Musk se cuela en el debate alemán tras el ataque de Magdeburgo
Un médico árabe saudí mata a cinco personas en un mercado de Navidad alemán y hiere a otras 200. El crimen agita el debate sobre la inmigración y pone al descubierto cómo el hombre más rico del planeta, Elon Musk, interviene en favor del neofascismo de AfD en Alemania, que reafirma su xenofobia.

«Era uno de los nuestros hasta que el viernes por la tarde se metió con un coche en un mercadillo de Navidad», constató, no sin sorna, el diario ‘Tageszeitung’ (Taz), cercano a los Verdes, en un comentario sobre el ataque que agita el debate sobre la inmigración en Alemania.
Este último ha subido de tono desde que la líder de la oposición en el Parlamento Alemán, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) utilizan el cambio de régimen en Siria para acelerar el regreso de miles y miles de refugiados a su país de origen.
Aunque Berlín se pasó dos décadas combatiendo a los talibanes en Afganistán, ahora el islam político parece ser garantía suficiente de los valores que tanto se estiman en Alemania como son la democracia, la igualdad de los géneros y la libertad religiosa.
Los simpatizantes de la AfD viven en su burbuja mediática. No les afectará en absoluto que el autor del atropello múltiple de Magdeburgo sea un converso antiislamista, seguidor de la AfD y de Elon Musk
Si la CDU avanza en la misma dirección que la AfD es porque piensa que copiando, de manera un tanto moderada, podrá quitar votos a los ultras en las elecciones anticipadas para el 23-F. De hecho, no hace otra cosa que normalizar el discurso xenófobo de los neofascistas. Este, mezclado con la posverdad impulsada por el Brexit y Donald Trump, ha llegado al denominado centro político de la sociedad alemana.
Por ejemplo, unos vendedores de marihuana, por su físico originarios de África, en una plaza céntrica de Colonia, sirven ya de excusa para hacer cualquier comentario derechista sobre si la Policía es impotente porque «les deja hacer», si la Justicia es incompetente porque «les suelta» y si el Estado «les hace venir con promesas de una vida mejor».
En otra época, estos prejuicios los pronunciaban ultraderechistas en voz baja, hoy en día ya no. Además, en la actualidad, los xenófobos ya no tienen que argumentar, les basta con poner cara de compasión y decir: «¿Aún te informas a través de los medios de comunicación habituales?».
De hecho los simpatizantes de la AfD viven en su propia burbuja mediática, inmunes a cualquier información contraria a sus intereses. Por eso no les afectará en absoluto que el autor del atropello múltiple de Magdeburgo, el psiquiatra Taleb Al-Abdulmohsen, de 50 años, originario de Arabia Saudí, sea un converso antiislamista, seguidor de la AfD y de Elon Musk.
Además se trata de un ser violento quien en las redes amenazó varias veces con que Alemania pagaría un «precio» por como trata a los refugiados de Arabia Saudí. Mientras tanto, la burbuja xenófoba se esfuerza en demostrar por todos los medios que Al-Abdulmohsen sí era islamista.
Sobre su estado mental tendrán que decidir los especialistas, si la Fiscalía, su defensa o un juez lo decreta. En el caso de que sufra realmente de una enfermedad al tribunal no le quedará otra que tenerla en cuenta cuando dicte sentencia.
Por lo tanto, la pena será inferior a si el autor fuera una persona en sus cabales. He aquí la diferencia entre una justicia arbitraria y un Estado de derecho, tal y como aún se define la República Federal de Alemania (RFA). Para la AfD y su entorno político, sin embargo, dicha sentencia será otra prueba de lo mal que está el Estado.
En esta brecha entre la legalidad de la RFA y el mundo imaginario de la AfD, aparece ahora el propietario de la red social X (Twitter), Elon Musk. «Scholz debería dimitir inmediatamente», tuiteó el viernes, llamando al canciller en funciones, el socialdemócrata Olaf Scholz (SPD), un «payaso incompetente». Ya horas antes de la tragedia de Magdeburgo, Musk había intervenido en los asuntos internos de Alemania, constatando desde su cuenta de X: «Solo la AfD puede salvar a Alemania».
Alice Weidel, su candidata neofascista a canciller, le agradeció el apoyo aunque su partido se opone a la hegemonía de EEUU. Acto seguido la AfD tuiteó: «Si también tú quieres salvar a Alemania, participa y rellena ya el formulario de solicitud de afiliación».
Los demás partidos pusieron el grito en el cielo. La ira no carece de cierta hipocresía ya que parece ignorar que el Ministerio de Exteriores de Annalena Baerbock (Verdes) había apoyado abiertamente a la candidata de los demócratas, Kamala Harris, atacando a Trump en la reciente campaña electoral.
Tanto desde el SPD como desde los Verdes se alzan voces que quieren un mayor control de las redes sociales como X. No habrá sido casualidad que X quitara, al menos temporalmente, la cuenta de Al-Abdulmohsen. En ella se leía que, según él, «Alemania quiere destruir Europa». Su opinión fue vertida también por la organización cristiana fundamentalista RAIR Foundation (EEUU), que difunde también mensajes de Vox.

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