Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
Entrevista
Pablo Beltrán
Jefe de la delegación del ELN en los diálogos con el Gobierno

«Nuestra guerrilla se suma a la mayoría que está por una solución política del conflicto»

Pablo Beltrán, comandante del ELN y jefe de la delegación de la guerrilla en la mesa de conversaciones, responde al cuestionario de NAIZ sobre el proceso de diálogo, el ataque en el que murieron nueve soldados o cómo es negociar con el primer gobierno progresista del país, entre otras cuestiones.

El comandante del ELN y jefe de la delegación de la guerrilla en los diálogos con el Gobierno de Gustavo Petro, Pablo Beltrán, en una imagen de archivo.
El comandante del ELN y jefe de la delegación de la guerrilla en los diálogos con el Gobierno de Gustavo Petro, Pablo Beltrán, en una imagen de archivo. (Adalberto Roque | AFP)

Está previsto que el tercer ciclo de conversaciones entre el ELN y el Gobierno de Gustavo Petro arranque en la primera semana de mayo en La Habana (Cuba), país garante del proceso junto a Noruega, Brasil, Chile, México y Venezuela. La Conferencia Episcopal de Colombia y el representante especial del secretario general de la ONU en Colombia ejercen de acompañantes permanentes. La posibilidad de establecer un cese el fuego bilateral será uno de los temas centrales de esta nueva ronda.

El pasado 10 marzo, ambas delegaciones acordaron en México una nueva agenda de diálogos que incluye la participación de la sociedad, transformaciones para la paz, víctimas y el fin del conflicto armado.

En respuesta al cuestionario remitido por NAIZ, el comandante y jefe de la delegación del ELN, Pablo Beltrán, subraya que «nuestra guerrilla se suma a la mayoría que está por una solución política del conflicto, para que avancemos en una transición que deje atrás al viejo régimen y saque la violencia de la política».

Reclama al Gobierno que, en el marco de su Estrategia de Paz Total, dé a la guerrilla «un reconocimiento jurídico y político pleno» e incide en la importancia de «movilizar al pueblo para que la transición hacia cambios estructurales no se quede en cambiar algunas apariencias».

Expresa también su deseo de que «el proceso de integración latinoamericana se agilice y llegue a tener voz propia ante las potencias mundiales. De esta forma acercamos la posibilidad, por ejemplo, de echar a andar una propuesta alternativa antidrogas y de que nuestra región sea una zona de paz».

En 2024, el ELN cumplirá 60 años. Es la única guerrilla que queda en América Latina. ¿Cómo se sitúa en el contexto geopolítico actual?

Los que mataron a Gaitán en 1948 impidieron que un liberal socialista llegara a la Presidencia. Hoy llega al Gobierno un progresista, pero hereda el mismo viejo régimen que persigue y elimina a sus oponentes, que llevó a que una parte de la sociedad decidiera alzarse en armas, torrente rebelde en que nacimos las guerrillas marxistas; está por verse si seremos capaces los colombianos de operar esa democratización del país, que resuelva las causas que motivan la resistencia y la rebeldía.

Nuestro país es un eslabón fuerte de la cadena del sistema de guerra perpetua del imperialismo norteamericano, por esto volvieron a Colombia socia de la OTAN, por eso persisten en imponer su fracasada guerra contra las drogas, por eso los gringos tienen una docena de bases militares en suelo colombiano. Entonces, como el pueblo colombiano ha decidido pasar la página de la guerra, le exige a Estados Unidos que saque al país de sus planes bélicos.

«Como el pueblo colombiano ha decidido pasar la página de la guerra, le exige a Estados Unidos que saque al país de sus planes bélicos»

Nuestra guerrilla se suma a la mayoría que está por una solución política del conflicto, para que avancemos en una transición que deje atrás el viejo régimen y saque la violencia de la política, y que también logre sacar al país de esa maquinaria de guerra que es la OTAN.

Tras la suspensión de los diálogos con el Gobierno de Iván Duque en enero de 2019 y la no aplicación de los protocolos de retorno, la delegación del ELN se vio atrapada en Cuba. ¿Cómo vivieron esta etapa?

Fue un pulso que ganamos, porque estaba en juego reconocer nuestro estatus protegido de negociadores de paz. Al fin toda la comunidad internacional respaldó nuestra posición, el Gobierno Duque quedó aislado y el nuevo Gobierno reinició la mesa de diálogos de paz. Esos tres años fueron de intensa actividad política y diplomática, porque no basta con que uno tenga la razón, lo importante es que se la concedan.

Desde entonces se han producido cambios políticos sustanciales en América Latina. Uno de los más significativos, el hecho de que por primera vez en 200 años Colombia tenga un gobierno de izquierda. En Brasil, Lula ha regresado a la Presidencia, en Chile la derecha fue derrotada… ¿En qué medida favorece esta nueva ola progresista a la mesa?

Los principales factores que impulsan la guerra en el continente se originan en EEUU, que sigue un proceso de declinación y en simultáneo actúa esta nueva ola progresista. Lo que esperamos es que el proceso de integración latinoamericana se agilice y llegue a tener voz propia ante las potencias mundiales. De esta forma acercamos la posibilidad, por ejemplo, de echar a andar una propuesta alternativa antidrogas y de que nuestra región sea una zona de paz, como lo formuló la CELAC. En este contexto, una mesa de conversaciones de paz en Colombia también recibiría un inmenso espaldarazo.

Al otro lado de la Mesa tienen a representantes del primer gobierno de izquierda de Colombia. El jefe de la delegación gubernamental, Otty Patiño, fue miembro del M-19. En su equipo también está María José Pizarro, hija del ex comandante guerrillero Carlos Pizarro, quien firmó el acuerdo de paz en nombre del M-19. ¿Cómo valoran este nuevo escenario?

Constituye un reto doble, porque somos socios para materializar la nueva agenda de negociaciones que pactamos en México el pasado marzo, pero a su vez como este Gobierno de izquierda prioriza alianzas hacia la derecha y recibió el país en crisis fiscal. Tiene escasas posibilidades de que las reformas que intenta sean de importancia, situación que exige movilizar al pueblo para que la transición hacia cambios estructurales no se quede en cambiar algunas apariencias.

La Paz Total del presidente Gustavo Petro engloba al ELN, a disidencias de las FARC, a grupos como el Clan del Golfo... El ELN reivindica su carácter político y revolucionario. ¿Cómo se vincula esto con la estrategia de Paz Total?

La Paz Total de Petro trata de adelantar un proceso de negociación con el ELN y otro de sometimiento con bandas. Por esto nosotros exigimos claridad del Gobierno para que dé un reconocimiento jurídico y político pleno a nuestra guerrilla, dado que hay leyes nacionales que recogen el Protocolo de Palermo sobre organizaciones multicrimen, en las que nos involucran como una banda delincuencial, que les sirve de base para que las Fuerzas Armadas impulsen sometimientos y fraccionamiento de nuestra guerrilla. De ahí que les hemos preguntado, ¿estamos negociando en la Mesa pero por debajo de ella el Gobierno promueve nuestra fragmentación?

El editorial de marzo de la revista ‘Insurrección’ critica la «vieja narrativa de pacificación» y el DDR. ¿Qué propone el ELN?

Las clases dominantes llevan 70 años intentando la pacificación por la vía de decir que la paz llega si se silencian las armas, propósito en que han fracasado. Ahora la nueva agenda de negociación convoca a un acuerdo nacional que luche por las transformaciones para la paz, a partir de una participación vinculante de la sociedad en este proceso político, entendiendo este como una transición que logra cambios de corto, mediano y largo plazo.

Frente a esa «vieja narrativa de pacificación» propone construir una «visión Común de la Paz». ¿Cómo y con quién?

Petro ha dicho que no va a perseguir a nadie, está por verse si ello implica dejar de pacificar, en el sentido que lo ha sufrido la humanidad desde la Santa Alianza, en la que unos son los virtuosos y los oponentes son los malvados, a quienes hay que reducir con la fuerza, hasta hacerlos seguidores de los valores del imperio virtuoso.

«La Paz Total de Petro trata de adelantar un proceso de negociación con el ELN y otro de sometimiento con bandas, por esto exigimos claridad del Gobierno para que dé un reconocimiento jurídico y político pleno a nuestra guerrilla»

Si las élites abandonan esta visión, va a ser posible que haya reconciliación nacional, y también dará lugar a ponernos de acuerdo en un modelo de nuevo país, en el que quepamos todos y deje de haber exilio por persecución política o por penuria económica.

¿Considera que las figuras de países garantes y países acompañantes son suficientes para salvaguardar lo acordado o el propio proceso ante un eventual cambio de gobierno o de rumbo político en el país?

La participación de la sociedad en la construcción de este camino de paz es la garantía de que avance y se defienda de quienes son contrarios a este proceso dentro del país y fuera de él. Es tal validación social lo que hace fuerte esta ruta de solución política del conflicto. A la comunidad internacional le agradecemos su apoyo y buenos oficios, en el entendido que su ayuda es un complemento del esfuerzo principal que está en hombros de los colombianos.

Al contrario del principio aplicado en La Habana, la agenda acordada en México establece que los «acuerdos parciales son de implementación inmediata». El ex Alto Comisionado de Paz y exnegociador con las FARC-EP Sergio Jaramillo ha dicho que esta agenda le recuerda al partido Alemania (7)-Brasil (1) porque, a su juicio, «deja todas las puertas abiertas para una paz sin fin». ¿Cuál es el mensaje del ELN a la sociedad colombiana?

Jaramillo se queja con razón, porque en el proceso de pacificación que él concibe las élites dominantes trazaron unas líneas rojas que una negociación de paz no debía tocar; esto es, no se debe cambiar el modelo económico, ni el régimen político, ni la doctrina de seguridad ni las relaciones internacionales, que son los factores de donde brota a borbollones el conflicto social, político y armado. En cambio, en la nueva agenda de México se habla de la violencia estructural que debemos remover para que haya paz, asunto que no cabe en la mentalidad de Jaramillo.

¿Cuánto pesa sobre la Mesa el proceso llevado a cabo con las FARC-EP, el Acuerdo de La Habana y los incumplimientos en las implementación?

En Colombia decimos que las clases dominantes «no cumplen ni años» y la historia demuestra que actúan con perfidia ante el pacta sum servanda (los acuerdos son para cumplirlos). Este es el contexto en que ocurren las trampas que hacen a los acuerdos firmados por las antiguas FARC. Lo peor de todo es que a los excombatientes que ejercen un liderazgo social en sus comunidades los persiguen y exterminan, al igual que hacen con los demás defensores de derechos humanos y ambientalistas. Por esto, nosotros extraemos lecciones de esta tragedia.

«Es lamentable que tras este ataque que menciona, el régimen haya desatado una ofensiva mediática, con la finalidad de alterar acuerdos sobre la Mesa»


¿Qué medidas está dispuesto a adoptar el ELN para aliviar la situación en los territorios y posibilitar los «alivios humanitarios»?

En cumplimiento de Acuerdos Humanitarios Parciales hemos escuchado comunidades de la zona del Pacífico y estamos en proceso de cumplir las recomendaciones que sintetizó la Caravana Humanitaria que las visitó. Una de ellas es la construcción de un Mecanismo de Protección Humanitaria que evite y resuelva incidentes que impacten negativamente la vida y trabajo de la gente. Este esfuerzo está acompañado del propósito de acordar un cese al fuego bilateral, que aspiramos lograr en el siguiente ciclo de conversaciones, que se realizará en La Habana en el mes de mayo.

¿Qué escenario plantea el ELN en caso de una ruptura de los diálogos?

Ambas partes hemos manifestado que no nos vamos a levantar de la mesa de diálogos, lo que no excluye que haya una crisis que desemboque en una ruptura, escenario que habrá que enfrentar buscando una solución a tal crisis, porque obliga al Gobierno y al ELN el mandato de cambio y de paz, que ha enarbolado la sociedad colombiana, en particular los movilizados en el estallido social de 2021.

¿Cómo se inserta lo ocurrido en el Norte de Santander –la muerte de nueve soldados– con la mesa de diálogos?

Con la llegada del Gobierno progresista en agosto del 2022, nosotros asumimos una voluntad no ofensiva en las operaciones militares, a fin de año cumplimos un cese el fuego unilateral que fue atacado en varias partes por algunos militares y su socios los narcoparamilitares, luego cuando no aceptamos un decreto presidencial de cese multilateral, porque no lo habíamos acordado. Entonces varios voceros gubernamentales amenazaron con desatar una ofensiva en contra nuestra (¿por desobedientes?). Nuestra respuesta a esta crisis de la Mesa fue política, porque evitamos que hubiera acciones militares propias, para que no se interpretaran como retaliaciones.

«Este esfuerzo está acompañado del propósito de acordar un cese al fuego bilateral, que aspiramos lograr en el siguiente ciclo de conversaciones»

Cuando la ofensiva del régimen recrudeció, los distintos frentes fueron dando respuestas a la medida que cada uno podía. En ese «toma y dame» han ocurrido graves incidentes, sobre los cuales los únicos que hemos llevado a la Mesa son aquellos que constituyen gravísimas violaciones al Derecho Internacional Humanitario. Es lamentable que, tras este ataque que menciona en su pregunta, el régimen haya desatado una ofensiva mediática, con la finalidad de alterar acuerdos sobre el ordenamiento de la mesa de conversaciones.

En un comunicado el Frente de Guerra Occidental Omar Gómez dice que «no ve con buenos ojos este proceso de paz». ¿A qué responde?

A finales del año pasado, en un evento democrático interno examinamos el rumbo del proceso de paz y nuestra delegación de diálogos recibió una completa serie de instrucciones para hacer su gestión en la mesa de conversaciones con el Gobierno. Fueron conclusiones de amplia mayoría, en la que participaron delegados de todos los Frentes; así procesamos el consenso interno, que es nuestra brújula para las negociaciones.

El Frente Occidental está en la zona del Pacífico, donde el cartel narcotraficante más grande del país, llamado Clan del Golfo, en colusión con los militares adelantan una ofensiva en contra de las comunidades y sus líderes, ataque que es repelido por nuestros Frentes. Tal ambiente de guerra es lo real, mientras al país intentan convencerlo de que este clan está cumpliendo unos acuerdos de cese que pactó con el Gobierno. Este embuste es el que critican nuestros compañeros.