine para hacer su relato».
Clichés a romper
La cineasta ha sido también muy crítica con la imagen del país que ha dado el cine internacional, principalmente a partir del 11-S: «Aunque hayan sido premiadas en festivales, son malas películas, muy superficiales y que reproducen los mismos clichés. Lo peor es que también son la referencia incluso para los artistas locales. Produce impotencia que no se haya contado la historia del país, que nuestros cineastas no conozcan la propia historia de Afganistán. Es un país muy rico culturalmente, y es triste que los propios artistas afganos no lo conozcan».
Por eso la cinesta reivindica la rica cultura de su país y la necesidad de que los cineastas tengan su propia voz, que no se centren solo en los aspectos sociales y políticos de la situación de su país. «Me interesan las comedias románticas y no creo que sean irrelevantes. Se puede y se debe hacer una comedia en Afganistán», asegura, mientras espera poder poner en pie un proyecto así, en el que estaba trabajando para estrenarlo el año próximo. Era una comedia romántica, con «el primer beso en la historia del cine afgano».
Pero aquello ya es pasado o está parado. Es ahora, pese a todo, cuando espera que se abre una esperanza para el cine. «Es un muy buen momento para que miremos Afganistán desde la distancia y nos conectemos con la industria europea para poder reflexionar sobre Afganistán». En su opinión, es posible que en la próxima década se hagan más películas de cineastas afganos que en los últimos 20 años.
Pero es algo que se tiene que hacer desde fuera, porque los que se han quedado en el país «no tienen esperanza ni futuro», todos piensan en irse a los países fronterizos porque «la vida es muy difícil, no tienen ni acceso a sus cuentas».

Mutualistas vizcainos percibirán mayor importe en su pensión al ajustarse sus retenciones

Un temblor de magnitud 4 con epicentro en Iruña Oka se deja sentir en buena parte de Araba

Mikel Zabalzaren omenaldia Endarlatsan: «Guk badakigu egia eta ondorengoek ere jakingo dute»

Denuncian que Soto Ivars presentará en Bilbo su libro «que niega la violencia machista»

