Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

Jokin Muñoz desciende a un oscuro sótano de nuestra historia con su novela ‘Quiero ver’

La obra, publicada por Erein, retrata en su primera parte a un grupo de jóvenes carlistas navarros que se suman al golpe militar de 1936. En la segunda parte, ya en la posguerra, se dibuja una sociedad rural, cerrada y ultracatólica, anterior a la industrialización. 

Jokin Muñoz posa en Donostia con un ejemplar de su nueva novela, ‘Quiero ver’.
Jokin Muñoz posa en Donostia con un ejemplar de su nueva novela, ‘Quiero ver’. (FOKU)

El escritor navarro Jokin Muñoz (Castejón, 1963) ha presentado este martes en Donostia su nueva novela, ‘Quiero ver’, que como casi toda su obra está publicada por Erein. El editor Inazio Mujika ha recordado que esta colaboración se extiende desde hace casi tres décadas, cuando en 1995 vió la luz ‘Hausturak’. La mayoría de la obra de Muñoz ha tenido al euskara como lengua original, pero sus dos últimos trabajos los ha escrito en castellano. 

‘Quiero ver’ es un viaje a un lado oscuro de nuestra historia, un descenso a ese sótano húmedo y maloliente al que nadie se asoma. «Quería mirar donde pocos han mirado», ha subrayado el autor. El protagonista principal, Pablo Gil, es un navarro de Izúrquiz, pueblo ficiticio de Erribera –la tierra de Muñoz–, de familia carlista y que acoge con entusiasmo el golpe militar de julio de 1936.

Inazio Mujika ha apuntado que «se tiende a pensar que los vascos en el 36 se apuntaron todos a un bando. Se suele decir ‘perdimos’, pero la historia suele ser más compleja, intrincada, con matices… Hubo vascos en los dos bandos, algunos voluntarios y otros muchos obligados».

La novela cuenta con «dos partes muy diferenciadas. La primera nos retrata un grupo de navarros muy jóvenes, carlistas, propietarios de una ‘idea’ con mayúsculas que abrazan la causa de los sublevados. No tienen dudas, porque es la causa de Dios. «Es una sociedad violenta y optan por la violencia».

En esa primera parte se recrea la batalla de Belchite (Zaragoza) en el verano de 1937. «Es una narración muy cinematográfica, vuelan las bombas y la sangre. Cuando la leí me recordó a los veinte primeros minutos de ‘Salvar al soldado Ryan’».

Sociedad rural cerrada

«La segunda parte –ha proseguido Mujika– es mucho más sosegada, se desarrolla en un pequeño pueblo de la montaña navarra durante la posguerra –de nombre Zeruondo, también ficticio–, donde el protagonista ejerce de maestro». El autor ha añadido que ha tratado de reflejar una sociedad rural anterior a la industrialización, «bastante cerrada, incluso cruel, ultracatólica, intransigente». 

Jokin Muñoz ha apuntado que «siempre me persiguen los mismos temas, el idioma y la historia de nuestro pueblo. Tenemos discursos construidos y todos nos hemos considerado víctimas del franquismo, huyendo de matices, pero no todos estábamos en Gernika bajo las bombas ni todos yacemos en las cunetas».

«Quizás haber nacido en la Ribera me ha permitido vivir en una periferia geográfica e ideológica», ha proseguido, recordando que «muchos navarros tenemos algún abuelo o bisabuelo carlista, requeté, incluso falangista».

Por ello, ha destacado la «paradoja» de que mientras escribía, cuando los más cercanos le preguntaban por la evolución de la obra, él respondía que «te va a gustar la novela, pero no la historia», que ha calificado como «una ficción verosimil» basada en los hechos reales.