
Las derrotas en ajedrez duelen más que en ningún otro deporte.
Leontxo García
En el Mundial entre Kasparov y Karpov de 1987 en Sevilla, Anatoli Karpov estuvo a un tris de recuperar su cetro mundial, perdido dos años antes a manos del «ogro de Bakú». En aquel entonces se jugaba a 24 partidas, con la ventaja para el campeón de retener el título en caso de igualar a 12 puntos. Justo después de caer en la partida 23 con las blancas, Kasparov perdía 11-12 ante su archienemigo Karpov, bordeando el abismo de tal manera que, según narra el periodista irundarra especializado Leontxo García, el «Ogro de Baku» se encerró tras aquella derrota en su camerino y «lloraba a lágrima viva». Ian Nepomniachtchi no ha llorado, ni siquiera en su camerino –un camerino vigilado por las cámaras–, pero no por falta de ganas después de caer en la duodécima partida.
Asimismo, y por desgracia, el Mundial de Astaná aunque se juegue delante del público, no muestra imágenes del público asistente. Es decir, los espectadores pueden ver a Ian Nepomniachtchi y Ding Liren en sus partidas, pero estos no pueden ver a quienes los siguen, ni tampoco se ofrecen imágenes de las reacciones de los seguidores, no vayan a verse escenas de desesperación bastante más categóricas que las que ha exhibido el propio «Nepo» después de haber perdido la mentada duodécima partida, una derrota que iguala el marcador del Mundial a seis puntos por cabeza a falta de solo dos duelos.
Podría decirse que se huele el desempate, pero como ha afirmado el propio Nepomniachtchi en sala de prensa, «quedan dos partidas clásicas todavía y nada se puede dar por hecho». No le falta razón al ajedrecista de Briansk, porque su derrota, ya que cabe más hablar de derrota del ruso que victoria de Ding Liren, ha sobrevenido cuando por momentos ha acariciado la victoria con las piezas negras. De ahí que los gestos de Ian Nepomniachtchi de desesperación, de ahí su descomposición casi física en sus maneras y el rictus hierático que gusta de mostrar fuera del tablero, cuando se ha visto perdido, luego de una jugada de su peón a f5, dejándolo perdido con el rey arrinconado en h8, a punto de sucumbir al ataque de mate de dama a g7, apoyado por el caballo en h5.
«No ha sido una partida de gran calidad, pero lo que importa es el empate en el marcador», ha apostillado Ding Liren, tan pragmático y claro como siempre, luego de que su partida con las blancas se haya salvado alrededor de la jugada 27 de los 38 movimientos que ha durado un duelo de tres horas largas. El «Sistema Colle» empleado por el ajedrecista de Wenzhou no ha surtido los efectos deseados, al punto de que Nepomniachtchi ha tenido, según los módulos informáticos, una ventaja tan amplia que hacia la jugada 27 Ding Liren ha parecido a punto de colapsar cuando ha lanzado sus peones a la carga por el flanco de dama, en oposición a un flanco de rey dominado de cabo a rabo por las piezas negras.
Y sin embargo, el ajedrecista ruso, tal vez por sentir el título mundial en las manos, ha perdido por completo el control de sus nervios, y ha encadenado una secuencia de jugadas a cada cual más dudosas, tratando siempre de consolidar su posición cuando poca falta le hacía, al punto de que ha ido liberando poco a poco la posición de Ding Liren, que se ha encontrado con la victoria, extraída prácticamente de las fauces de la derrota.
Monólogo de la impotencia
Hasta que ha llegado el mentado f5 de la jugada 34 y tras el siguiente movimiento del ajedrecista chino, Nepomniachtchi ha ofrecido el espectáculo teatral más alocado de este Mundial de Astaná, una suerte de monólogo de la impotencia en la que ha mascullado todos los juramentos e insultos imaginables en perfecto idioma ruso, antes de disputar unos pocos movimientos más y claudicar poco antes del control por tiempo.
Siempre se ha comentado que el punto débil del ajedrecista de Briansk ha sido la gestión de las derrotas. en este Mundial de Astana se ha repuesto bien de sus anteriores derrotas, pero en este caso, habiendo tenido una posibilidad real de adelantarse 7-5 y ponerse a solo medio punto del título mundial, Nepomniachtchi tendrá que reponerse del peor golpe encajado en toda esta serie Y tendrá que hacerlo a botepronto, ya que la penúltima partida de este Mundial de Astaná se celebra este mismo jueves, con el jugador ruso manejando las piezas blancas.
Mientras, Ding Liren ha confesado que no ha jugado bien pese a haberse impuesto, pero en su fuero interno habrá pensado en la octava partida de este mismo Mundial, en la que perdió por tiempos cuando tenía una posición ventajosa –aunque no tan clara como la que ha tenido Nepomniachtchi–. Si Ding Liren es capaz de aguantar el envite con las negras, tendrá el sábado una oportunidad pintiparada de hacerse con el cetro mundial, ya que será él quien cuente con las blancas. A falta de dos partidas, todo es posible. Literalmente, todo. Por cierto, en Sevilla 1987 Kasparov retuvo el título tras ganar la última partida.

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