
La alarma que se extendió el martes por la noche por la explosión que mató a dos agricultores en la aldea polaca de Przewodow, a menos de 10 kilómetros de la frontera con Ucrania, fue descendiendo a medida que quedaba claro que no fue provocada por el impacto de un misil ruso, sino por un artefacto ucraniano.
La posibilidad de un ataque, siquiera fortuito, sobre territorio OTAN había provocado que Polonia pusiera a su Ejército en alerta máxima, aumentara su grado de movilización y estudiara invocar el artículo IV de la Alianza, que prevé consultas entre aliados cuando esté amenazada «la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las partes».
«Estamos lidiando con las consecuencias de las acciones de Rusia. Estas consecuencias, por primera vez desde el comienzo de la guerra (...), han afectado a Polonia, ciudadanos polacos han sido asesinados», subrayó Pawel Jablonski, viceministro polaco de Exteriores.
Más allá fueron el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y sus aliados bálticos, que reclamaron una reacción conjunta contra Rusia.
Cautela de EEUU
La alarma llegó hasta el G20, reunido en Bali, desde donde el presidente de EEUU, Joe Biden, ya consideró «improbable» que el misil fuera disparado por Rusia, siguiendo a la primera reacción cautelosa del Pentágono, y confirmando las informaciones que a las pocas horas ya ofrecían periodistas polacos.
Rusia calificó de «histérica» la reacción de Polonia y otros países y valoró la «contenida y más profesional» de Biden.
El Kremlin insistió en que el cohete, identificado como un proyectil antiaéreo S-300, fue lanzado por Ucrania, y criticó que, aunque Varsovia tenía todos los medios posibles para informar de inmediato de su origen, se refiriera a que el proyectil era de «fabricación rusa» sin especificar que se trataba de un tipo de misil también utilizado por Ucrania.
Por ello, reprochó la falta de mesura «en temas tan peligrosos» y que han provocado «una injustificada reacción rusófoba». Varsovia daba marcha atrás ayer al admitir que es «altamente probable» que se tratara de un proyectil antiaéreo ucraniano. «No hay indicios de que haya sido un ataque intencional contra Polonia (...). Es probablemente un desafortunado accidente, por desgracia», afirmó el presidente polaco, Andrzej Duda.
La OTAN confirmó, posteriormente, que «el incidente fue probablemente causado por un misil de defensa aérea ucraniano» y que «no hay indicios de un ataque deliberado», según señaló su secretario general, Jens Stoltenberg, tras una reunión de urgencia de los embajadores de los países miembros.
Varios países europeos y la ONU siguieron la misma línea y pidieron una investigación, mientras China solicitaba a «todas las partes involucradas» que «mantengan la calma y ejerzan moderación para evitar una escalada».
Zelensky insiste
Pero Ucrania se mantuvo en la versión del misil ruso. Zelensky calificó de «teorías conspirativas» las explicaciones de que podría tratarse de un misil ucraniano que el resto del mundo compartía. Ayer el presidente ucraniano mantuvo que fueron misiles rusos los que impactaron en Przewodow. «No tengo ninguna duda de que no fue nuestro misil», afirmó Zelensky, que rehusó cuestionar los informes de su personal militar. «No tiene sentido desconfiar. Pasé la guerra junto a ellos», argumentó.
A la vez, pidió a Polonia que permita a representantes militares ucranianos acudir al lugar de los hechos para llevar a cabo sus propias pesquisas.
La insistencia de Zelensky dejaba en una posición forzada a sus aliados a la hora de defender la credibilidad de Kiev, y el Gobierno húngaro lo consideró «un mal ejemplo».
Responsabilidad de Rusia
No obstante, la OTAN, EEUU y varios Estados occidentales insistieron en acentuar los reproches a Rusia por el impacto del misil en Polonia. «Seamos claros. No fue culpa de Ucrania. Rusia tiene la responsabilidad última mientras continúe la guerra ilegal contra Ucrania. Rusia debe cesar esta guerra insensata», afirmó Stoltenberg, que reiteró «el derecho a la autodefensa» de Ucrania y la «plena solidaridad» de la OTAN con Polonia.
«Todos creemos que, en última instancia, Rusia tiene la responsabilidad porque, independientemente de a dónde llegue la investigación, nada de esto habría sucedido si Rusia no hubiera estado lanzando ataques contra civiles dentro de Ucrania», remarcó la embajadora de EEUU ante la OTAN, Jeanne Smith.
«Este trágico incidente es resultado de otra ola masiva de ataques con misiles contra ciudades ucranianas por parte de Rusia, que fijaban como objetivo civiles e infraestructura civil», afirmó también el responsable diplomático de la UE, Josep Borrell, en nombre de los Veintisiete.
«La violencia es totalmente responsabilidad de la invasión injustificable y sin provocación de Rusia», coincidieron el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y el presidente polaco. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el canciller alemán, Olaf Scholz, o el presidente francés, Emmanuel Macron, incidieron en la misma idea.
Pero Moscú rechazó estas reacciones y su Ministerio de Exteriores convocó al embajador de Polonia por las acusaciones «gratuitas» de que fue el Ejército ruso el que lanzó el misil, y se preguntó si Varsovia no quiere disculparse cuando todo apuntaba ya a que el misil era ucraniano.
Alemania
Tras la explosión del misil ucraniano en territorio polaco, el Gobierno alemán ofrecerá a Polonia el refuerzo de su espacio aéreo con cazas alemanes y estudia ampliar el plazo del despliegue del sistema antimisiles Patriot en Eslovaquia hasta 2024.
Director de la CIA
El director de la CIA, William Burns, se reunió el martes con Volodymyr Zelensky y altos mandos de la Inteligencia local en su segunda visita a Kiev en menos de un mes, en la jornada de ataques masivos rusos en Ucrania. La víspera, Burns se reunió en Ankara con su homólogo ruso.
Guerra Mundial
«La historia ucraniana del ‘ataque con misiles’ contra una granja polaca demuestra solo una cosa: Occidente, con su guerra híbrida contra Rusia, aumenta la posibilidad del comienzo de una guerra mundial», denunció el número dos del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev.
Ofensiva en Lugansk
Sobre el terreno, las autoridades de Lugansk señalaron que las tropas ucranianas intentan romper las líneas defensivas rusas en este frente, concentrando tropas y reforzando sus unidades con blindados, en particular en las direcciones de Kupyansk, Liman, Artiomsk y Debaltsevo.
Tensiones mal disimuladas y una dura negociación en el G20
El impacto del misil ucraniano en Polonia se dejó sentir en la cumbre del G20 en Bali, donde EEUU convocó una reunión de urgencia con los países del G7, de la OTAN y de la UE representados allí. El suceso se sumó a las dificultades para consensuar un comunicado en el que Washington y Bruselas presionaban por incluir una condena explícita a la guerra de Ucrania, amenazando con cerrar la cumbre sin acuerdo alguno. Esta mención fue el escollo que endureció la negociación y la alargó hasta medianoche, según señaló el presidente indonesio, Joko Widodo, quien ocupa la presidencia de turno del G20 y forzó un texto con malabarismos verbales.
El documento señala que «la mayoría de los miembros del G20 condenan. firmemente la guerra en Ucrania» , «reclaman la retirada total e incondicional de Rusia de territorio ucraniano», considera «inadmisible» el uso o amenaza de armas nucleares y advierte del impacto de la guerra sobre la economía mundial, pero añade que «hay otras visiones y valoraciones diferentes sobre la situación y las sanciones».
Con estos equilibrios, el documento dio una apariencia de concordia frente a boicots, abandonos y ausencia de textos firmados de anteriores cumbres, aunque las discrepancias se mantuvieran y la ausencia en la jornada final del ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, difuminara las divisiones.
Aun así, incluso el habitualmente comedido Xi Jinping protagonizó una inusual discusión ante las cámaras con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. El presidente chino reprochó a Trudeau las filtraciones a la prensa de una conversación sobre las relaciones entre China y Canadá, en las que el canadiense acusó a Pekín de interferir en asuntos internos. «No es apropiado», le afeó Xi, quien dijo que lo que se reflejó en los medios no fue la conversación real, y pidió respeto mutuo a Trudeau.

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