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Uno de los jóvenes del ‘caso Altsasu’ recuerda cómo se vive la muerte de un preso en la cárcel

Tras conocerse la muerte de dos presos en tan solo 24 horas en cárceles vascas, Adur Ramirez de Alda, uno de los jóvenes del ‘caso Altsasu’, ha recordado a través de las redes sociales cómo se vive esa situación encarcelado, al tiempo que ha pedido políticas de prevención.

Adur Ramirez de Alda ha narrado en redes cómo se vive en la cárcel la muerte de un preso.
Adur Ramirez de Alda ha narrado en redes cómo se vive en la cárcel la muerte de un preso.

La muerte de dos presos en tan solo 24 horas en cárceles vascas ha hecho que uno de los jóvenes del ‘caso Altsasu’, Adur Ramirez de Alda, haya recordado a través de Twitter cómo se vive esa situación encarcelado.

Su hilo de mensajes en la red social arranca con una puesta en situación: «Son las 8 de la mañana y el ruido de la megafonía te despierta de mala ostia: ¡Recuento!».

Entonces, «escuchas los pasos de los funcionarios subir a la galería y celda por celda, te vas aprendiendo de memoria los apellidos de cada compañero. Sabes exactamente cuánto tardan en llegar a tu txabolo, para gritarte, como cada día que estás tumbado en la cama: ¡Pero levántese, hombre!», recuerda Ramirez de Alda.

Pero sucede algo: «En toda rutina idéntica, cuando algo por muy pequeño que sea cambia, enseguida te das cuenta. El recuento de esos días tarda más, las puertas abren más tarde y los murmullos se extienden por todo el módulo: Joder tío, que está palmera».

Llega el momento de bajar al patio «y se confirman los rumores: Fulano la ha palmado. Algunos dicen que se ha quedado frito por el caballo, otros que se ha colgado o que se ha ‘chinado’ (rajado) los brazos. Hay más silencio que otros días, pero cada uno a lo suyo. Desayunar, café y pitillo».

«A los funcionarios se la suda»

Al salir «a dar los primeros paseos al patio, comentas con el compi la situación. Te da rabia, ves que en los pocos años que llevas en el talego has visto morir a unos cuantos y flipas cómo a los funcionarios se la suda. Es algo habitual».

Hacia el mediodía «hay movimiento en el módulo. Ves a una mujer elegante acompañada de varios hombres con cierto cargo dentro la cárcel y ¡Aiba! es la jueza que ha venido a levantar el cadáver. Se lo llevan, sacan sus pertenencias y ‘san se acabó’. Hasta la próxima».

Al día siguiente, «llegan las 8 de la mañana otra vez y esta vez sí. Las puertas se abren a su hora y todo sigue igual». Ante estos hechos, Ramirez de Alda lanza su denuncia: «Stop cinismo por parte de las autoridades y funcionarios en las cárceles. Medidas de prevención y cambio radical de las políticas penitenciarias ya! Presoak etxera!».



De esta sencilla, pero intensa manera, el joven altsasuarra ha recordado las experiencias vividas en los más de tres años y medio que pasó en la cárcel por una trifulca con dos guardias civiles y sus parejas en un bar, de madrugada, en octubre de 2016, y que también llevó a prisión a otros siete jóvenes de la localidad tras ser condenados por la Audiencia Nacional por delitos de «atentado» a los agentes de la autoridad, «lesiones, desórdenes públicos y amenazas».

Con su testimonio, Ramirez de Alda ha puesto por escrito unas experiencias que vivió en primera persona en la cárcel de Zaballa, a donde fue trasladado en 2019 y en la que permaneció hasta julio de 2020.

Estando en esa prisión, cinco presos aparecieron muertos en el primero de esos años y otro más en 2020, aunque a lo largo de ese último año fueron seis los presos encontrados muertos en Zaballa.