Pello Guerra
Entrevista
Joaquín Gorrochategui
Catedrático de Lingüística Indoeuropea de la UPV/EHU

«La Mano de Irulegi tiene características bastante claras que la hacen vascona»

Junto a Javier Velaza, Joaquín Gorrochategui ha analizado la inscripción de la Mano de Irulegi, de la que destaca que «tiene características bastante claras de haber sido escrita en el lugar, que la hacen vascona». Confía en que se localicen más textos para hacer paralelismos y hallar explicaciones.

Joaquín Gorrochategui, dando explicaciones sobre la inscripción de la Mano de Irulegi.
Joaquín Gorrochategui, dando explicaciones sobre la inscripción de la Mano de Irulegi. (Iñigo URIZ/FOKU)

Con «un vuelco del corazón» vivió Joaquín Gorrochategui (Eibar, 1953) el momento de contemplar por primera vez la inscripción de la Mano de Irulegi, pieza sobre la que asegura que cuenta con una serie de características que «la hacen vascona».

En la presentación del hallazgo de la Mano de Irulegi, se mostró concluyente con el hecho de que es vascona.

La pieza tiene características bastante claras de haber sido escrita en el lugar, no procede de un lugar diferente; cuenta con unas características epigráficas que la hacen vascona. Pero aparte del silabario, está la cuestión de que sea un bronce y no un plomo, porque en la cultura ibérica se utilizaba abrumadoramente el plomo.

Como experto, ¿qué puede comentar de la inscripción?

Es una inscripción que está entera y hay muy pocas en la Península Ibérica que lo sean. Y ya sobre el texto, desde el punto de vista del silabario, tenemos una seguridad muy clara de que no es celtibérico, ni una lengua indoeuropea. Al final de la primera línea hay un espacio a la derecha de la palabra y eso quiere decir que está como dando un título, como una presentación. Esa primera palabra tiene una prestancia, un estatus especial y es ‘Sorioneku’. Sorione tiene relación con el vasco zorion, que está documentado desde los primeros testimonios en lengua vasca, desde el siglo XVI, como zorionean, es decir, en buena fortuna, lo que tiene una coherencia con el soporte, porque es una mano que puede tener una función de ahuyentar el mal, apotropaica. En las otras tres líneas, nos quedamos de piedra, porque no entendemos nada y es un misterio.

«Además del silabario adaptado, está la cuestión de que sea un bronce y no un plomo, porque en la cultura ibérica se utilizaba abrumadoramente el plomo»



Precisamente que no se pueda entender el resto de la inscripción, ¿vendría a evidenciar la antigüedad de la lengua que aparece escrita en la mano?

Esa es una lectura posible. Hay que tener en cuenta también que los vascólogos ahora piensan que todos los dialectos vascos hablados actualmente proceden de una lengua que debió de ser común, pero en el siglo V o VI después de Cristo, y la pieza descubierta es del siglo I antes de Cristo, así que tenemos un espacio de seis siglos donde la lengua pudo cambiar mucho. Esto indica que hablar de lengua vasca para esa época es un poco arriesgado. Es mejor hablar y prefiero hablar de lengua vascónica, dándole un sentido territorial, pero también un poco lingüístico, dando a entender que hay relaciones con la lengua vasca, pero que no sabemos muy bien esas relaciones cómo son. Las hipótesis están abiertas en todos los sentidos y hay que ir acotando las consecuencias que tiene cada una, si son coherentes con otras cosas o entramos en contradicción y hay que echar para atrás. Queda mucho trabajo por delante.

¿Cómo sería ese trabajo?

Una larga investigación en el futuro que tendrá que buscar paralelismos para todas estas palabras. Esperemos que haya más textos de esta naturaleza que puedan abrir, ampliar el espectro para hacer paralelismos que, poco a poco y en un trabajo de muchos años, nos puedan dar alguna explicación a estos excepcionales textos.

«Al final de la primera línea hay un espacio a la derecha de la palabra y eso quiere decir que está como dando un título, un estatus especial a ‘Sorioneku’»



Que puedan aparecer más textos terminaría de enterrar la idea de que los vascones no sabían escribir.

Hemos estado bastantes años diciéndolo, que los vascones aprendieron a escribir muy tarde y muy poco, aunque teníamos unas monedas acuñadas por las ciudades vasconas, pero que no sabemos localizar en qué lugar de Vasconia estaban. Esas monedas han aparecido en territorio vascón y hay que suponer que se acuñaron aquí. Por lo tanto, se utilizaba escritura, pero en muy pocos testimonios y de carácter oficial, porque acuñar una moneda lo es, pero no había más. Era un territorio ágrafo, donde no había inscripciones, donde todos los documentos que teníamos eran nombres propios en inscripciones latinas del imperio de los siglos I y II después de Cristo. El mosaico de Andelo tiene cuatro palabras, de las que tres son nombres propios o de ciudad, y solamente había una palabra y algunos sufijos raros. Han pasado 25 años y todavía no los hemos explicado. Estas inscripciones empiezan a llenar un vacío, a poner puntos en un mapa que antes estaba vacío.

¿Le parece que dará mucho que hablar este hallazgo?

Sí, dará mucho que hablar y cada cual intentará explicarlo a su manera. Algunos intentarán explicar cualquier palabra de cualquier modo, otros intentarán unir el ibérico con el euskara, que también es una posibilidad.