Iraia Oiarzabal
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Un bofetón, una conciencia y un camino colectivo

El documental ‘No estás sola’ nos acerca a la madrugada del 7 de julio de 2016, cuando una joven fue violada por cinco hombres en Iruñea. El relato une diferentes historias y se adentra en las tripas de la violencia machista y en la masiva respuesta popular que desató.

Un fotograma del documental «No estás sola».
Un fotograma del documental «No estás sola». (NETFLIX)

«Me sometí». Son palabras grabadas a fuego que me devuelven a una noche de sábado hace ya bastantes años, cuando apenas tenía 17 años. Es también el testimonio de la joven que fue violada por cinco hombres en los sanfermines de 2016. Es como ella describe su reacción cuando la agredieron sexualmente en un portal. Miedo y un solo pensamiento: que se acabe cuanto antes. ¿Cuántas mujeres habremos sentido y vivido lo mismo?

Recuerdo todavía con dolor que esa fue mi reacción cuando recibí aquel bofetón, una noche de sábado, cuando estaba con un grupo de amigas y amigos, por parte de quien se sintió con el poder de decidir con quién podía hablar y con quién no. Un golpe al que siguieron semanas de acoso. Ese bofetón fue la manifestación de lo que más tarde, gracias al feminismo, identificaría con violencia, patriarcado y relaciones de poder. Yo también me sometí a los mandatos del patriarcado por miedo. No respondí ni reaccioné a la agresión. Incluso tuve dificultades para identificar lo ocurrido y resguardarme bajo el paraguas de esas buenas amigas que no dudaron en defenderme.

El documental ‘No estás sola’, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, trae al recuerdo aquel «cuéntalo» que se hizo viral y que puso palabras y nombre a las experiencias de violencia sufridas por miles de mujeres. También mensajes tan necesarios como «yo sí te creo». Muchísimos años de lucha feminista, el punto de inflexión que marcó la violación de sanfermines de 2016, la ola movilizadora que tomó las calles y la labor tanto militante como en las instituciones nos han traído a un momento en el que no estamos dispuestas a admitir que se ponga en entredicho la credibilidad de una mujer que denuncia haber sido agredida; o que se cuestionen los hechos en sí mismos poniendo en juicio de valor el comportamiento de la víctima. Solo sí es sí.

El testimonio de la joven violada en Iruñea resulta estremecedor a la vez que esclarecedor. Nos recuerda que aquel proceso judicial fue una aberración, el reflejo de los mandatos misóginos vestidos con toga. Y una clara representación de la urgencia de avanzar hacia una justicia feminista. Las calles gritaron entonces que no cabe cuestionamiento alguno a las víctimas. Profesionales que trabajan con víctimas de violencia machista, una parte de la judicatura, activistas feministas y miles de personas movilizadas tras la primera sentencia contra los cinco agresores reivindicaron la urgencia de herramientas y procedimientos que acompañen, reparen y pongan en el centro a la víctima.

Todo aquello también dejó una lección al espacio comunicativo. Dejó de manifiesto que son necesarias nuevas narrativas y que conviene tener claro dónde poner el foco mediático para sumarse a los principios de igualdad, derechos humanos y libertad. Para no ahondar en el dolor de la víctima, para no suscitar el morbo y, sobre todo, para no justificar ni sustentar jamás los discursos que respaldan a los agresores. El periodismo también ha de guiarse por el feminismo y este documental refleja muy bien las carencias de aquellos medios que se alinearon en el lugar incorrecto. Por suerte, otros muchos fueron un acicate imprescindible para derribar el constructo machista.

‘No estás sola’ llega a las pantallas en pleno eco de la sentencia contra el futbolista Dani Alves por violar a una mujer en los baños de una discoteca. Más allá de valoraciones sobre la pena de prisión impuesta y sobre un enfoque reparador circunscrito únicamente a lo económico, la víctima ha manifestado su satisfacción por el reconocimiento de la verdad, cuestión que el agresor trató de impedir con la desacreditación constante de la mujer. El fallo contiene, asimismo, elementos importantes en torno al consentimiento.

El relato cosido por Almuden Carracedo y Robert Bahar a través del testimonio de la joven violada en julio de 2016 en Iruñea, que se complementa con las palabras de otra joven agredida por cuatro de los cinco acusados unos meses antes en Pozoblanco, es un ejercicio de memoria. De memoria feminista. La aportación de fiscales, abogados, trabajadoras que acompañan a las víctimas, representantes políticos y agentes de la Policía Foral contribuyen a componer la historia de lo sucedido desde aquel 7 de julio de 2016.

De lo individual a lo colectivo, este documental nos recuerda que es de vital importancia contarlo. Que no somos nosotras quienes debemos sentir miedo ni vergüenza. Que no estamos dispuestas a que nadie nos aleccione y que no compramos el marco del terror sexual que tan bien disecciona Nerea Barjola. Y sobre todo, que juntas y de la mano del feminismo podemos seguir avanzando en una lucha que nos hace libres a todas.