Daniel   Galvalizi
Periodista

Sánchez deja sabor a poco, el PSOE espera y la derecha promete no ceder un ápice

El presidente del Gobierno español no avanza una sola medida en un mensaje incongruente con la expectación. Los socialistas creen que la acción concreta vendrá más adelante. Feijóo, Ayuso y Abascal aportan más rabia y Yolanda Díaz exige un giro a la izquierda.

Así ha comparecido Pedro Sánchez ante las cámaras.
Así ha comparecido Pedro Sánchez ante las cámaras. (AFP)

Se ha acabado el calvario para el 53% del voto que aglutinan los partidos de la mayoría de investidura que es progresista, plurinacional y transversal (no olvidar que tres partidos que votaron a Sánchez son de centroderecha: PNV, Junts y CC). Esa mayoría diversa y casi milagrosa que, con mucho ahínco, consiguió ponerse de acuerdo en noviembre gracias a que estaba unida en el temor a una Moncloa de PP-Vox.

Horas después de que se acabe uno de los hitos de comunicación y táctica política más sorprendentes del siglo (con los años se tendrá una dimensión real de lo exótico que ha sido que un primer ministro de un estado grande de la UE pida por carta unos días para reflexionar si dimite y se bunkerice en soledad), comienzan a verse las consecuencias no solo de su impasse, sino también de su decisión de quedarse.

Es algo casi fisiológico: del subidón de adrenalina por la expectativa de la dimisión (que era cierta como pudo constatar NAIZ el sábado en Ferraz tanto por parte de los militantes como por altos cargos del partido) se puede caer como por tobogán a un estado de decepción cuando la transición es tan brusca. Y lo ha sido porque el presidente del Gobierno trajo calma pero con sabor a poco.

Su discurso no es coherente con la monumental expectación que había, las manifestaciones de miles de personas (sábado y domingo) en Madrid para que se quede y el enfado de las bases con una derecha trumpizada dispuesta a todo. Los cinco días de reflexión fueron bilaterales: no sólo de Sánchez, sino de la sociedad y los partidos. Muchos creen que esa era la intención primaria: que la gente se revuelva ante la embestida conservadora y se active en la previa de dos elecciones importantes.

Ha ocurrido lo que nadie pensaba: un me quedo y sin más. Su discurso no es coherente con la monumental expectación

 

Ha ocurrido lo que nadie pensaba: un me quedo y sin más. Se esperaba una moción de confianza, o un atisbo de intento de empezar a impulsar una transición, o si así lo quería aprovechando el calor social, una contraofensiva para amortiguar la facilidad del ‘lawfare’ y del control conservador de la judicatura. Pero no.

Uno de los ‘hilos’ de reflexión sobre lo sucedido y que está arrasando en la red social X (Twitter) es el de María Alvarez, una empresaria y especialista en formación de equipos, activista de la semana de cuatro días. En esa opinión que ha publicado tras el discurso de Sánchez, señala que la sorpresa de la gente ante esta jugada es porque estamos acostumbrados a políticos tradicionales forjados en el pensamiento a largo plazo, en el juego de ajedrez: «Sánchez es un jugador de baloncesto, acostumbrado a un tablero donde hay muchos jugadores, todos impredecibles, y en ese tablero no tiene sentido planificar todas las jugadas, sino controlar el balón, y con el control del balón, gana».

El PSOE aguarda

El entorno profesional de Sánchez se ocupó de filtrar a varios medios madrileños que estaba molesto por estar tan al margen de todo. Periodistas de indudable cercanía con fuentes en Moncloa afirmaban este domingo y lunes que el presidente del Gobierno no hablaba con prácticamente nadie y que sorprendía que no pidiera datos u opiniones sobre la respuesta que tenía previsto dar. De hecho, observando lo que ha leído desde Moncloa, quien quiera cotejar vislumbrará que hubo poco asesoramiento en ese discurso. La visita a Felipe VI en Zarzuela dos horas antes puede interpretarse como un intento de dotar de seriedad y solemnidad a unos días que están acusados de ser todo lo contrario.

El PSOE se aleja del abismo. Las dudas eran de magnitud y las fuentes consultadas respondían en ese sentido. «Todo puede pasar, es lo único cierto», señalaron a NAIZ dos altos cargos días pasados. La incredulidad sobre su continuidad era tal que hasta en la transmisión en directo desde Moncloa se escuchaban gritos y aplausos de festejo, cuando iban cinco minutos y medio de discurso. Realismo mágico.

«Medidas vendrán que profundicen en la democracia y pongan coto a esta locura», asegura un senador del PSOE

 

Un senador que tuvo previamente un importante cargo en la estructura de poder del Gobierno respondía ante la pregunta de NAIZ: «Medidas vendrán que profundicen la democracia y ponga coto a esta locura». Rechaza que haya decepción entre los compañeros de partido con los que ha hablado. «No, estamos seguros de que vendrá algo más adelante, es lo que estamos esperando. Pensamos todos en que lo importante está por venir a partir de ahora».

Un diputado del grupo parlamentario socialista admite que las bases podían no quedar del todo satisfechas con un mensaje que fue «quizás demasiado soso» para los días previos. La pregunta es por qué si Sánchez piensa ir al choque con el ‘lawfare’, sus operadores y la judicatura reaccionaria, no lo ha verbalizado en su discurso casi fundacional de una nueva etapa.

«Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte. Se lo garantizo. Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad, por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades», ha dicho. Es el único párrafo en el que avanza tibiamente que intentará plantar cara con medidas concretas.

Díaz reclama ya cambios tangibles y Montero añade que «no se habría llegado hasta aquí si mucha gente no se hubiese puesto de perfil cuando la guerra no iba contra ellos»

 

A los pocos minutos ha salido la vicepresidenta Yolanda Díaz a dar su opinión. La líder del socio minoritario de la coalición de Gobierno ha pedido que haya un «punto y aparte» y que se lleven a cabo cambios tangibles, como la derogación de la ley Mordaza y cambiar el sistema de mayorías del Poder Judicial. No se puede obviar un dato: la izquierda confederal es víctima directa del crecimiento de Sánchez en las encuestas, como constata el CIS publicado este lunes, que dispara al PSOE y rebaja a Sumar al 7%.

Por ello es que no puede ese espacio quedarse de brazos cruzados. De hecho, la candidata de Podemos a las elecciones europeas, Irene Montero, ha publicado un video en el que pide la renovación del CGPJ «sin el PP» y afirma que es «hora de pasar a la acción porque no se habría llegado hasta aquí si mucha gente no se hubiese puesto de perfil cuando esa guerra judicial y mediática no iba contra ellos».

Ni un paso atrás

«(Las derechas) siguen sin entender nada», opinaba uno de los estrategas de la comunicación del PSOE tras escuchar las respuestas del PP y Vox a la decisión de Sánchez. Haciendo honor al día de San Pedro Mártir, han dado muestras que no habrá cambios en la confrontación y la verba hiperventilada.

Sin una sola frase de empatía o sosiego en los últimos días y en sintonía con la deshumanización del adversario que viene haciendo el PP, Feijóo en rueda de prensa ha amenazado con sacar a las bases conservadoras a las calles, acusando al presidente del Gobierno de querer llevar al Estado español a «regímenes que no creen en la libertad». «Sánchez va a tener la movilización que buscaba, pero no en los términos que esperaba», ha advertido.

Además, ha insistido en que se indague en la «corrupción» del «entorno» del presidente. Es el nuevo nombre de Begoña Gómez para Génova: «Entorno». Así viene ocurriendo desde hace semanas y ha sido constatado en NAIZ en ocasión de las trifulcas de los hemiciclos del Senado y del Congreso. Los portavoces reiteraban los pedidos de investigación del «entorno». Y aunque la apertura de diligencias en un juzgado de Madrid la semana pasada haya sido por una denuncia basada en artículos periodísticos y sin pruebas, eso no parece importar.

«Entorno» de Sánchez es la nueva denominación que da el PP a Begoña Gómez. No parece importar lo realmente grave: que la denuncia sea falsa

 

Isabel Díaz Ayuso tampoco ha querido perder la oportunidad de lanzar más gasolina al fuego político que orbita alrededor del Madrid-sistema: «Sánchez pretende el poder sin control, es una desvergüenza absoluta. Ahora viene una etapa todavía mucho más dura si cabe para todo aquello que sea un contrapeso a este gobierno, que no conoce los límites».

El presidente de Vox, Santiago Abascal, llegado este fin de semana de Hungría tras participar de un mitin con Viktor Orban, ha ido por el mismo carril, asegurando que «lo peor de Sánchez está por venir» y exigiendo a Feijóo que «rompa todo tipo de negociación» con el PSOE. Hace tiempo que Vox pide un cordón sanitario al bloque progresista plurinacional para llevar la polarización al extremo absoluto.

Este es el cuadro en el que queda la escena política del Estado tras unos días de confusión y convulsión. Las semanas dirán si el clic que ha provocado Sánchez tiene marcha atrás o fue de tal intensidad que el PSOE no podrá fingir demencia y deberá llevar la regeneración democrática, esta vez sí más profunda, al BOE.