«La gente en Perú cada vez está más harta de esos políticos iluminados»
Nacido en Lima, tuvo un importante desempeño como dramaturgo antes de debutar en la narrativa con ‘El espía del inca’, saludada como la novela más importante publicada en Perú en el XXI. Con ‘El camarada Jorge y el dragón’, inicia una trilogía centrada en la controvertida figura de Eudocio Ravines.

Destacado dirigente comunista en las primeras décadas del siglo XX (llegando a desempeñarse como espía soviético en la retaguardia republicana durante la Guerra del 36), el peruano Eudocio Revines, con el paso de los años, transmutó en furibundo antimarxista e informador de la CIA.
Su trayectoria personal y política, su carácter intrigante y perverso y su apoyo a algunas de las dictaduras más sanguinarias de Latinoamérica, posibilitan a Rafael Dumett un recorrido por los principales escenarios de tensión del siglo XX. La primera de las tres novelas que el autor ha escrito sobre el personaje, se centra en sus años de infancia y adolescencia.
‘El camarada Jorge y el dragón’ es la primera de una serie de tres novelas en la que aspira a narrar la historia del siglo XX en Perú ¿Hasta qué punto este empeño tan ambicioso entra en diálogo con el objetivo que le inspiró escribir ‘El espía del Inca’?
Pues la verdad es que esta nueva serie de novelas no obedece a ningún plan intelectual. En todo caso, esa conexión que comentas la he sentido después, pero cuando me planteé escribir ‘El camarada Jorge y el dragón’ lo hice atraído por la personalidad de Eudocio Ravines, alguien que fue protagonista del siglo XX, que trató de igual a igual con algunos de los personajes más relevantes de la historia reciente.
Además, su evolución ideológica, de su férrea militancia comunista inicial a su posterior anticomunismo, te permite reexaminar esa historia desde puntos de vista antagónicos. Y luego es un personaje que presenta otra ventaja y es que estuvo prácticamente presente en todos los grandes acontecimientos del siglo XX. El desafío era pues recorrer esa época de la mano de alguien con el que, dicho sea de paso, no simpatizo en absoluto, dada su perspectiva autoritaria de las cosas, pero que me permite adentrarme en una serie de escenarios que creía superados y que, lastimosamente, encuentran sus ecos en nuestro presente.
A pesar de todo lo fascinante que resulta el personaje, Eudocio Ravines fue alguien cuyo solo recuerdo levanta ampollas en mucha gente. ¿No tuvo miedo de que escribir sobre él fuera percibido como una tentativa por blanquear un carácter tan execrable?
Por supuesto, ese miedo siempre estuvo ahí, pero creo que es importante revisar a un personaje como éste en la medida en que te confronta con esa lógica perversa del que está dispuesto a mancharse las manos de sangre apoyando dictaduras, participando de fenómenos como la ‘Operación Cóndor’ o cultivando la amistad de tiranos como Anastasio Somoza. Alguien así nunca va a tener mis simpatías, pero me parece necesario acercarse a él para comprender y desmontar el relato que hoy en día intentan imponernos fuerzas políticas como Vox, dispuestas a reescribir la Historia.
Todo el trabajo que llevan a cabo estos intelectuales y propagandistas, que trabajan al servicio de las fuerzas más reaccionarias, ya lo hicieron otros antes que ellos en el siglo XX y Ravines es un buen ejemplo de ello.
«Todo el trabajo que llevan a cabo estos intelectuales y propagandistas, que trabajan al servicio de las fuerzas más reaccionarias, ya lo hicieron otros antes que ellos en el siglo XX y Ravines es un buen ejemplo de ello»
Pero eso a usted, como escritor, ¿no le sitúa en el alambre?
Justamente. Al escribir esta novela, como ya me pasó cuando escribí ‘El espía del inca’, estoy haciendo un ejercicio de funambulismo en la medida en que me estoy fusionando con un personaje para contar las cosas de acuerdo a su perspectiva y proporcionar así al lector una experiencia vicaria en torno a lo que fue aquel período histórico. Habrá quien entienda que con eso puedo estar legitimando a alguien como Ravines en sus acciones más execrables, pero por suerte, aún no ha habido nadie que me haya hecho sentir eso.
Como escritor siempre he confiado en la inteligencia del lector y esa fe al final tiene premio. Tardé ocho años en publicar ‘El espía del inca’. Para mucha editoriales constituía un texto demasiado sofisticado para el lector peruano y cuando finalmente vio la luz fue el libro más vendido y más leído en Perú durante tres años seguidos.
¿Cómo entró en contacto con el personaje?
A mí me gusta leer mucho sobre espionaje y sobre el trabajo desarrollado por los servicios de inteligencia y, en una de esas, me topé con un documento desclasificado por la CIA, donde un informante les revelaba una serie de pesquisas que le había facilitado Eudocio Ravines tras una charla privada que este mantuvo con el presidente de Perú. Me resultó sorprendente encontrarme con un informante que ejercía una influencia tan directa sobre el gobierno de mi país, hasta el punto de llegar a traicionar la confianza del que entonces era su presidente y poner esos secretos de Estado al servicio de una potencia extranjera con la aspiración de que dicha potencia pudiera promover algún tipo de acción contra ese gobierno, cosa que finalmente sucedió.
A partir de ahí fui investigando más sobre ese personaje siguiendo ese aura maléfica que desprendía. Entre nuestros mayores, Ravines era un ser temido y denostado a partes iguales, pero las generaciones más jóvenes apenas sabían nada de él. Para conocer su personalidad me sumergí en una especie de libro de memorias que dejó escrito bajo el título de ‘La gran estafa’. Se trata de uno de los documentos de disidencia política anticomunista más importantes escritos en Latinoamérica. Pero lo llamativo del asunto es que, tanto la edición de este libro como su traducción a distintos idiomas, fue promovida por la CIA a través de empresas pantalla y fue ese hallazgo lo que terminó de motivarme de cara a conocer más acerca del personaje.
Frente a ‘El espía del inca’, que era un libro de mil páginas, aquí ha optado por hacer tres novelas. ¿Fue la propia personalidad poliédrica del personaje la que le aconsejó compartimentar el relato?
En parte sí. ‘El camarada Jorge y el dragón’ es un relato centrado en la primera infancia y juventud de Ravines, con lo cual terminé por hacer una novela independiente que se sitúa un poco al margen de lo que vendrá después. Pero yo quería que el lector prestase una atención especial a esta etapa de su vida desarrollada en un lugar espléndido y, a la vez, violento, como esa Cajamarca de principios del siglo XX. Aún así, en el primer capítulo de la novela me permito una aproximación a Ravines en los últimos años de su vida dando unos rasgos generales del personaje de cara a conectar este primer libro con los otros dos que integrarán esta saga.
«Desgraciadamente, la historia reciente del Perú ha querido tener resonancias con algunos de los episodios que narro en esta novela, como esas masacres realizadas por el gobierno de turno en algunas regiones del Sur»
¿Hasta qué punto ese carácter mesiánico e iluminado que guió posteriormente a Ravines vino motivado por sus experiencias de infancia?
Él tuvo una educación religiosa que, a la postre, le influiría mucho, como le influiría el hecho de crecer en medio de ese caciquismo y de ese bandolerismo promovido por los propios terratenientes, un hecho insólito que fue muy característico de esa zona de Perú. Eso le confrontó con las injusticias sociales pero también le hizo aprender hasta qué punto los poderes económicos se sirven de lo gobiernos para llevar a cabo el trabajo sucio.
De todo eso sacó lecciones que posteriormente forjarían su personalidad. Al mismo tiempo, fue en esos años cuando empezó a cultivar la creencia de que cuando toca acometer acciones expeditivas es preciso hacerlo sin sentir remordimientos o culpa, algo que para él eran rasgos de un sentimentalismo burgués con el que nunca comulgó. Todo eso fue lo que, a la larga, le hizo verse a sí mismo como un ser superior, como alguien llamado a utilizar a los distintos poderes en su propio beneficio aunque, paradójicamente, en muchos casos fue al revés: pretendiendo hacer valer su individualismo, terminó por convertirse en un instrumento.
Tal y como ha apuntado, la ciudad de Cajamarca es un personaje central de la novela ¿Cómo contribuyó a definir la personalidad de Ravines?
El Perú de principios del siglo XX era un país sin Estado, por así decirlo. Eso facilitaba fenómenos como el del bandolerismo gamonal, donde cada terrateniente formaba sus propias partidas para enfrentarse a otros terratenientes. Ese contexto influyó mucho en Ravines pero, a la vez, Cajamarca era una ciudad rica, en permanente contacto cultural con las principales capitales europeas y eso, qué duda cabe, también marcó su personalidad posibilitándole el acceso a unos ambientes muy cosmopolitas.
Me pareció interesante poner el foco en esa realidad justamente hoy en día, cuando la percepción que tenemos los peruanos es que todo lo importante que acontece en el país empieza y termina en Lima.
Volviendo a las conexiones con el presente de las que hablaba al inicio, ¿cree que hoy en día la política peruana sigue en manos de iluminados, de líderes con ínfulas de salvapatrias?
Desgraciadamente, la historia reciente del Perú ha querido tener resonancias con algunos de los episodios que narro en esta novela, como esas masacres realizadas por el gobierno de turno en algunas regiones del Sur cuando el presidente Castillo fue depuesto, y no solo eso sino que dicho gobierno intentó justificar esas masacres con los mismos argumentos que los políticos de principios del siglo XX usaron para validar esa represión indiscriminada de la que doy cuenta en el libro. Ahora mismo tenemos una presidenta que está tomando todo tipo de decisiones que modifican la Constitución, apoyándose en un Congreso dominado por fuerzas de extrema derecha añorantes del pasado colonial y muy cercanas al Opus Dei y con una presencia importante también de una izquierda totalitaria que ha apoyado a esa extrema derecha en la toma de decisiones.
Han capturado el poder legislativo, también el poder judicial y las instituciones en general con vistas a eternizarse en el poder. Aun así, soy tan ingenuo como para pensar que esa violación constante del orden democrático y ese hartazgo ciudadano hacia sus políticas, van a ir generando un espacio de disidencia cada vez más amplio. Pienso que la gente cada vez está más harta de políticos iluminados y de ese autoritarismo ramplón que encarnan.

Irati Gorostidiren katarsi kolektiboa

Ribera derecha de Burdeos, caladero de ideas para la construcción de viviendas

Ambulancias de Osakidetza, un servicio de camino a urgencias

Una acción de denuncia de la colaboración de CAF con Israel acaba con un detenido en Bilbo
