Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La oveja descarriada

Abel Ferrara.
Abel Ferrara. (TIZIANA FABI | AFP)

Del viejo Abel Ferrara ya me espero cualquier cosa, y más desde su definitiva italianización a la búsqueda de una redención a la manera del personaje encarnado por Harvey Keitel en ‘Teniente corrupto’ (1992). Aún así, he de reconocer que esta vez ha superado mi capacidad de sorpresa con creces, al apuntarse a una biografía del Padre Pío, uno de los santos preferidos del cine ultracatólico. No sé si habrá audiencia vaticana o bendición papal, pero en la Mostra de Venecia se presenta como uno de los atractivos de la sección Giornate Degli Autori.

Por si fuera poco con la polémica histórica que rodea a tan milagrera figura, que nos obliga a posicionarnos como negacionistas a quienes nunca nos gusta estar de ese lado, la mayor de las provocaciones viene, sin embargo, de la elección de su actor principal. A cuenta de que Shia LaBeouf es otro a redimir, y vaya que si lo ha hecho. Para preparar el papel se fue a un convento de capuchinos como el de San Giovanni Rotondo, que aparece en la ficción, y, por supuesto, se ha convertido a la fe.

Nada como el catolicismo para obtener el perdón, y sus pecados eran muchos, entre otras cuestiones por haber cometido abusos sexuales. En las entrevistas confiesa que llegó a plantearse el suicidio como expiación, aunque ahora se está rehabilitando por una vía más piadosa a base de meditación, paz y silencio. Ora pro nobis.