Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Blake Edwards, la distancia mágica entre la risa y la lágrima

Hace cien años nació un autor en cuya filmografía figuran películas que pertenecen por derecho propio a la historia del cine, como ‘La pantera rosa’, ‘Días de vino y rosas’, ‘Desayuno con diamantes’ o ‘El guateque’. No obstante, Blake Edwards tan solo recibió una nominación a los Óscar.

Blake Edwards.
Blake Edwards. (NAIZ)

Mientras Nueva York despierta, un taxi cruza una Quinta Avenida casi irreal, solitaria. Cuando el vehículo se detiene ante la joyería Tiffan's, una mujer desciende de él luciendo un vestido de fiesta largo, guantes y gafas de sol. La mujer de negro lleva en la mano una bolsa de papel de la que extrae un cruasán y un café. Acompañada por la música de Henry Mancini, Audrey Hepburn mira detenidamente los sueños transformados en quilates que le aportan el sosiego que requiere su desayuno. Mientras los títulos de crédito desfilan en la pantalla, el rostro de Holly Golightly queda reflejado en los escaparates de Tiffan's y como telón de fondo para esta escena inicial, la ciudad dormida se despereza progresivamente. ‘Desayuno con diamantes’ entra de ello en esa tipología de películas que perviven en la retina del recuerdo de muchos espectadores gracias, sobre todo, a la iconográfica presencia de su protagonista. La imagen de Audrey Hepburn siempre quedará ligada al excelente rol que compuso en esta película que antes de ser proyectada por primera vez el 5 de octubre de 1961, tuvo que afrontar varios contratiempos.

Basado en la novela corta del prestigioso escritor norteamericano Truman Capote –‘Desayuno en Tiffany's’ (1958)–, el argumento original nos descubre a una joven tejana de 20 años (Holiday ‘Holly’ Golightly) que vive intensamente la vorágine festiva, nocturna y alevosa de Nueva York en compañía de hombres mayores que ella y acaudalados.

Su rutina lúdica cambia por completo cuando se cruza en su camino un joven aspirante a escritor (George Peppard) que vive mantenido por una mujer casada y millonaria que le supera en edad. Entre ambos se establece un vínculo afectivo delimitado por las barreras que ella siempre interpone.

A lo largo de esta crónica urbana, topamos con los miedos que nos asaltan cada vez que debemos afrontar un riesgo, el caos que genera la gran ciudad y la obligada necesidad de mantenerse siempre a flote en mitad de esta vorágine de asfalto.
La trama de la novela se desarrolla entre otoño de 1943 y otoño de 1944, y a lo largo de este intenso año, asistimos a un carrusel de emociones, desencantos y anhelos pulidos a través de un lenguaje directo y no exento de ternura.

Para componer a su personaje central, Capote se inspiró principalmente en dos amigas suyas, Marilyn Monroe y Carol Grace y en cuanto vio a Hepburn en la pantalla, no ocultó su malestar cuando comprobó que diversos pasajes de su novela concernientes a la personalidad de Holly, fueron alterados considerablemente u olvidados por completo porque Hepburn se negó a aceptarlos. A ello se sumó que él siempre tuvo en mente para ese papel a la propia Monroe

Audrey Hepburn en su papel de Holly Golightly en ‘Desayuno con diamantes’. (NAIZ)
Audrey Hepburn en su papel de Holly Golightly en ‘Desayuno con diamantes’. (NAIZ)

Detrás de la cámara se encontraba Blake Edwards, un cineasta que, en la década del 60, contaba con cierto prestigio en Hollywood, gracias a una decena de películas enclavadas en géneros dispares como la comedia, el thriller y el musical.
Nacido bajo el nombre de William Blake Crump en Tulsa, Oklahoma el 26 de julio de 1922, Edwards era el hijastro del director de teatro Jack McEdwards. Creció en el mundo del cine, fue a la escuela con estrellas de Hollywood y compartió casa con Mickey Rooney.

Después de participar como actor en diversas producciones, en las que ni siquiera aparecía acreditado, apostó por la escritura, su gran pasión.

Sus primeros pasos tras la cámara los dio en la década de los cincuenta junto a Richard Quine. Ambos firmaron siete guiones de manera conjunta, de los que cinco fueron dirigidos por Quine y dos por Edwards, el primero ‘Venga tu sonrisa’.  A continuación, llegó la ya mencionada ‘Desayuno con diamantes"’cuyo éxito inmediato lanzó tanto su carrera como la de Hepburn.

A pesar de haber sido siempre relacionado con la comedia, realizó en el 62 el que es uno de los más crudos acercamientos al alcoholismo, ‘Días de vino y rosas’.

Protagonizada por Jack Lemmon y Lee Remick, Edwards siempre recordó el comentario que le dijo Lemmon sobre lo afortunada que había sido su elección como director «me dijo que la película era tan dura que buscaba a alguien que tuviera un buen sentido del humor, porque la vida está llena de humor y eso hace el drama mucho más duro».

El mismo año dirigió ‘Chantaje contra una mujer’, un thriller de corte negro protagonizado nuevamente por Lee Remick que, en esta ocasión, compartió escenas junto a Glenn Ford.

Cuando se quedó sin actor

En 1963, Edwards dejó a un lado las lágrimas y se empleó a fondo en la tarea de dibujarnos sonrisas. Arrancó su fase más explosiva y se transformó en heredero, por derecho propio, del slapstick cuando abordó ‘La pantera rosa’.

Todo cobró forma cuando conoció con los hermanos Marvin, Harold y Walter Mirisch en la United Artists y les presentó el guion. Según recordó el director «ellos me dijeron: ‘trabaja que nosotros nos encargamos de United Artists’. El problema fue que Harold no quería hacer ‘La pantera rosa’, no entendía la idea y hasta me llegó a decir: ‘¿No tienes alguna otra cosa?’. Le respondí que tenía un buen presentimiento, aunque en realidad lo que realmente quería era probar si cumplían eso de la libertad creativa. Y cumplieron».

La película, basada en una idea simple de atracos protagonizada por un ladrón de guante blanco conocido como «El fantasma», contó en su reparto inicial con David Niven, Claudia Cardinale y Ava Gardner –sustituida en el último instante por Capucine–. Para el personaje del inspector, un rol secundario en aquella primera trama, se contactó con Peter Ustinov, pero este se desentendió del proyecto una semana antes de comenzar la filmación.

Edwards explicó que «se echó atrás en el último minuto. Tuvimos que cambiar todo. Fue entonces cuando me sugirieron a Peter Sellers, yo lo había visto en una sola película y su estilo no me gustaba para el personaje de Clouseau. Pero como estaba desesperado acepté hacerle una prueba. Me encantó. Después lo conocí mejor en el viaje a Roma y descubrí que nos gustaba el mismo tipo de comedia: la de Stan Laurel y Oliver Hardy. Él era un fanático absoluto de Stan Laurel».

Sellers, un actor británico curtido en la radio, siempre abogó por la improvisación, con el riesgo que ello siempre conlleva. En palabras del director «tomábamos lo que estaba escrito, improvisábamos y lo mejorábamos, pero Peter no sabía hacer gags físicos, no era bueno en eso. Tuve que prepararlo. En ese sentido Clouseau era yo, porque siempre he estado genéticamente predispuesto a ese tipo de accidentes. A lo largo de mi vida me he roto todos los huesos del cuerpo».

De esta forma se estableció una relación profesional entre el director y el actor que se tradujo en cinco de los títulos de la saga de ‘La pantera rosa’. Solo el último, que además cerró la carrera de Edwards, tuvo otra protagonista, el italiano Roberto Benigni.

Petter Sellers como el inspector Clouseau, en ‘La pantera rosa’. (NAIZ)
Petter Sellers como el inspector Clouseau, en ‘La pantera rosa’. (NAIZ)

A pesar de ser siempre recordado por su rol de Clouseau, Sellers alcanzó su gran logro interpretativo junto a Edwards en la que es considerada la quinta esencia de la subversión en la comedia, ‘El guateque’.

Su apoteósico prólogo, en la que Sellers se bastaba y sobraba para sabotear por completo un rodaje encarnando a un actor hindú llamado Hrundi V. Bakshi, pasa por ser uno de los mayores logros de la comedia.

Dentro del apartado de cómplices y colaboradores, no podemos olvidar la batuta del maestro Henry Mancini y, por supuesto a su compañera sentimental, la actriz Julie Andrews, la cual participó en filmes como ‘10, la mujer perfecta’, ‘S.O.B. Sois honrados bandidos’, en la que arremetió de manera muy ácida contra la industria de Hollywood, y la que es considerada su última gran obra, ‘Víctor o Victoria’.