Nagore Belastegi
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

Un baile por Sanna Marin

La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, se ha visto envuelta en una  polémica en la que se le juzga, una vez más, por lo que hace en su tiempo libre y espacios privados. Mujeres de su país han iniciado un movimiento viral de sororidad para apoyarla.

Sanna Marin, primera ministra finlandesa.
Sanna Marin, primera ministra finlandesa. (Lehtikuva | AFP)

En este momento en el que algunos sostienen que existe igualdad entre hombres y mujeres, no sorprenden noticias como la del acoso que está sufriendo la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, por el simple hecho de pasarlo bien con sus amigos. Se le ha juzgado y humillado hasta el punto de pedir para ella un test de drogas tras la difusión de un vídeo en el que aparece bailando, cantando y riendo con un grupo de personas en su tiempo libre, en una fiesta privada que nada tiene que ver con la labor que desempeña en el gobierno.

El test de drogas, por cierto, ha dado negativo. El Gobierno ha señalado que «no se ha encontrado ninguna droga en la prueba a la que sometió la primera ministra Sanna Marin el 19 de agosto de 2022». Marin pagó el test de su bolsillo, realizado en una clínica privada voluntariamente «para limpiar su reputación» y acallar rumores malintencionados que surgieron en las redes sociales.

Pese a que la mandataria socialdemócrata negó en todo momento haber consumido drogas en esa fiesta y haber visto que alguien las consumiera, algunos políticos de la oposición e incluso varios medios de comunicación exigieron que se hiciera la prueba de drogas. Marin sí admitió haber tomado «bebidas alcohólicas de baja graduación».

Según algunos medios locales, en el vídeo se oye a los asistentes a la fiesta mencionar la palabra "jauhojengi" (literalmente, la pandilla de la harina) y puede dar a entender que en la fiesta se consumió cocaína.


«Nunca en mi vida, ni siquiera en mi juventud, he consumido drogas. Ojalá viviéramos en una sociedad en la que se pudiera confiar en mi palabra. Pero como ahora quieren levantar esas sospechas, por eso me hice la prueba», afirmó el pasado viernes.

Cuando un asunto privado se convierte público

Las redes sociales se llenaron de comentarios de gente indignada que exigía a Marin hacerse un test de drogas, pero también de muchos ciudadanos que no entienden a qué viene esta polémica y están encantados con que su primera ministra tenga también una vida privada y se vaya de fiesta en sus vacaciones.

Las grabaciones fueron publicadas en Instagram en principio, pero después comenzaron a difundirse mediante el tabloide sensacionalista ‘Iltalehti’, quien también publicó dos días después otro video en el que se la veía bailando con el conocido cantante Olavi Uusivirta. «Estoy molesta por que estos vídeos se hayan llegado a publicar. La cuestión es que he estado de fiesta con unos amigos, bailando y cantando, aunque es cierto que alocadamente», dijo la primera ministra.

Marin insistió en que no tenía nada que ocultar: «Quiero mostrar que estos cargos también los ocupa gente normal, con una vida corriente. Tengo una vida familiar, una vida laboral y tiempo libre para pasar con mis amigos, exactamente como mucha gente de mi edad».

La primera ministra, quien antes ya fue criticada por asistir al desfile del orgullo LGBTI o por ir a un festival de heavy metal con una chaqueta de cuero, no ve ningún motivo para cambiar su comportamiento. «Voy a seguir siendo la misma persona que hasta ahora y espero que la gente lo acepte. Vivimos en una democracia, en las elecciones se deciden estas cuestiones», afirmó.

Mirada con lupa

Desde que en diciembre de 2019 asumió su cargo, convirtiéndose entonces en la jefa de Gobierno más joven del mundo, Sanna Marin ha sufrido un escrutinio sin precedentes en la historia de Finlandia.

En diciembre pasado, su rostro llenó las portadas de los tabloides por haberse ido de fiesta a una discoteca unos amigos hasta las cuatro de la mañana y haber dejado su teléfono móvil oficial en casa. Ella se vio obligada a pedir perdón, pero recordó que llevaba encima su teléfono privado y que, de haber surgido alguna emergencia, se la habría podido localizar sin problemas.

Tras verse obligada otra vez a explicarse, una oleada de mujeres de Finlandia se está sumando a un movimiento -‘Solidaridad con Sanna’– surgido para apoyarle y para criticar la lupa machista con la que se mira todo lo que las mujeres hacen. El movimiento pretende extenderse a todo el mundo y volverse aún más viral que el video de Marin, aprovechando así el impulso de la pólemica para trasladar una reivindicación, al estilo del movimiento ‘Free the nipple’ en contra de la censura del pecho femenino en las redes sociales.

Este nuevo movimiento de sororidad también ha llegado a Euskal Herria. La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales de Lakua, Beatriz Artolazabal, ha expresado su apoyo a Marin señalando que a ella misma, como política y mujer, también le gusta «la fiesta y bailar».

«Todas las mujeres, también quienes tenemos responsabilidades políticas e institucionales, tenemos derecho a pasárnoslo bien con nuestra gente», ha señalado en un tuit en el que subraya: «Como Sanna Marin, soy mujer y soy política. Me gusta la fiesta y bailar».

La consejera vasca también se hace dos preguntas: «¿Qué hay de malo en divertirse en ámbitos privados o públicos?, ¿Por qué resulta ‘tan reveladora’ la diferencia de trato hacia Boris Jhonson (primer ministro británico) y hacia Sanna Marin?».