Alessandro Ruta

Raymond Radiguet, 100 años del joven diablo de la literatura

Se cumplen 100 años de la muerte de Raymond Radiguet, autor del conocido ‘Le diable au corps’. Fue todo un caso en la época, los «Années Folles» de posguerra con París convertida en capital cultural del mundo. En esa efervescencia, el joven escritor destacó por su seriedad y cierto misterio.

Radiguet murió a los 20 años tras dejar una novela de mucho impacto.
Radiguet murió a los 20 años tras dejar una novela de mucho impacto. (Wikimedia Commons)

‘Le diable au corps’ (‘El diablo en el cuerpo’) no es la mejor novela en la historia de la literatura mundial, y tampoco francesa. Sin embargo, fue una iluminación, uno de esos momentos en que el nombre de un autor deja de ser desconocido y pasa a ser fenómeno de análisis, salta a otro nivel.

Esta novela basó su éxito en gran parte en que fue escrita por un chaval llamado Raymond Radiguet, uno de los ejemplos más concretos de «joven maldito», símbolo de una era como la primera posguerra global, donde el mundo buscaba reequilibrarse y había encontrado en París un centro de producción artística efervescente.

Radiguet fue un brillante escritor, demasiado joven para todo, incluso para morir, porque se fue de este mundo el 12 de diciembre de 1923, con apenas 20 años. Hace ahora un siglo.

El joven Raymond, retratado así por Modigliani.


«Monsieur Bebé»

En realidad, Raymond Radiguet no fue un precursor de los excesos de las estrellas del rock, por ejemplo. Ni tampoco el heredero de los viajes absurdos e infernales de su famoso predecesor «maldito» de la literatura francesa, Arthur Rimbaud.

Como bien explica el ensayo ‘Un jeune homme sérieux dans les Années Folles’ (‘Un joven serio en los Años Locos’), realizado por su nieta Chloé y por Julien Cendres, Raymond no era el típico autor que se atiborraba de alcohol y otras drogas. Algo tomaba, cierto, pero en aquel París realmente loco, donde se mezclaban Picasso y Modigliani, dadaístas y bailarinas, y donde la voluntad de reconstruirlo todo después de la Primera Guerra Mundial era hasta exagerada, Radiguet destacaba por otra cosa: su diversidad.

Fue demasiado joven para todo, incluso para morir, porque se fue de este mundo con apenas 20 años. Lo apodaban ya entonces ‘Monsieur Bebé’

 

Tampoco venía de una provincia profunda o de un ambiente desafortunado, sino casi burgués. Su padre, ‘Rad’, era un dibujante de caricaturas muy conocido en los periódicos. Fue un chaval muy precoz, sin duda, que dejó la escuela para dedicarse a escribir. Y este lado de su carácter, más reflexivo que descarado, se nota también en sus obras: son pocas, obviamente, pero han dejado huella empezando por sus contemporáneos.

En los círculos culturales parisinos de la época, donde pronto Raymond fue apodado ‘Monsieur Bebé’ por esta contradicción entre su madurez y una cara realmente de niño, una persona por encima de todas se enamoró literalmente de él, y esa fue Jean Cocteau, por aquel entonces un poeta ya bastante famoso, un poco mayor que Radiguet, y con buenos contactos para integrar aún más a su nuevo amante en aquel mundo artístico saturado.

Lo hizo, por ejemplo, ayudándole a publicar una novela que Raymond iba escribiendo hace tiempo, sobre una relación clandestina entre un menor y una chica ya casada con un hombre que había ido al frente durante la Primera Guerra Mundial. Se trataba de ‘Le diable au corps’, su obra maestra.

Un amante manipulador

‘Le diable au corps’ podría parecer el típico cuento juvenil. Relata un amor más bien desilusionante entre mundos imposibles de conectar: diferencias de edad entre los protagonistas, un triángulo de amantes, un marido «cornudo» y una guerra como escenario.

Una de las múltiples versiones en cine y televisión de su novela, en este caso una película francesa de 1947.

El conflicto bélico, en cualquier caso, aparece más bien como uno de los «MacGuffin» del director de cine Alfred Hitchcock; eventos que ocurren en la historia, pero que no influyen realmente en el desarrollo de esta. La guerra donde participa el marido de Marthe, la chica coprotagonista de la novela, podría ser realmente cualquiera. Aun así, está en el trasfondo de los hechos, propicia para dar un toque de suspense y tensión.

El narrador de ‘Le diable au corps’ es Radiguet, que habla en primera persona, condicionando ya mucho el estilo. Marthe aparece como una joven ingenua, fácil de manipular, mientras que él la domina mentalmente, a pesar de ser más joven.

Ella está enamoradísima de su amante y se ha olvidado del marido; por contra, Raymond, o el narrador en general, es mucho más frío y calculador, no ve ningún futuro real en la relación. Roza la esencia del rebelde, del antihéroe, y este detalle iba a gustar en una época tan vital como la década de los 20 en París.

La novela «sincera, profunda, implacable» para ‘Le Figaro’ tiene momentos de bajón y otros de alta madurez artística, como la reflexión sobre las rosas que va a regalar a Marthe

 

«Sincera, profunda, implacable», sería la opinión del periódico ‘Le Figaro’ sobre esta novela, que realmente no es muy larga: unas 150 páginas. Claro, hay momentos de bajón y otros de alta madurez artística, como la reflexión del protagonista cuando tiene que elegir cada una de las rosas rojas que va a regalar a Marthe. No le interesa que a ella le gusten esas flores, pero se imagina las mentiras que la chica tendrá que contar a sus padres para justificar aquel despropósito de regalo.

El final también resulta bastante agridulce, coherente con el cuento. Raymond afirmaría que la novela se basaba en episodios autobiográficos, alimentando quizás su mito. Un mito impulsado por otras razones, como la campaña publicitaria de la editorial Grasset que convirtió ‘Le diable au corps’ en un éxito inmediato. Y sobre todo la muerte precoz por fiebre tifoidea de Radiguet, que ya estaba preparando otra novela escandalosa, ‘Le bal du conte d'Orgel’