Ana Larrañaga Janeiro y Juan Jesús Rico Fuentes

Estufas de biomasa: ingredientes eficientes y baratos en el pellet

Entre las opciones por conseguir energía barata y eficiente está la búsqueda de nuevos ingredientes para la estufa de biomasa. Según las conclusiones del Grupo de Tecnología Energética de la Universidad de Vigo que ha publicado ‘The Conversation’, los residuos de la poda de kiwi son una alternativa.

Pellets fabricados con restos de madera y serrín.
Pellets fabricados con restos de madera y serrín. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Las estufas de biomasa se disparan en ventas en toda Europa. El éxito es tan arrollador que en los meses pasados el pellet (comprimido de biomasa para estufas) subió su precio hasta un 70% y se agotó en el mercado. La base simple de una estufa de biomasa es conseguir energía a partir de materia orgánica, no solo la madera. Ya hay avances en el uso de huesos de aceituna o cáscara de almendra como materia prima. Pero hay más: restos de poda de kiwi, paja, residuos de granjas avícolas, incluso restos de demolición, se barajan como opciones eficientes y baratas para alimentar las estufas de biomasa.

El contexto energético europeo está marcado por la incertidumbre generada por el corte del suministro de gas natural procedente de Rusia, y las energías renovables están llamadas a suplir el déficit de gas y petróleo. La biomasa es la alternativa renovable mejor posicionada para reemplazar esos combustibles fósiles por una alternativa neutra en carbono. Hablamos de una fuente de energía de origen local, sostenible, eficiente y que puede utilizarse tanto en un hogar como en la gran industria.

Según datos del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), en 2020 la biomasa suponía casi un tercio de la energía total consumida para calefacción; el gas natural representaba un 28% y el gasóleo un 26%. Ante el aumento de precio de los dos últimos, la biomasa se muestra como una energía de eficacia probada y suministro estable. Además, puede ser empleada en instalaciones que no difieren demasiado de las de gas o gasóleo, lo cual minimiza los gastos de uso a nivel doméstico.

La Energía que viene: más que kiwi

Digamos que tenemos entre las manos la pepita de oro de la energía del futuro, y ya está ardiendo en calefacciones de miles de hogares. El desafío científico es dar con el material más eficiente para que el calor sea barato, neutro y que de paso solucione problemas colaterales, como gestionar toneladas de residuos que proceden de otras industrias.

En muchos países se han comenzado a comercializar combustibles para estufas de biomasa a partir del hueso de aceituna, la cáscara de almendra o el orujillo. Estos combustibles son más asequibles que la madera, pero dejan mucho residuo y requieren una limpieza más frecuente de las calderas. Así que es conveniente buscar alternativas para la base del pellet que sean baratas, eficientes energéticamente, que generen mínimo residuo y sean de fácil acceso para las poblaciones locales.

En el Grupo de Tecnología Energética de la Universidade de Vigo llevan muchos años apostando por soluciones que sumen al mosaico global de los sistemas energéticos del futuro. La combustión de biomasa, que por su continuada presencia muchas veces pasa desapercibida, ha llegado a niveles de refinamiento inconcebibles hace unas décadas por la irrupción de técnicas como los algoritmos de aprendizaje automatizado o las simulaciones por ordenador.

Entre las últimas investigaciones llevadas a cabo en este grupo de investigación se cuentan análisis de la viabilidad de combustibles procedentes de residuos de industrias agroforestales como viñedos o plantaciones de kiwi. Los residuos de la poda de kiwi están entre los más prometedores. Las explotaciones de esta fruta se enfrentan todos los años al desafío de gestionar toneladas de residuos de poda. Este estudio demuestra que, triturando y comprimiéndolos, es posible un aprovechamiento energético viable.

Los combustibles que se obtienen de los restos de poda de kiwi contienen un poder calorífico similar al de los pellets comerciales de madera, con la ventaja de que contribuyen a la conservación del monte y aportan valor añadido a las industrias localizadas en el medio rural.

El problema son las cenizas

En colaboración con universidades en la República Checa, Alemania, Austria y Canadá, el centro de Vigo ha estudiado especies no leñosas (tales como la paja o los restos de demolición) y sus residuos. Los materiales residuales no leñosos son, por naturaleza, muy complejos químicamente, y su uso aún supone un reto tecnológico. Es posible extraer una buena cantidad de energía de ellos, pero dejan muchos residuos asociados a su combustión.

Estos combustibles liberan grandes cantidades de ceniza y demás elementos corrosivos que son comunes en instalaciones industriales, y para los que no existen contramedidas a pequeña escala que se puedan aplicar en instalaciones domésticas. El grupo de investigación gallego, sin embargo, ha realizado una propuesta de sistema miniaturizado de control de emisiones destinado a combatir este problema.

Por otro lado, desde el proyecto Avienergy investigan los residuos generados en granjas avícolas. Este estudio, que aún se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo, muestra una generación de energía en el mismo rango que los combustibles vegetales alternativos antes mencionados. Aún está por determinar su rendimiento cuando sean trasladados a una instalación real, pero los datos recopilados, destacan, invitan al optimismo.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation