El que fuera delegado del Gobierno español en la CAV entre 1982 y 1987, Ramón Jáuregui, ha negado este martes que el Estado deba pedir perdón a las víctimas de la guerra sucia, ya que, según ha defendido, «no le corresponde esa responsabilidad».

En un espacio de Catalunya Ràdio dedicado al décimo aniversario de la Conferencia de Aiete, por el que también han pasado el lehendakari Iñigo Urkullu o el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, Jauregi ha defendido las ilegalizaciones políticas de principios de siglo y, una vez más, ha rehusado condenar el terrorismo de Estado practicado por los GAL durante la época en que él mismo era delegado del Gobierno de Felipe González en la CAV.

Jáuregui se ha referido a las palabras de Otegi en la misma emisora minutos antes, en las que ha apuntado la importancia que tendría por ejemplo un reconocimiento de los GAL por parte de González. «Los actos fuera de la ley en el comienzo de la democracia española son consecuencia probablemente de momentos muy especiales, de una democracia muy débil y aislada, sin suficiente control sobre sus propias fuerzas», ha dicho el también exvicelehendakari de Lakua, y ha valorado que «los acontecimientos han sido suficientemente juzgados» (la realidad es que son muy pocos los juicios y condenas).

Preguntado sobre un posible gesto del Estado español con las víctimas de la guerra sucia, Jáuregui ha explicado que «es bastante inconveniente, porque equipara violencias que nunca deberían ser equiparables e implica un reconocimiento que el Estado como tal no debe hacer». «No le corresponde esa responsabilidad, sinceramente», ha finalizado.

Los GAL, un «elemento nuevo» en la «guerra antiterrorista»

Entre los años que Jáuregui fue delegado del Gobierno español en la CAV, los GAL provocaron la muerte de 27 personas, dejando además decenas de heridos. Su experiencia en el cargo durante este período está recogida en el libro 'El País que yo quiero', escrito en 1984 y publicado diez años más tarde, en 1994.

En este libro, niega una motivación política del terrorismo de Estado, y lo relaciona con móviles económicos: «Han detenido en Francia a siete u ocho miembros del llamado Grupo Antiterrorista de Liberación, del GAL, cuatro o cinco argelinos y tres franceses, gente de los bajos fondos de Burdeos. Lo que demuestra que el GAL funcionaba evidentemente por móviles económicos y no ideológicos o políticos; que alguien proporciona a esa gente dinero e información para matar».

Además, en este libro huye de «valoraciones morales o políticas» sobre los crímenes, explica, «no podemos ignorar las consecuencias prácticas operativas de la irrupción del GAL en el escenario de los terroristas, que ahora no pueden sentirse tranquilos donde antes lo estaban. Alguien les está pagando con su misma moneda».

Ramón Jáuregui en ningún momento habla de los GAL como una organización terrorista, y clasifica sus acciones como un «elemento nuevo» en la «guerra antiterrorista». Una posición que, según ha demostrado este martes, mantiene casi 40 años después.