
En honor a la verdad, lo que preocupa a Barbara Broccoli, heredera del imperio británico EON, es en primer lugar la cuestión económica y luego la sociológica. ‘Sin tiempo para morir’ (2021) es la película número 25 de la saga bondiana en seis décadas, que es mucho tiempo. La anterior entrega recaudó 750 millones de dólares, una cifra muy difícil de alcanzar o superar en la era de las plataformas.
Por otro lado, el personaje de Fleming es ya una abuelo, un dinosaurio misógino y una reliquia de la Guerra Fría en un mundo que ha cambiado, sobre todo en cuestiones de género, así que le toca ponerse el día, aún a riesgo de perder sus ya caducas señas de identidad.
El cambio que proponía el escocés Danny Boyle consistía en una especie de caricatura autodesmitificadora, que a Barbara Broccoli no le convencía nada, motivo por el que fue sustituido por Cary Joji Fukunaga, cineasta cosmopolita donde los haya, que habla seis idiomas y es hijo de un japonés y una sueca. Él se sigue tomando en serio a James Bond y su propuesta consiste, antes que transformarle de todo, en mostrar cómo ha evolucionado el entorno y cómo se tiene que adaptar a un mundo donde las mujeres ya no son ni objetos ni trofeos de caza.
Esa es la senda por la que transcurre ‘Sin tiempo para morir’ (2021), el quinto largometraje protagonizado por Daniel Craig en quince años, tras ‘Casino Royale’ (2006), ‘Quantum of Solace’ (2008), ‘Skyfall’ (2012) y ‘Spectre’ (2015).
El balance no puede ser mejor a estas alturas de la película, pues las encuestas dicen que es el actor mejor considerado en el papel bondiano junto a Sean Connery. Así que se despide dejando un sabor de boca, con unas primeras críticas que elogian tanto su trabajo como el de Fukunaga en la dirección, más la rúbrica de uno de los mejores repartos que han conocido las aventuras del agente.

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