Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional

El riesgo de Netanyahu de caer en la tentación libanesa

Discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante la ONU
Discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante la ONU (CHARLY TRIBALLEAU | AFP)

No hay duda de que a Netanyahu le corroe la tentación de aprovechar lo que considera una ventaja estratégica clave para intentar dar el golpe de gracia a Hizbullah.

La milicia-Partido de Dios ha sufrido un duro revés con la criminal puesta en fuera de juego de sus comunicaciones internas y con la muerte de decenas de combatientes -los mutilados y ciegos se cifran en centenares- al explotarles los buscas y walkie-talkies.

Los atentados contra sus altos dirigentes son una constante desde comienzos de año, pero se han acentuado en los últimos días. Se puede concluir que Israel ha logrado descabezar de forma importante a la milicia, matando a los sucesivos lugartenientes de su líder, el jeque Hassan Nasrallah, y a los comandantes de sus fuerzas de misiles y de drones, además de al alto mando de sus fuerzas de élite terrestres (Radwan).

El primer ministro israelí tiene ante sí la responsabilidad de extender el infierno de Gaza a toda la región, un incendio que, a tenor de las constantes provocaciones a Irán y Líbano, trata de propagar desde hace meses.

Netanyahu, apuntalado últimamente en las encuestas por la guerra tras la debacle de su popularidad por el 7-O, es consciente de que la paz, siquiera frágil, le abocaría a un futuro político y personal como poco incierto.

Israel lleva toda la semana amenazando con una invasión terrestre. Asegura que su objetivo sería expulsar a Hizbullah del sur del río Litani para impedir sus ataques contra el norte de Israel y los ocupados Altos del Golán y devolver a sus casas a sus 60.000 evacuados. Para ello no está dudando en forzar una masiva evacuación de libaneses con una campaña de bombardeos que recuerda a la Franja.

Pero una cosa es eso y otra entrar en Líbano. El Ejército israelí no ha olvidado sus vergonzosas retiradas de los años 2000 y sobre todo de 2006, tras sufrir grandes bajas por las emboscadas de la guerrilla.

Y es consciente de que Hizbullah es probablemente el grupo armado no estatal más potente del mundo. Además de que es un Estado dentro de un Estado, el libanés, fallido. Y de que, por muy pocas ganas que tenga su padrino de embarcarse en una guerra, Irán no abandonará nunca su «joya de la corona».

Netanyahu sabe todo esto y más. ¿Está dispuesto a asumir el riesgo?