Daniel   Galvalizi
Periodista
Entrevista
Fran Balado
Periodista, autor de ‘El viaje de Feijóo, el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones’

«Feijóo no quiere aduladores, es una de las grandes diferencias con Casado»

Fran Balado desnuda en ‘El viaje de Feijóo, el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones’ la trama política que vivió el presidente de la Xunta los días de la sucesión de Rajoy y su desmarque con «la batalla cultural del ayusismo». Perfil de un político «con la espina clavada» por Moncloa.

Fran Balado, periodista autor del libro ‘El viaje de Feijóo, el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones’.
Fran Balado, periodista autor del libro ‘El viaje de Feijóo, el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones’. (LA ESFERA DE LOS LIBROS)

«Feijóo llegó a la rueda de prensa en que iba a anunciar su decisión con dos discursos preparados. Uno por el sí a ser presidente del Gobierno y otro por el no», asegura Fran Balado. Esta es una de las sorpresivas anécdotas que relata el corresponsal de ‘La Voz de Galicia’ en Madrid, oriundo de Santiago de Compostela y graduado en Historia, en su libro publicado recientemente sobre la biografía del actual presidente de la Xunta.

‘El viaje de Feijóo, el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones’ (Ed. La Esfera de los Libros, 2021) es una radiografía por los orígenes del hoy por hoy principal barón regional del Partido Popular, quien lleva un cuarto mandato consecutivo y cuya negativa a suceder a Mariano Rajoy y competir contra Soraya Saenz de Santamaría quedará en los anales de las crónicas del vértigo político del Estado.

Nacido en un pequeño pueblo de Ourense, aunque reside en Vigo, Alberto Núñez Feijóo entra en la política desde la Administración y no desde la militancia de base. «Tuvo altos cargos, fue jefe de Sanidad antes que las competencias fueran transferidas. Estuvo en Correos, su trampolín, y ahí es cuando Rajoy ve que puede haber un sucesor del birrete, de su cuerda», señala Balado, en alusión a esas dos almas que nutren al PP gallego: los boinas y los birretes (los del interior más rural y nacionalista, y los más urbanitas menos galleguistas).

(Alberto Núñez Feijóo, celebrando una mayoría absoluta del PP. Foto: Miguel Riopa | AFP)

Tras ser ‘conselleiro’ de Fraga en la Xunta, y después de que el bipartito arrebatara cuatro años al PP la Xunta, Feijóo fue ungido presidente. El autor recuerda que «una de las obsesiones de Feijóo fue rodearse de gente que tuviera la absoluta confianza de decirle si se equivocaba. No quiere aduladores, es una de las grandes diferencias con Casado, que no se siente consolidado y ve fantasmas en todas partes».

Balado intenta dar en su libro una «doble óptica» explicando la vida del presidente de la Xunta y a la vez «intentar explicar al lector de Valencia, Guadalajara y Donosti quién es este señor». Cree que la cultura política de Galiza se conoce poco y no se acaba de entender que para los gallegos, «el PP es el PNV local, el que cuida las tradiciones, que tiene representantes en los 303 ayuntamientos y con una corriente mayoritaria que no es españolista».

De hecho, recuerda que en los tiempos antes de ser presidente electo, Feijóo aprovechó el tema del idioma para hacer oposición al bipartito defendiendo a los castellano hablantes, pero después sería «acusado por ellos de ser traidor, porque no hizo todo lo que prometió en ese sentido». Siempre haciendo equilibrio entre ambigüedades.
    
El «No es no» de Feijóo
    
«En aquel momento, el PP estaba en retroceso importante y Feijóo no tenía un escaño en el Parlamento estatal. También pesó el hecho de que Rajoy no lo invitara a tomar las riendas del partido y, aunque a muchos les llame la atención, le pesó mucho que acababa de ser padre después de buscarlo por mucho tiempo», explica Balado cuando se recuerdan aquellos días álgidos para los conservadores, tras la moción de censura de 2018 que derivó en la renuncia del líder y su sucesión.

En esos momentos, según pudo recabar el autor con las más de cien entrevistas realizadas, Feijóo le pide a Rajoy «más tiempo», porque al ser presidente autonómico, no podía coger las cosas e irse. «Para él, era importante no darle la razón a la oposición gallega, que siempre lo acusaba de usar la Xunta como trampolín para Moncloa. Por eso le pide que convoque el congreso estatal para después del verano».

Allí empezarían las señales que inclinarían la balanza por el no. «El primer input que recibe de Rajoy es que convoca el congreso de manera inmediata, algo que beneficiaba a Soraya, y luego vendrían otras señales. El entorno de Rajoy sabía que si se presentaba, no habría otros competidores, porque arrasaría en los cuadros medios. Y esto, según ellos, Rajoy lo sabía».

Cospedal y Casado se presentan a las primarias, la primera para torpedear a Soraya y el segundo, para intentar instalar su imagen. «Feijóo creía que ser jefe de la oposición sin un escaño en las Cortes no sería algo fácil y sólo podría acceder a Moncloa con otra moción de censura contra Sánchez o esperar tres años a generales. Tenía un hijo recién nacido y todos los que lo conocen coinciden en que le cambió la vida».

«Otro elemento que lo hizo desistir fue ver que Rajoy no daba señales de elegirlo como sucesor. Feijóo no suele precipitarse. Sus respuestas suelen poderse entender para un lado o para otro, y no toma decisiones hasta el último instante. Por ello, va en el coche a la rueda de prensa no sólo con dos discursos, sino también con dos carteles. Uno que decía PP de España y otro sólo con Galicia. Finalmente, rechaza irse a Madrid y vende su renuncia a hacerlo como un acto de campaña para su reelección a la Xunta», agrega.

 

¿Intentará sustituir a Casado? «Tiene la espina clavada» pero es evidente que «el momento del PP hoy es ayusista»

 

Preguntado sobre si Feijóo intentará suceder a Casado, Balado dice que dar un pronóstico «es complicado», pero que «en cierto punto, tiene la espina clavada». Sin embargo, concluye que «el momento del PP en España hoy es ayusista, habrá que ver si se sostiene en el tiempo. Un liderazgo de Feijóo sería distinto, menos centrado en el marketing y lo que llaman la batalla cultural. Él en eso no entraría ni se metería en follones ideológicos, porque es crítico del exceso de centralismo en el Estado. Él podría irse a Madrid, pero seguro que no a toda costa».