
Han pasado ya dos décadas desde que Jean-Pierre Snapi se atreviera en ‘Nacional 7’ (2000) a tratar el tema de la sexualidad en las personas con otras capacidades. Por lo tanto no es nuevo en el cine, pero Fernando Franco lo aborda en ‘La consagración de la primavera’ (2022) de un modo más intimista, y a través de una mirada inocente y no controversial. Conecta con su estilo naturalista, ya expuesto en su premiada ópera prima ‘La herida’ (2013), con la que ganó el Goya al Mejor Director Novel, además del de Mejor Actriz para Marián Álvarez y el Especial del Jurado en el SSIFF. Su siguiente ‘Morir’ (2017), presentada también en Donostia ya no tuvo la misma repercusión, aunque su tercer largometraje ha sido mejor acogido en la edición de este año.
Insiste en trabajar con pocos personajes, a los que gusta seguir cámara en mano dejando el fondo fuera de foco. La novedad es la presencia de Telmo Irureta, que contagia el ambiente y lo desdramatiza con su espontaneidad. Conecta con una Valèria Sorolla que, por su educación religiosa, ve un acto benefactor en la asistencia sexual, y al margen de otras relaciones de pareja.

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