Alemania camina polarizada e inestable hacia comicios anticipados

El canciller Olaf Scholz (SPD) ha confirmado la agenda que llevará al adelanto electoral en febrero. La precampaña la marca la incertidumbre, la polarización y la desconfianza en el sistema actual. Al final, podrá imponerse la inestabilidad política como un fenómeno nuevo.

El canciller alemán, Olaf Scholz.
El canciller alemán, Olaf Scholz. (Michael KAPPELER | DPA | EUROPA PRESS)

La incertidumbre reina en Alemania desde la pandemia y su gestión en 2020. Dos años más tarde se reactivó con la guerra de Rusia contra Ucrania, cuando Berlín dejó de importar el barato gas ruso. Ahora ha aumentado por la crisis en la que se encuentra el sector automovilístico, que es el principal motor económico del país. La reaparición de Donald Trump como futuro presidente de EEUU y la posible derrota militar de Volodimir Zelenski la han hecho más grande, sin hablar del apoyo incondicional que Berlín presta a Benjamin Netanyahu tirando por la borda valores primordiales como el respeto a la legislación internacional y a los derechos humanos.

Además, el tripartito de Olaf Scholz ha aportado su grano de arena para que esa incertidumbre no disminuya. Y ahora habrá que acudir a las urnas porque hace una semana el canciller cesó a su ministro de Hacienda y socio de Gobierno, el liberaldemocrático Christan Lindner (FDP). Al margen de esta decisión quedó el tercer socio, los Verdes ecologistas. El tripartito ha derivado en bipartito, es decir, en un Gobierno en minoría.

Cediendo a la presión política, Scholz ha accedido a presentar una moción de confianza en el Bundestag el próximo 16 de diciembre, que todo apunta a que perderá. Tampoco se espera que el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, pida al líder de la oposición, el democratacristiano Friedrich Merz (CDU), que sustituya al actual canciller mediante la denominada «moción constructiva de desconfianza», sino que su decisión será disolver el Parlamento y adelantar los comicios al 23 de febrero.

Hoy por hoy, las encuestas auguran que la inestabilidad política, que reina ya en tres estados federados del este alemán, llegará también Berlín. Por el momento parece improbable que la CDU de Merz suba diez puntos partiendo del actual 32%, lo que le daría la posibilidad de gobernar en solitario. Tampoco parece probable que Scholz suba del 15% para empatar con su rival. El canciller cuenta con dos ventajas sobre Merz: su experiencia en dirigir tanto un Gobierno nacional como regional y una mayor credibilidad. Su mayor desventaja es su correligionario Boris Pistorius, porque el ministro de Defensa cuenta con mayores simpatías entre el electorado.

 


Merz no tuvo reparos en copiar el discurso antiinmigrante de la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) –como también los hicieron el SPD, Verdes y el FDP– dando alas a los ultras y fomentando la polarización

 

Una ventaja para Scholz es que el líder de la CDU tienda a ir a los extremos aunque luego tenga que retractarse. Sus ataques contra los Verdes le podrían salir caros a Merz cuando los necesite como socios. No tuvo reparos en copiar el discurso antiinmigrante de la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) –como también los hicieron el SPD, Verdes y el FDP– dando alas a los ultras y fomentando la polarización política.

Esta última es el combustible de la AfD, que como partido neofascista desconoce el diálogo. Su discurso es que ella es la «víctima» del «régimen». El mensaje cuaja porque las acciones legales, policiales y mediáticas en su contra no han hecho otra cosa que aumentar sus votos desde las elecciones europeas en primavera hasta las regionales en otoño. Ahora ve esa imagen reforzada por  una reciente iniciativa parlamentaria para su ilegalización.

No obstante, la polarización es también producto de los demás partidos que con su reciente resolución contra el antisemitismo imposibilitan cada crítica a la política del actual Gobierno israelí contra Gaza y Líbano.

Este nuevo autoritarismo viene a defender la «razón de Estado» que sobrepone la existencia del Estado sionista a la Ley Internacional. Con el mismo rigor se sofoca la crítica a la ayuda cada vez más unilateral de Berlín a Kiev.

No hay partido pacifista ni defensor de los derechos civiles que se oponga a esta tendencia autoritaria de talante «dictablanda». Hoy en día, el Linke (La Izquierda) está lejos de regresar al Bundestag.

Su escisión, la emergente Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), ha de apresurarse a formar los restantes comités regionales para presentarse en toda la república. Las encuestas le pronostican el 7% de los votos.
Ante este panorama, la incertidumbre camina de la mano con la inestabilidad y la polarización por una Alemania rumbo a la derechización.