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El G7 aumenta el apoyo diplomático y militar a Zelenski, que no logra reunirse con Lula

En una cumbre que tenía el punto de mira puesto en China, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, se ha asegurado nuevas promesas de apoyo militar y un guiño diplomático de India, aunque ha fracasado en su intento de reunirse con el presidente brasileño, Lula Da Silva.

Los líderes del G7, en una reunión con Volodimir Zelenski.
Los líderes del G7, en una reunión con Volodimir Zelenski. (Stefan ROUSSEAU | AFP)

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, se ha asegurado nuevas promesas de equipo militar, así como el apoyo diplomático «inquebrantable» de las naciones del G7 en Hiroshima, donde ha acaparado el protagonismo de una cumbre que ha tenido sobre todo a China en el objetivo de sus debates y estrategias.

Estados Unidos ha anunciado 375 millones de dólares adicionales en ayuda militar a Ucrania, incluidas municiones, misiles antitanque y vehículos blindados, después de haber dado luz verde el viernes a futuras entregas de aviones de combate F-16 de otros aliados de Kiev.

Desde el inicio de la guerra, Estados Unidos ha entregado a Ucrania 36.900 millones de dólares en asistencia militar, según datos del Pentágono.

El presidente ruso, Vladimir Putin, «no romperá nuestra determinación» de apoyar a Ucrania, cuyos aliados «no se debilitarán», ha asegurado el presidente estadounidense, Joe Biden, después de una reunión con Zelenski en el G7.

Las postura de India

La sorpresiva irrupción de Zelenski en Hiroshima ha situado el conflicto ruso-ucraniano en el centro de este G7 y ha eclipsado otros grandes temas de la cumbre como las relaciones con China.

Zelenski ha mantenido reuniones bilaterales el sábado y el domingo con sus homólogos del G7, pero también con líderes de terceros países invitados a la cumbre a los que trata de alejar de la neutralidad para conseguir su apoyo claro a su exigencia de la retirada de tropas rusas de suelo ucraniano ante cualquier eventual negociación, como Vietnam, Indonesia o Corea del Sur o el presidente de las Comoras y la Unión Africana, Azali Assoumani.

Y parece haber logrado cierto giro de postura con el primer ministro indio, Narendra Modi, quien le ha prometido que India haría «todo lo posible» para solucionar el conflicto y que comprendía su sufrimiento y el del pueblo ucraniano.

El anfitrión de la cumbre, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, ha asegurado que todas las potencias emergentes participantes en la cumbre del G7 de Hiroshima, incluidas India y Brasil, «apoyan el principio de la soberanía» y dicen que el conflicto de Ucrania «debe acabar de forma pacífica».

Según el mandatario japonés, los países han llegado a un acuerdo en relación a cuatro puntos, que incluyen el respeto de la soberanía según la carta magna de la ONU, la resolución de conflictos de forma pacífica, no permitir el cambio del statu quo mundial por la fuerza y proteger el orden internacional libre y abierto basado en la ley.

No hubo reunión con Lula

Pero la ofensiva de seducción del presidente ucraniano sobre las economías emergentes se ha encontrado también con la nota discordante del presidente brasileño, Luiz Inàcio Lula Da Silva, que finalmente no se reunió con Zelenski.

Lula, defensor del diálogo para resolver el conflicto y que ha criticado a EEUU por fomentar la guerra en Ucrania, ha cuestionado que las conversaciones sobre el conflicto en Ucrania no se estén llevando a cabo en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU.

Además, Lula ha arremetido contra los miembros permanentes de este órgano –Estados Unidos, Rusia, China, Estado francés y Gran Bretaña– que «mantienen la larga tradición de librar guerras no autorizadas, ya sea con fines de expansión territorial o de cambio de régimen», en referencia a la invasión de Irak por parte de una coalición liderada por EEUU en 2003.

Zelenski ha atribuido la falta de reunión con Lula a sus respectivas agendas sobrecargadas y cuando se le ha preguntado si estaba decepcionado, ek presidente ucraniano ha respondido que «creo que él estaba decepcionado», en referencia al presidente brasileño.

China, en el objetivo de la cumbre

Hasta la aparición de Zelenski, China era uno de los focos de esta cumbre, que en su comunicado final ha abogado por reducir lo que considera una dependencia «excesiva» del gigante asiático a la hora de acceder a suministros en industrias clave como las tecnológicas y ha rechazado las reclamaciones marítimas de Pekín en el Mar de China, y su influencia en la región Asia-Pacífico.

Además, ha rechazado la «coerción económica» apuntando también a China, aunque sin mencionarla de forma expresa por petición de Berlín y París.

Aun así, China reaccionó con dureza y denunció que «la única coereción económica es la que ejerce Estados Unidos», que no hace sino politizar y convertir las relaciones económicas y comerciales en un arma al imponer sanciones unilaterales».

Competencia con China por el «Sur global»

En esta rivalidad con China, la cumbre del G7 en Hiroshima ha invitado a varios países del denominado «Sur global», sobre los que quiere limitar la influencia y la relación con China. 

Lula da Silva, que asumirá el próximo año la presidencia de turno del G20, y Narendra Modi, que lidera actualmente ese foro internacional, participaron en debates sobre desarrollo, seguridad alimentaria y energía.

Rusia critica la xenofobia antirrusa y antichina

«Los líderes del G7 invitaron a su reunión al líder del régimen de Kiev que controlan y convirtieron el evento de Hiroshima en un espectáculo de propaganda», ha replicado este domingo el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, que ha añadido que la reunión ha supuesto como un ejercicio de xenofobia resumido en «conjunto de declaraciones llenas de odiosos pasajes antirrusos y antichinos».

«El resultado del evento del G7 son decisiones politizadas destinadas a trazar líneas divisorias en las relaciones internacionales«, ha insistido el Ministerio.

Moscú acusa a la organización –el antiguo G8 hasta que Rusia fue expulsada por anexión de Crimea en 2014– de haberse convertido en una «incubadora» donde, «bajo el liderazgo de los anglosajones, maduran iniciativas destructivas que socavan la estabilidad global».

«El pánico que está generando un mundo multipolar, alejado de la hegemonía estadounidense-céntrica que se ha apropiado de este mundo, ha obligado a los miembros de esta organización a volcar sus esfuerzos para avivar la histeria rusófoba y sinófoba», concluye.