Al menos seis migrantes subsaharianos murieron ayer tiroteadas por guardias libios, en realidad milicianos que lucharon en la guerra civil, cuanto trataban de huir de un centro de detención de Trípoli en el que permanecían hacinados, informó la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR).
Según la oficina en el país norteafricano, la matanza tuvo lugar en el centro de detención d'Al-Mabani, con capacidad para acoger a 1.000 personas, y donde se hacinaban 3.000 refugiados en condiciones de vida terribles.
Los migrantes masacrados habían logrado doblegar una de las vallas que rodean el centro de detención de Ghot Shaal y huir hacia las calles aledañas, donde fueron abatidos a tiros.
En el caos lograron escapar unos 2.000 refugiados, señaló un responsable del Ministerio de Interior.
En un despliegue masivo, 300 hombres armados pertenecientes a una de las milicias que controlan la zona de Janzour , pegada a la capital, detuvieron a 140 huidos, que fueron trasladados en autobuses a otros centros de detención.
El portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Federico Soda, denuncia que muchos de los migrantes que acabaron en el hacinado centro fueron detenidos arbitrariamente. «Tienen papeles en regla pero no les dejan salir del país».
Redada masiva
La masacre y la fuga se produce escasos días después de que milicias en el oeste de Libia hicieran una redada en el barrio de Garagaresh, uno de los más depauperados de la capital, con la excusa de una operación anti-droga, y detuvieran a cerca de 5.000 migrantes y solicitantes de asilo, entre ellas numerosas mujeres y menores. En el pogromo murió un refugiado y 15 resultaron heridos.
ACNUR denunció que entre los detenidos en la redada masiva hay refugiados a los que se les dio prioridad para vuelos de evacuación o reasentamiento fuera de Libia, y señaló que fueron demolidos muchos edificios sin terminar y casas improvisadas, con lo que los menores no acompañados han perdido sus refugios y ahora no tienen hogar.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al-Gadafi.
En la actualidad el país sigue dividido en dos frentes políticos, pese a los esfuerzos de mediación de la ONU, y es presa de las milicias, los mercenarios y las distintas mafias, que han establecido un sistema de economía corsaria a través del norte de África y el Sahel.
Libia es un punto de paso crucial para miles de migrantes, mayormente subsaharianos, que intentan a la desesperada llegar a Europa por las costas italianas, a unos 300 kilómetros de las costas libias.
Según datos de la OIM, al menos 1.369 migrantes han muerto en lo que va de año ahogados en aquellas aguas. 17 cuerpos sin vida fueron hallados en la costa libia el pasado martes tras naufragar su «embarcación».
El pasado lunes, una misión de investigación de la ONU, denunció crímenes de guerra y contra la humanidad perpetrados en Libia desde 2016, sobre todo contra los migrantes.