Arnaitz Gorriti

Iga Swiatek se embolsa su cuarto Roland Garros tras apabullar a una digna Paolini

En una hora y ocho minutos de simulacro de final, la tenista de Varsovia ha apabullado por 6-2 y 6-1 a su rival. Después del 1-2 con el que se ha adelantado Paolini, Swiatek ha sentenciado la finalísima al encadenar diez juegos consecutivos para así seguir invicta en parís desde 2022.

Una eufórica Iga Swiatek levanta su cuarta Copa Suzanne Lenglen.
Una eufórica Iga Swiatek levanta su cuarta Copa Suzanne Lenglen. (Emmanuel DUNAND | AFP PHOTO)

Iga Swiatek no ha tenido piedad con una Jasmine Paolini a quien ha despachado por 6-2 y 6-1 en la final femenina de Roland Garros. La tenista de Varsovia, recién cumplidos los 23 años, ha sumado su cuarto Roland Garros, el tercero consecutivo, después de dominar a placer a una Paolini que ha peleado cuanto ha podido pero que, tras romperle el saque a la polaca en el 1-2 del primer set, ha encajado diez juegos consecutivos. Ante el vendaval que se le ha venido encima, poco ha podido hacer la tenista transalpina en su primer contacto con una final del Grand Slam.

Cabe añadir que Swiatek estuvo muy cerca de no pasar la segunda ronda. En una finalísima anticipada ante Naomi Osaka, cedía por 2-5 en el tercer set y la tenista japonesa de origen haitiano tuvo una bola de partido. Pero la de Varsovia levantó ese «match ball» y una vez superado ese escollo, ha apabullado a cuanto rival se le ha puesto por delante, incluida a una digna Jasmine Paolini, por más que el resultado no haya dejado lugar a la duda.

La única vez que se habían enfrentado previamente Swiatek y Paolini en un Grand Slam fue en la primera ronda del Open de Estados Unidos de 2022. En aquella ocasión la polaca se deshizo de la italiana por 6-3 y 6-0. Han pasado casi dos años respecto de aquel 30 de agosto de 2022, y el resultado, en cuanto al número de juegos sumados por la transalpina, no ha variado.

La variedad de golpes de la de Varsovia ha desarbolado por completo a su rival, incapaz de plantar cara en ningún momento más allá del 1-2. Swiatek, por más que haya mostrado unos nervios tremendos a la hora de agradecer su título –rodeada nada menos que por Martina Navratilova y Chris Evert–, ha ganado su cuarta Copa Suzanne Lenglen con todas las de la ley.

Del espejismo a la realidad

Y eso que Jasmine Paolini no ha empezado nada mal. Ciertamente, ha tenido que sudar casi cada punto, como haciendo ver que no era una Natasha Zvereva, la soviética –ucrania– que cedió por un doble 6-0 ante Steffi Graf en la final de Roland Garros de 1988 en solo 30 minutos. Ha tenido que sortear una bola de break ya en su primer juego al servicio, para acto seguido ser la propia jugadora italiana quien ha logrado romper el servicio de Iga Swiatek.

Bien, eso no estaba en el guión, pero el duelo todavía solo estaba empezando, como bien ha demostrado la número uno polaca devolviéndole el break a Paolini en blanco justo a la siguiente y desgastando a la italiana obligándola a moverse de lado a lado de la Philippe Chatrier antes de volver a adelantarse por 3-2.

Iga Swiatek no ha tardado en volver a romper el saque de la tenista de Castelnuovo di Garfagnana, en este caso valiéndose de un regalo en forma de doble falta de la transalpina con 30-40, y para, ejerciendo un dominio apabullante en el escaso peloteo, amenazar con ganar el primer set por la vía rápida al colocarse 5-2.

Y es que Swiatek ha ido obligando a Paolini a rayar la perfección a cada rato. Como si de una Arancha Sánchez-Vicario de nuevo cuño se tratase, la italiana ha tenido que hacer kilómetros para sostener el peloteo de su rival. Cierto que cuando Paolini ha logrado meter la derecha ha podido ir más desahogada, pero en el duelo de reveses no ha habido color: o Swiatek se ha enseñoreado en el peloteo o, a la que ha forzado la transalpina, ha llegado su error.

Y como si de un destino inevitable de tratase, Swiatek se ha hecho con el primer set, por 6-2, rompiendo por tercera vez consecutiva el saque de su adversaria, consiguiendo además un juego en blanco al resto. Todo ello en 33 minutos de juego y con una sensación de que la polaca ha podido apretar todavía más el acelerador ante una rival abrumada por los golpes de una Swiatek intratable.

Intratable

Como si de un eco se tratase, la palabra «intratable» ha empezado a resonar en cada golpe de Iga Swiatek, que no ha tardado en romper otra vez el saque a Jasmine Paolini. La de Castelnuovo di Garfagnana, que ascenderá a la séptima plaza de la WTA a partir del lunes, nunca ha perdido su sonrisa, pero esa ha sido su última barrera defensiva ante el aluvión de golpes, todos con una intención terrible, de la polaca. Antes de llegar a los 50 minutos de final, Swiatek se ha adelantado 3-0 en el segundo set de la final de Roland Garros.

Ante semejante panorama, el público de la Phillippe Chatrier ha apoyado más que nunca a Jasmine Paolini, más que nada porque la vigente ganadora de Roland Garros y número uno de la WTA –una posición que mantiene durante 106 semanas consecutivas– no precisa de ánimos cuando ya tiene el respeto y la admiración de todos.

La apisonadora de Swiatek ha durado 10 juegos consecutivos, hasta el 5-0 del segundo set. Jasmine Paolini, a sabiendas de su inferioridad, jamás se ha dejado ir y ha logrado arrancar una cerrada ovación cuando, con 40-30, una derecha paralela ha colocado el 5-1 en el luminoso. Amargo consuelo, pero peor es no aceptar la realidad y, obviamente no todos los días se llega a una final del Grand Slam, y menos cuando ya se tienen 28 años, como la italiana, por 23 de una Iga Swiatek que si hubiera podido, hubiera cerrado la finalísima con un doble 6-0.

No ha sido el caso, por fortuna, y Paolini ha alargado su agonía lo que ha podido. Pero a la primera bola de partido –y de campeonato– que ha tenido, Swiatek ha sumado su cuarto Roland Garros con un saquetazo que Paolini ha restado fuera. Una hora y ocho minutos es lo que ha durado la demostración de Swiatek, su cuarto título en la tierra de París, a los que hay que sumar el Open de Estados Unidos de 2022.